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Ningún cuerpo ninguneado

Permanentemente como movimiento de mujeres en Bolivia, tenemos que luchar para que se posicione la importancia de la existencia de nuestros cuerpos de mujeres. Históricamente el patriarcado, como sistema de opresiones, se empeña en plantar el imaginario de que las mujeres somos una minoría, algo así como un sectorcito entre tantos sectores importantes, un tema entre tantos temas importantes por resolver, por el Estado, el Gobierno y organismos internacionales. Son constantes los ataques por los medios de comunicación, que expresan que las mujeres somos las pobres víctimas; entonces no solo somos una minoría, sino que también seriamos una minoría de pobrecitas que no se pueden defender a sí mismas, necesitan ser protegidas.

Ciertamente el sistema patriarcal ataca cotidianamente nuestros cuerpos, desde las instituciones, cuya función es la de discriminarnos: por ejemplo, por igual trabajo que nuestros compañeros hombres nos pagan menos por ser mujeres; en la escuela y universidades, por igual derecho al estudio y al conocimiento, a las mujeres nos discriminan en el acceso a la información y al estímulo escolar. En fin, un Estado patriarcal que nos ataca porque somos un peligro para el sistema de opresiones. Pero una cosa es entender nuestros cuerpos como objetos de ataque y hacer todo un trabajo político de entender el porqué de estos ataques, y otra es la de atribuir a nuestros cuerpos y existencia el lugar en sí, por esencia, de las “pobrecitas de la historia de la humanidad”. No, las mujeres somos cuerpos que tienen muchas fortalezas y vulnerabilidades como cualquier cuerpo humano.

“Las mujeres somos la mitad de cada pueblo”, es una consigna del Feminismo Comunitario de Abya Yala, movimiento filosófico, político y social que tiene su nacimiento en los territorios de la Bolivia del proceso de cambios revolucionarios a partir de 2006. Esta consigna nos ha permitido, como feministas comunitarias de Abya Yala, visibilizar —por un lado— la cantidad de mujeres en Bolivia, que por los datos estadísticos somos más del 50%, importante cifra para tomar en cuenta al momento de las elecciones políticas. Sin embargo, si bien es importante reconocer la cantidad de mujeres en el país, lo más importante es entender la importancia ética-política de nuestras existencias.

Al ser, como mujeres, cuerpos atacados específicamente por el sistema de opresiones, nos constituimos en un lugar de reflexión y producción de conocimientos útiles, para revolucionar las opresiones de la humanidad y de la madre y hermana naturaleza. Es por esta condición que se nos ataca, porque si nos organizamos, porque si entendemos las tareas histórico políticas de nuestros cuerpos, si dejamos de atacarnos y competir entre nosotras, otra será la historia. Si nos entendemos como parte del cuerpo comunitario, comunidad junto a nuestros hermanos hombres, las personas intersexuales y nuestra madre y hermana naturaleza, y si asumimos esas tareas históricas, vamos a poder dar fuerza a las energías de transformaciones profundas que el mundo y el planeta necesitan.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.