Reflexiones sobre arte
Escribir sobre arte es ir tras una visión de las artes y su relación con la sociedad, y para ese fin es necesario comprender la creatividad humana, además de los valores que la acompañan y que se busca transmitir como expresiones artísticas.
Bajo esa premisa, abordar el arte contemporáneo no es sencillo, porque este no puede ser encasillado dentro de una sola expresión, ya que carece de todo discurso. Lo llamativo es que conlleva un contenido suficiente que no busca ser explicado en una definición tácita, pues invita a que cada espectador lo delimite a partir de su propia percepción.
Todo arte, por tanto, requiere comprender la creatividad relacionada con los valores propios del ser humano en su propio tiempo, pero también dentro de su cultura dominante.
Lo interesante es cómo el arte desde siempre ha sido reflexionado, empezando por filósofos como Kant, quien consideraba que no necesariamente debe representar la verdad o una realidad. Esto porque la belleza es apariencia y no guarda relación con la constitución de los objetos; todo lo contrario, es una demostración de cómo un hecho es percibido por el artista, y eso significa libertad ante un juego de valores y facultades, que no niega que tenga un fin.
Contrariamente a lo anterior, Nietzsche afirmaba que la experiencia estética (cuyo valor es ideal) expresa una crisis que puede transformar una obra de arte carente de sentido y de fin, pero eso no significa que no tenga un carácter ilusorio.
Así, el arte siempre es analizado a partir de las observaciones de otros estudiosos. Es el caso de Benedetto Croce, un escritor, filósofo, historiador y político italiano que desconcertó cuando afirmó que una obra de arte contemporáneo representa un signo, pero también un significado, y consiguientemente una realidad figurada.
Lo sugestivo es que reflexionar sobre el valor del arte señala “la necesidad de aprender a ver e interpretar” a las artes en general. Por lo que prestar atención a la fuerza que emite es descubrir no solo sus valores, sino el sentido que el autor pretende comunicar, lo que también se relaciona con las percepciones que construye y que pueden ir disolviéndose. Y ese es justamente el trabajo del artista: rescatar valores, a fin de llevar al observador a una aguda y fructífera interpretación.
El reflexionar sobre el valor del arte es por demás sensible y hasta personal, debido a las diferentes interpretaciones que se le pueden dar a una obra, lo que en realidad representa la fuerza en la que radica su interés.
Lo singular es cómo hoy se busca que toda expresión artística tenga una visión global y equilibrada, ya que la comprensión del arte no solo exige una valoración visual, sino producir crítica sobre su lenguaje artístico. Y es justamente eso lo que lo relaciona con la sociedad, a partir del sentido que encierra.
Solo así la creatividad puede ser percibida y develar los distintos valores que conlleva.
Tampoco se puede negar que toda interpretación de arte contemporáneo es sesgada, ya que los mismos estudiosos aseguran que una obra de este tipo de arte es un impulso de vida.
De esta forma, el valor de una obra —según el filósofo Jacques Derrida— se detecta en la ambivalencia de la teoría reflejada en la práctica, lo que la eleva a su máxima expresión.
Patricia Vargas es arquitecta.