La recuperación mundial con altibajos
La gran discusión de los economistas sobre la recuperación de la economía mundial es muy letrada, pero no por su elevado nivel cultural sino porque se concentra en unas letras del alfabeto: L, U, V, W y recientemente en una Y echada.
La L significaba caída del PIB y después recesión y si duraba mucho tiempo se convertía en depresión, como pasó en los años 30 del siglo pasado, mientras que la U representaba que después de la recesión venía la recuperación. La más común de las letras fue la V de la victoria, que significa que después de una caída del producto viene la recuperación como sucedió en 1982, en 2009 con la crisis financiera y tal como estaba sucediendo en 2021 con la crisis de la pandemia.
Pero no hay que cantar victoria de antemano porque puede ser efímera, puesto que podría haber una segunda caída del producto, aunque seguida de una recuperación dándose la forma de la letra W.
En los tiempos actuales, la opinión pesimista es que la recuperación en 2021 fue resultado del efecto rebote, es decir, después de haber caído tan fuertemente en 2020 (3,4%), un crecimiento de la actividad económica mostraría un salto, pero después iría desacelerándose el crecimiento. La OECD supera este pronóstico, puesto que estima en 2021 un aumento del producto mundial del 5,6% y del 4,5% en 2022.
Pero el problema es que no solamente se deben comparar las tasas de crecimiento, sino que también los niveles. Es decir, si se ha recuperado el nivel alcanzado por el PIB mundial de 2019 y, no solo eso, sino si se ha alcanzado los niveles de tendencia en 2020 y 2021 que se hubieran logrado si no hubiera surgido la pandemia con la gran encerrona mundial. Lo cierto es que la economía mundial con la crisis del COVID-19 renunció al crecimiento que se habría producido en 2020 y que, según la OECD, al primer semestre de 2021 el nivel del PIB mundial todavía era un 3,5% más bajo del proyectado antes de la pandemia. Esto significa que si tomamos en cuenta el nivel de producto mundial de 100 en 2019, en 2021 debería ser de 105; sin embargo, solamente alcanzó a 101,5.
Adicionalmente de las diferentes letras que marcan los variados tipos de recuperación de la economía mundial, novedosamente ha surgido una nueva letra, la Y echada o recostada a la derecha, que significa que la recuperación es desigual, pero no solo en el ritmo sino en las características de la recuperación. Es decir, unos países, especialmente los avanzados, están creciendo rápidamente como sucedió en 2021, pero otros siguen con bajas tasas de crecimiento como en los países en desarrollo y, especialmente, los de más bajo ingreso con tasas de vacunación bajas, con empresas no solo intensivas en trabajo poco calificado, sino intensivas en contacto social y con una demanda que no se ha recuperado por completo.
El problema, como planteé en mi libro digital Neoliberalismo vs. Neopopulismo: un falso dilema, es que la recuperación será asincrónica y divergente y dependiente de las olas de contagio y del cronograma desigual de administración de las vacunas, el denominado problema de la equidad vacunal. Se estima que a fines de 2021 la vacunación esté muy extendida en los países avanzados, en menor medida en los mercados emergentes, pero que los habitantes de países más pobres deban esperar hasta 2022 o más. La divergencia en las políticas de apoyo fiscal es otro factor que aumenta la brecha, puesto que mientras en los países avanzados continuaron en 2021, en los países emergentes habrían expirado la mayoría de sus medidas en 2020, y en los países de menores ingresos se habían implementado muy poco.
La preocupación es a quién beneficia la recuperación porque es una “recuperación dual”, divergente, una “recuperación en forma de Y, pero echada”. Así, por un lado, están las empresas tecnológicas, el mercado bursátil, los empleados altamente calificados o con trabajo digital, que se ubican en la rama de la Y que apunta hacia arriba. Mientras que, por otro lado, están los afectados por la desaceleración o la recesión como las micro y pequeñas empresas, los trabajadores poco calificados o desplazados por la tecnología digital, las empresas y trabajadores del sector informal o que no han recibido el apoyo fiscal, todos ellos estarían ubicados en la rama inferior que apunta hacia abajo. Así, a la desigualdad de ingreso y la riqueza se suma la desigualdad “vacunal”.
Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.