Oro, incienso y mirra
Se celebra en estos días lo que el mundo cristiano llama Navidad. Jesús nace de nuevo en los hogares cristianos y de acuerdo con las tradiciones y el bolsillo de cada familia, se armará el pesebre. Podemos encontrar desde los más sencillos hasta los más lujosos, aquellos que evidencian las formas en que el cristianismo fue cooptado por el sistema capitalista, los poderes políticos y culturales en el mundo.
Nos encontramos con familias que arman su pesebre como expresión de los pujantes capitalistas y depredadores negocios agropecuarios. (Empresas que hasta cuadruplicaron sus ganancias en esta pandemia de COVID-19). Los pesebres del agronegocio siempre tienen vacas gordas y pastores empobrecidos, pastores y pastoras con hijas e hijos con hambre, sin salud ni escuela gratuita, condiciones causadas por la explotación de su trabajo. Estos pastorcitos y pastorcitas que comparten sus pocas cosas y que cantarán con gran admiración al chiquitín recién nacido en el establo. Los refugiados en Belén son: la wawita recién nacida; la madre soltera llamada María, acompañada de un hombre que dicen, también, era tan buen tipo, que cuidará de quien no tenía su sangre como herencia. Podemos decir una pequeña comunidad comprometida con la vida.
Nacido en condiciones de mucha precariedad, este niño cuando tenga cerca de los 30 años será muy famoso por las circunstancias y condiciones de su muerte, será famoso por el drama de ser un crucificado por el imperio romano. Pero quiero seguir analizando el relato de las condiciones del nacimiento de Jesús de Nazaret. Belén es territorio palestino —entonces Jesús es un palestino—, desde su nacimiento será un símbolo ante el poder; me referí antes que los empobrecidos y empobrecidas pastoras lo van a recibir en un pesebre que era donde comían los animales, pero paralelamente está el relato de los tres Reyes Magos de Oriente. Es interesante cómo el relato cristiano presenta a estos magos y los regalos que le traen: oro, incienso y mirra, nada útil para un niño con frío, hambre, sin casa ni territorio. En los evangelios aprobados por los teólogos e inquisidores de las iglesias cristianas están —desde mi punto de vista— claramente expuestas las tramas del dominio patriarcal del poder ligado a la cooptación de la espiritualidad y fe de los pueblos: el oro, el incienso y la mirra. El cuento de la estrella y los magos de Oriente —o sea que no eran judíos— que vienen, por un lado, desde la Europa oriental, que era menos preciada desde el eurocentrismo occidental, con base en Roma, y, por otro lado, vienen del África, también territorio objeto de dominación por parte de los romanos. Todos elementos para enganchar el nacimiento de Jesús con los poderes de dominación imperial.
Será necesario en cada Navidad hacer reflexiones más profundas sobre cómo se cuenta la tradición y cómo se manipula la fe de los pueblos, sus esperanzas, porque recuerdo que ante el pesebre del niño Manuelito en nuestros hogares en Bolivia se canta y baila villancicos bolivianos esperando que el recién nacido nos traiga paz y tranquilidad.
Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.