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Relajarse, una habilidad

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En algún momento de 2021, aprendí a hacer algo que sospecho que mejorará en gran medida cómo me enfrento a lo que ya parece ser un angustioso 2022. Lo que aprendí parece trivial, una práctica tan sencilla que pensarías que no hace falta un conocimiento especial, razón por la que probablemente muchos de nosotros vamos por la vida sin saber que hay una técnica específica para hacerlo bien. ¿Cuál es esta ciencia oscura? Aprendí la forma correcta de relajarse.

No digo que haya descubierto los beneficios de tomarse las cosas con calma o de mantenerse tranquilo ante la adversidad y dejar que los problemas de la vida se me resbalen. Me refiero a algo más literal: aprendí a relajar mis músculos, a aislar de manera deliberada y sistemática cada parte de mi cuerpo y a aflojar la carne de mis huesos. Aprendí que hacerlo con regularidad, una o varias veces al día, puede cambiar mi vida de forma más o menos instantánea.

Basta de hablar de lo que hace la relajación. A continuación, te decimos cómo hacerlo. Uno de los métodos más utilizados es el conocido como relajación muscular progresiva, desarrollado a principios del siglo pasado por Edmund Jacobson, un médico pionero en la investigación del vínculo entre la tensión física y el bienestar mental.

La idea de Jacobson era que un músculo en tensión moderada pasa inadvertido, es decir que con frecuencia en la vida cotidiana uno no suele notar que ciertos músculos están en estado de tensión. De modo que su método de relajación es un proceso de dos pasos. En primer lugar, hay que aprender a reconocer lo que siente un músculo concreto cuando está flexionado. Luego, centrarse en ese músculo en estado de flexión y hacer lo contrario: relajar.

Cuando te inicies en la relajación muscular, te convendría reservar tiempo y espacio para hacerlo. Reserva 10 o 15 minutos al día en los que sea poco probable que te molesten. Busca un lugar tranquilo donde puedas recostarte en una cama o sentarte en un sofá. Cierra los ojos. Respira profundo varias veces.

Ahora empieza: Comienza por las extremidades, por ejemplo, tus manos. Apriétalas y concéntrate en lo que sientes. ¿Cuál es la sensación física de un puño cerrado? ¿Qué músculos se activan y cómo se siente su activación? Cuando hayas pasado unos segundos concentrándote en el apretón, podrás hacer lo contrario. Al exhalar (descubrí que la relajación se logra mejor al exhalar), abre el puño con suavidad. Suelta la tensión. Siente cómo se afloja tu mano, se vuelve pesada y entra en relajación.

Sigue así con todo el cuerpo, tensando y relajando, y al final, te juro que notarás algo. Al principio, quizá solo sea una sensación de calma, pero cuanto más lo hagas, más profundo será el estado de relajación en el que caerás, hasta llegar a un estado de tranquilidad tan dichosa que tal vez se te dificulte parar.

La relajación muscular está relacionada con la meditación (apaciguar el cuerpo es una parte importante del apaciguamiento de la mente), pero es mucho más fácil de practicar y mucho más manejable. Después de las primeras prácticas, empezarás a dominar tu tensión, a sentir cómo tensas inconscientemente algunas partes de tu cuerpo a lo largo del día.

Una vez que empieces a reconocer esa sensación, la relajación muscular puede convertirse en una actividad integral y permanente. A no ser que estés manejando maquinaria pesada, te persiga un oso o te enfrentes a un peligro inminente, en general puedes relajarte siempre que quieras.

Farhad Manjoo es columnista de The New York Times.