Vivos y con ganas de más
La pantalla de la computadora está desierta hace rato. Inevitable vacío en tiempos de Navidad y Año Nuevo. Los anuarios ya están servidos y varios columnistas pusieron sobre la mesa del periódico sus evaluaciones de este 2021 que ya está en su tren a la ciudad de los recuerdos. Esta A amante quedó atrapada entre el 25 y el 1, túnel que nos lleva del cierre del círculo a la bolsa de las esperanzas. La A será escrita en este tiempo sándwich y podrá ser leída con el 2022 ya bien abrazado.
Descartado que este primer domingo se intente un perfil del pulpo de la corrupción con centro en Santa Cruz y tentáculos que llegaron por lo menos a la sede de gobierno. Descartado por prematuro; las ecografías de las investigaciones apenas dejan adivinar los borrosos embriones de estas pirañas que carcomieron alcaldía y gobernación cruceñas y que se fueron a mordisquear la Caja Nacional de Salud. Inesperadamente aparece una universidad estatal con similares mecanismos de perforación del Estado para robar lo que es de todos. El bicho parece muy grande y peludo, difícil adivinar hasta dónde llega la cola o dónde se esconde, nerviosa, su cabeza. Pendiente la foto.
Descartado también el mapeo de los crespos hechos para Año Nuevo. Adiós gran parte de las celebraciones después de las disposiciones de último momento que dejaron colgadas las ganas de recibir el año naciente. Salones de fiesta, restaurantes, grupos de amigos, hoteles, tantos con las botellas contadas y compradas, las uvas amontonadas, la carne comprometida, las verduras saliendo de la peluquería, los calzones rojos abrazándose con los amarillos, los manteles esperando acariciar el ombligo de las copas. Tan es así que al cierre de la edición de este rincón de papel, todavía no encontré dónde llevar a mi A a celebrar las doce. Tengo claro que así sea en la punta de la montaña mirando a solas el cielo encendido, será con la plena convicción de que el 2022 llegará dulcemente con la felicidad entre los dedos. Por ahora, descartada la evaluación de la noche sin fiestas y bajo estado de emergencia.
¿Qué es lo que sí está ya cerrado para abordarlo en este último vagón del 2021? El abrazo bien cerrado, las palabras dibujadas desde el centro del alma. Como ese mensaje del escribujante Édgar Arandia deseando un bello 2022 y rematando con un “warmi valiente” que penetró todas las capas de la piel. El de Cergio anunciando el brillo del tiempo que se abre; el de Horst deseando un bienestar en toda su estructura; el deseo de Verónica envuelto en su fe; el agradecimiento de Julio por haber tenido trabajo en las entrañas de LA RAZÓN; el de Exeni celebrando el fin de año con más escritura y lealtad, el mensaje que todavía está por llegar de tantos columnistas y colaboradores que han dado vida a esta casa periodística regalando sus firmas, sus ideas y sobre todo sus principios. Está también cerrada esa tarde de fin de diciembre: primero en el patio de la rotativa, al lado de nuestras mimadas Griselda, Anastasia, Peque, Botas, todas las secciones que hacen posible llegar a las calles y los teléfonos con LA RAZÓN, Extra, La Razón Digital y las transmisiones Como perros y gatos, Tercer tiempo de Marcas, Gen emprendedor, La Razón radio, Piedra, papel y tinta reunidas alrededor de un vaso de chocolate caliente bien escoltado por su buñuelo; después en la sala de Redacción, para la foto de fin de año. Posterior al “sonrían”, las palabras, el sentimiento, la voluntad de contener las lágrimas. No es para menos, estamos vivos. Habló uno, después otra, luego otro, luego otra y las voces al final eran un mismo coro. El coro de trabajadores que reconocía con agradecimiento el sostén indispensable a la empresa de parte de Carlos Gill y sobre todo el que siga creyendo en nuestro esfuerzo; la felicitación al compañero del lado por estar ahí pese a todas las tormentas, carencias y compromisos del año: ataques mentirosos de la competencia y de un par de periodistas con nombre y apellido, trabajadores que cuestionaban el editorial ¿Golpe de Estado? y pedían censurar las caricaturas de Al-Azar, juicio con allanamiento del medio que puso nuestro prestigio sobre la tela de una araña, pandemia que arrinconó económicamente a los impresos y de paso acallados (o sea, sin calles para circular) por el gobierno transitorio de Jeanine Áñez que dejaron tareas muy difíciles: pagar con el menor retraso posible los salarios, pagar con puntualidad de relojero los beneficios sociales a los extrabajadores, los duros pagos a Impuestos, las deudas bancarias, la compra de materia prima y un largo y costoso etc. que tiene que caminar al lado del compromiso cotidiano de informar con veracidad, de interpretar con responsabilidad y equilibrio, de opinar con seriedad, de generar contenidos con ternura. Por lo tanto, mi deseo para esta casa que me da trabajo y para mí no puede ser otro: que lleguen mil batallas más, que la lucha por lo que creemos no nos suelte del brazo y dentro de un año podamos abrir con este mismo titular: “Estamos vivos y con ganas de más”.
Claudia Benavente es doctora en ciencias sociales y stronguista.