En el horno nos vamos a encontrar
El festejo de los 20 años de GoGo Blues es/fue la excusa perfecta para juntar a una constelación de estrellas del rock boliviano y de yapa volver a saltar y gritar en una tocada como las de antes. Veinte músicos, veinte años y veinte canciones (más dos de regalo) fueron el menú exquisito de una noche cargada de nostalgia y coros de rocanrol. Faltaron algunos (Panchi Maldonado, Julito Jaime y Christian Krauss mandaron mensajes de video por redes sociales) y se extrañó a otros que también formaron parte de la banda liderada por Gonzalo Martín Gómez (voces como Alejandro Delius —que jamás cantó tan sentido/profundo como con los “GoGo”— y Rocío Cuba o guitarras como la de Alex Vaughan Zapata).
El lugar es/fue el Nuna de la zona Sur paceña y la hora de arranque, pasadas las ocho y media de la noche de un jueves de diciembre. El maestro de ceremonias —ante las mesas abarrotadas— es Asbel Valenzuela. Una noche más (un día menos) es el tema elegido para calentar motores. Sobre el escenario, una poderosa formación de sexteto con el chapaco Esteban Motete Zamora y Heber Peredo, gustándose en los solos.
A la segunda canción, comienza el desfile de los invitados que salen y entran en escena como en una buena obra de teatro: Freddy Mendizabal (recibido con gritos de Say no more) y Gary Bretel (leyenda de la batería en Bolivia) hacen gozar al respetable mientras la armónica de Santiago Vallejo llegada desde Santa Cruz pinta las imprescindibles tonalidades del género en El blues del basurero.
“Esta banda iba a terminar con mi vida, siempre lo pensé y ahora, limpio, van a venir 20 años más”, promete Gómez antes de dedicar el cuarto tema a su compañera y productora del “show”, Claudia Gaensel. Mientras, en la barra del Nuna, Cacho Cisneros pide un whisky solo y otro con hielo. En el pasillo, calienta también Alexis Trepp antes de subirse a la doble “bata” junto a un entusiasta Benjo Chambi.
A la quinta canción, es el turno del maestro Nico Suárez Eyzaguirre. Suena Desgarrado (del último disco de la banda: Vida, muerte y resurrección) y solo se escucha al teclado y a la voz, es el momento íntimo de la noche, es una cueca arreglada al corazón. Gómez dirige su orquesta como si fuera Von Karajan y Suárez improvisa como si fuese una jam session. Es la “GoGo Blues All-Stars”. El estribillo no deja mentir: “somos, somos todos del Tigre”. Es el momento stronguista: un frenético rock —Ángel de la 34— rinde tributo a la hinchada gualdinegra a tres días de la gran final.
El primer set termina por todo lo alto: sube a las tablas “Su Diabólica Majestad CC”, del Cisneros, su Cacho. Los 74 años del cantante de Black Jack (baby) no se notan y el público se entrega en cuerpo y alma cuando el micrófono (con chalina) se descuelga por las mesas para tararear la versión sui generis del Miss you. Cuando “la ciudad está caliente y la banda igual”, nos vamos a “la Mariscal Santa Cruz”, de la Pérez a la U. “Apláudanme antes de que me muera”, exige el Cacho con polera infaltable de los Rolling Stones.
La mesa más alegre y joven de la noche es la mesa de la banda del Pancho. El padre de los “bateros” Franz y Martín Fox ha llegado con sus compadres: José Luis Quiroga, Javier Jordán, Víctor Siles y Rodney Pereira. Solo falta el Fico Zavala. Es la primera vez que sus hijos tocan juntos. Cosas que me hacen mal nos trae el recuerdo de las Madres y las Abuelas de la Plaza de Mayo. Aunque sangran nuestras heridas, no hay olvido ni perdón, es el dolor y el vacío de no verte más: la memoria del hermano mayor desaparecido de Gómez en 1977 (Bachi) siempre estará/está presente.
Las “ciudades podridas” nos ponen a saltar y cuando llega la Coca, la noche y el fernet, el saxo de Romil Travieso improvisa un tema de “felicidades” salido del alma. Ya se te va a acabar está dedicada a los que tienen papá de cristal, a los del pelito chic y su ropita star. El Benjo, ya en la barra, suelta un chiste a propósito: “Mañana, otro viernes sin salir, me parezco a la Jeanine”.
Las dos últimas canciones son hits de la banda: El Caro y La Paz. Cuando el público pide una más (y no jodemos más) suena A todos les toca su santo y en un escenario con bandoneón, Cambalache con Álvarote Ibáñez y Gómez, bis a bis. El porteño José Miguel Romero salta en primera línea de combate. La tocada de los 20 años termina con dos verdades como puños: “cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón”. Y con los “GoGo Blues All-Stars”, “allá en el horno nos vamos a encontrar”.
Ricardo Bajo es periodista y director de la edición boliviana del periódico mensual Le Monde Diplomatique. Twitter: @RicardoBajo.