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El vecindario progresista

La incontestable victoria electoral del izquierdista Gabriel Boric en Chile desató diversas emociones, expresadas en mensajes y/o silencios. Los sentires más evidentes provinieron de la vereda progresista, que manifestó enhorabuenas y esperanzas. Fue más opaca la reacción de los Vargas Llosa, que rumiaron su derrota. Algunos hicieron sumas y restas, pintando el mapa regional de dos colores. Uno de ellos va en ascenso, a la espera del próximo triunfo de Lula da Silva en Brasil.

Un primer (no) debate interesante tiene que ver con las denominaciones. La más clásica, que algunos jubilaron precozmente, es entre izquierda (que cada vez se pronuncia más en plural) y derecha (que cada vez se inclina más a la ultra). Izquierda con bandera de igualdad, derecha con divisa de orden. Otra distinción se da entre fuerzas progresistas, con apellido popular, y fuerzas conservadoras, con apellido oligárquico. Como descalificación se habla de comunistas versus fascistas.

Más allá de las etiquetas, que pueden significar mucho o nada (“populismo”, por ejemplo), es importante observar las afinidades en el vecindario. El “socialismo del siglo XXI” parece un antecedente remoto. Pero cuenta. Está en debate lo que significó el llamado giro a la izquierda con su apuesta anti o posneoliberal y proyectos más o menos amplios de refundación/retorno del Estado. Están en agenda también sus avances, límites, desviaciones, agotamiento: cambio con desencanto.

Cuando se anunciaba con altanería un ciclo a la derecha, con sus golpes blandos, sus grupos de Lima y sus almagrobolsonarismos, el péndulo recibió un frenazo. El eje Morena en México y vuelta peronista en Argentina anticipó un inesperado cambio de rumbo: Castillo en Perú, ahora Boric en Chile, pronto Lula en Brasil. Ahí está también, en casa, el retorno del MAS-IPSP en Bolivia tras 361 días (y sus noches) de régimen provisorio de la derecha confesional. ¿Nuevo giro a las izquierdas?

Si así fuese, y se está repoblando el vecindario de la región con predominio progresista, la pregunta esencial que debemos hacer es en qué se diferencia del anterior ciclo. O mejor: cómo potenciar el impulso transformador y de emancipación social, evitando la repetición o acentuación de errores, distorsiones, retrocesos. Por ahora, de este lado celebramos la renovada dignidad con esperanza. Del otro, con desazón y extravío, que sigan preguntando por qué los pueblos “votan mal” (sic).

El anhelo/señal del pasado domingo en Chile es inequívoco: el nuevo progresismo será feminista, demodiverso, igualitario, ambientalista, indígena, ético, millennial, heterogéneo, anticapitalista; o no será. Son días de soñar. Disfrutemos.

FadoCracia fantasma

1. Ítems fantasma, publicidad fantasma, gobernador fantasma. A este paso, el próximo presidente del Comité pro Santa Cruz será Gasparín. 2. Ahora en serio: el modus operandi de los “ítems fantasma” en la Alcaldía cruceña, cuyas ramificaciones y emulaciones están por desvelarse, marca un punto espeso en la corrupción pública.

3. Veamos los mínimos. Para contratar al señor P o a la señora S, alguien debió verificar el cumplimiento de requisitos para el cargo, con ese informe alguien debió aprobar la contratación y alguien más firmar el contrato. Alguien debió darle sus activos y asignarle lugar en la oficina y alguien ser el superior jerárquico. Alguien debió verificar su asistencia y alguien asignarle trabajo. Alguien debió firmar la planilla de pago y alguien más evaluar sus actividades conforme a un plan. Y así. 4. Son demasiados alguienes para un ítem. ¿Se imaginan 800? ¿O dos mil? ¿Y no solo en una entidad pública, sino en varias? 5. Es evidente que muchos sabían, son parte del esquema y se beneficiaron. El secreto estaba mal guardado. Hoy, el ajuste de cuentas, clanes familiares, grupos políticos y logias por delante será de color verde salvaje.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.