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Construcción de horizontes

Las movilizaciones de lo nacional popular en las últimas décadas marcaron la agenda política nacional y construyeron un horizonte estatal que definió el nuevo momento histórico.

Las movilizaciones son la forma de manifestación política de la forma orgánica, sindical y comunitaria de organización de lo nacional popular. El título de la movilización sintetiza en el tiempo todo un proceso de deliberación orgánica, construcción y producción política; implica la politización constante de la organización como colectivo; el desplazamiento como movimiento posibilita la visibilización pública, convocatoria a sus bases e interpelación a la sociedad.

Las movilizaciones de los años 90 no son reivindicativas, cuestionan la estructura de poder económico y político, se imponen a sí mismas la disputa electoral con la tesis “Tierra y Territorio, Soberanía e Instrumento Político”, que no pasaba por una respuesta desde el gobierno para su solución; por el contrario, era la interpelación a la sociedad y la crítica al Estado, por ello que no se agotaba la tesis cuando concluía la marcha y se firmaban acuerdos. La demanda de la convocatoria a la Asamblea Constituyente y la nacionalización invalida al Estado liberal, colonial y confesional como forma de organización política del poder, en el horizonte es construcción contrahegemónica desde lo nacional popular a la hegemonía republicana neoliberal.

El presente siglo se inauguró conociendo y reconociendo que la crisis de Estado no se resolvía por la vía liberal, partidaria, es decir, cediendo a algunas demandas de los movilizados, pero consolidando la titularidad política en el gobierno de los sectores conservadores de derecha.

El norte de lo nacional popular no se centraba en una reforma simple y una ampliación de derechos, sino en la disputa, ascenso y toma del poder político por la vía democrática, por ello que las movilizaciones son el eje que articula el movimiento, se hacen nacional en la movilización, simultáneamente tienen presencia en el universo territorial de todo el país, no solo como organización, sino como instrumento político.

El monopolio tripartidario (MNR-ADN-MIR) que tenía cooptado el control territorial municipal nacional fue sustituido democráticamente en las elecciones municipales de 2004. El MAS es la única organización política que tiene candidatura y presencia en la totalidad de los municipios del país.

Lo nacional popular es la manifestación de una conciencia histórica, una forma de identidad, es también una historia compartida que se expresa como la síntesis de lo que es este momento histórico que vivimos en el país.

La movilización que derrotó al golpe y a la derecha política fue la de agosto de 2020, liderada por la COB y el Pacto de Unidad. La derecha conocía que se avecinaba su derrota democrática, su estrategia no era volver a postergar las elecciones por tercera vez, sino cancelarla hasta nuevo aviso. La claridad de los dirigentes —hasta el día de hoy descalificados por toda la estructura de la derecha política, mediática, empresarial y eclesial— fue imponer la fecha de las elecciones, permitir que el soberano pueblo democráticamente defina su presente.

A un año del triunfo democrático del pueblo, el núcleo orgánico del bloque histórico se movilizó “por la Patria y en defensa de la Democracia”, que no se limita a la defensa del Gobierno y termina en la desconcentración, sino es el reencuentro con las raíces del proceso: Gobierno y movimientos sociales como sujetos que lideran al Estado Plurinacional, ahora cohesionados para enfrentar a la estructura golpista que aún está vigente, concentrada en la Gobernación cruceña y los comités cívicos de Santa Cruz y Potosí.

Los movimientos sociales que huelen a sudor de pueblo son en el presente el horizonte de vida para Bolivia, es la diferencia con las oposiciones de derecha que representan la derrota y frustración conservadora; por ello que sus bloqueos y paros, para materializarse, requieren de la violencia simbólica, discursiva, política y racial; los vehículos que legitiman y normalizan esta lógica de oposición están en algunos medios privados de comunicación y en las bendiciones de la nobleza eclesial.

La gobernabilidad del proceso está en la movilización popular que enfrentará constantemente la desestabilización, esta será la dinámica política como una constante indefinida en el tiempo; la política en su esencia se manifestará en las calles, se amplificará ideológicamente en los medios, es la disputa entre el horizonte del “vivir bien” y la nostálgica República colonial, confesional y oligárquica, ahora disfrazada de federalismo en la versión de Camacho.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.