Icono del sitio La Razón

Islas de calor

Con las temperaturas batiendo récord todos los años, la década 2011-2020 es la más cálida, y desde 2015 las olas de calor son más intensas, según el informe anual provisional del estado del clima de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

En la ciudad de Santa Cruz, el intenso avance de los centros urbanos ha provocado la remoción de vegetación para la construcción e implementación de nuevas urbanizaciones, generando un crecimiento desmesurado y desordenado. La pérdida de árboles en las ciudades provoca islas de calor y nos expone a mayores efectos del cambio climático, la diferencia entre una zona con árboles versus un área de alta concentración de vivienda es de hasta 10°C. Este es un indicador que el clima alterado genera un malestar térmico, provocando daños a la salud, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Frente a estos acontecimientos, la renaturalización en las ciudades es fundamental, hay que apostar por soluciones basadas en la naturaleza para resolver los graves problemas medioambientales que se agudizan con cada árbol eliminado. Es imperativo crear espacios saludables diseñados por y para la gente, con infraestructura verde, bosques urbanos, calles, plazas y jardines, con proyectos que optimicen el espacio urbano, como una visión de “ciudad sustentable”

La relación que existe entre la ciudad y la naturaleza debe ser estudiada, no solo porque se pueda paliar en parte los efectos del cambio climático, sino porque habrá que hacer frente a futuras crisis sanitarias, y de ello dependerá que podamos tener calidad de vida.

La OMS recomienda que todo el mundo tenga un espacio verde de al menos 0,5 hectáreas a 300 metros de su casa, reafirmando que dotar a las ciudades de más verde reporta muchos beneficios para la salud, como una esperanza de vida más larga, menos problemas de salud mental y un mejor funcionamiento cognitivo, generando resiliencia a sus habitantes.

Santa Cruz y las ciudades bolivianas requieren rediseñar sus paisajes urbanos incluyendo criterios de sostenibilidad y conservación de la biodiversidad, disminuyendo la impermeabilización de suelos y desarrollando un ordenamiento territorial resiliente y climáticamente inteligente. Tenemos que encaminar el crecimiento de las ciudades hacia la planificación bajo el concepto de “ciudades inteligentes”, que integra la convivencia del ser humano frente a los desafíos climáticos y la tecnología, interactuando sinérgicamente para catalizar el desarrollo económico sostenible, la resiliencia, y la alta calidad de vida, promoviendo la gestión transparente que responda a las necesidades sociales y ambientales de los bolivianos.

Necesitamos entender que la convivencia de los seres humanos en espacios verdes ayuda a que seamos seres más empáticos con nuestro entorno, con mayor capacidad de comprensión de la realidad. Necesitamos lograr una sinergia entre la naturaleza y nosotros.

Sara Espinoza es subgerente de Proyecto de la FAN.