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Desafíos del empresario boliviano

Las crisis de salud, social y económica que vive el país generaron en estos momentos tres grandes desafíos para el empresariado nacional. En primer lugar está la necesidad de recuperar la liquidez en los negocios para cumplir con todas las obligaciones que quedaron pendientes, especialmente por las restricciones impuestas por el COVID- 19, y así reactivar la inversión privada en el país.

El segundo desafío es enfrentar un entorno altamente cambiante, como nunca se había presentado, que le demanda mayor agilidad en la reacción, definición de objetivos claros y grandes esfuerzos para la innovación.

Y el tercer reto para gestionar la complejidad del momento, tal vez más importante que los anteriores, es que las empresas deberán asumir el reto de evolucionar junto a los clientes. Aquí, debe tener la capacidad de explorar y explotar mercados, de equilibrar presente y futuro para tener mayor posibilidad de sobrevivir en un entorno altamente complejo y competitivo.

Debemos recordar que el espíritu empresarial es el reflejo de la capacidad de las personas para vencer los obstáculos y encontrar oportunidades en medio de las dificultades.

La inversión privada siempre se abre paso para generar oportunidades de negocio y creación de empleo. Si bien la coyuntura no es la ideal para la inversión privada, más pronto que tarde surgirán emprendimientos disruptivos y se reactivarán rubros que con seguridad relanzarán la dinámica empresarial del país.

Uno de los mayores problemas que enfrenta la empresa privada nacional es la informalidad. Queda claro que este fenómeno lamentablemente se ha convertido en un rasgo que identifica una sociedad acostumbrada a que el cumplimiento de la norma resulta ser la excepción. Mientras ser informal resulte rentable, será difícil que el 80% de la economía nacional migre hacia la formalidad.

Es cierto que la informalidad en el país, además de ser causa de problemas para el sector formal —que no tiene muchas posibilidades de competir—, es también una consecuencia de las trabas burocráticas para cumplir con la maraña de trámites y papeleos, prerrequisitos para ser formal.

La Bolivia pospandemia no será la misma. Debemos convertir esta crisis en la oportunidad para hacer cambios que no solo permitan a las empresas superar sus problemas. También debemos cambiar actitudes y prácticas del pasado.

En esta línea, planteamos la necesidad de considerar el talento de las personas como el puntal del desarrollo. Si como país somos capaces de impulsar el desarrollo de sectores creativos, seremos capaces de cambiar el destino de las regiones. La economía naranja o economía de la creatividad debe ser el pilar que catapulte a Bolivia con el desarrollo de servicios tecnológicos, gastronómicos, culturales o turísticos.

Las regiones que más crecerán en el futuro serán aquellas que sean capaces de atraer el mejor talento para crear servicios en el marco de la Economía 4.0, que ya está presente en el mundo de los negocios.

Será muy importante generar una plataforma de articulación público-privada en los diferentes niveles de administración del Estado (nacional, departamental y municipal), que sea el motor para el análisis y la toma de decisiones para el diseño e implementación de políticas públicas y privadas que coadyuven con el desarrollo regional a partir de las capacidades y potencialidades sectoriales en cada región del país.

En la Cámara Nacional de Comercio tenemos la convicción de que las alianzas público- privadas tienen el potencial de canalizar los esfuerzos conjuntos que combinan las capacidades de ambos sectores, para generar sinergias positivas en beneficio de la sociedad boliviana en general.

Es cierto que las relaciones del sector privado con el Gobierno aún están lejos de los niveles óptimos de coordinación que quisiéramos. La CNC, durante su vida institucional, siempre promovió el diálogo como una herramienta efectiva para generar las condiciones que generen un mayor desarrollo económico y social del país.

Enfrentar la coyuntura de crisis sanitaria, social y económica que aqueja al mundo entero, y a Bolivia en particular, exige mayores esfuerzos por parte del Gobierno para promover espacios de diálogo público-privado que permitan establecer una agenda económica con objetivos claros de corto, mediano y largo plazos.

Como sector empresarial privado ratificamos nuestra plena voluntad de trabajo conjunto con el Gobierno para generar un mejor clima de inversión con seguridad jurídica que coadyuve con una pronta reactivación de la economía y el empleo formal en el país.

Rolando Kempff Bacigalupo es economista, presidente de la Cámara Nacional de Comercio y miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.