Antivacunas: ni la ciencia ni el luto
Parecen predicadores de alguna religión cristiana que sin vergüenza ninguna toman las plazas a gritos para hablar del temor que hay que tenerle a Dios. Inocularse quién sabe con qué, taparse la cara quién sabe por qué. Es lo que repiten como mercachifles los hombres que son parte de ese conjunto que camina en las calles repartiendo volantes. El punto 13 del panfleto dice: Algo que la “ciencia” desconoce es que la respiración oscila a predominio cambiando de una fosa nasal a otra cíclicamente, esta oscilación se altera con el uso del barbijo y afecta la función de las glándulas sexuales produciendo tendencia al homosexualismo y al lesbianismo. El 14, que concluye el documento, afirma que “afecta el aspecto psicológico haciendo que te sometas a las determinaciones de los gobiernos tiránicos”.
En otro lugar, probablemente con otra adscripción de clase, están los que con palabras algo más rebuscadas y con una dosis extra de soberbia plantean lo mismo panfleteando en redes sociales. Que la sexualidad, que la orientación sexual, que las alergias, que el poder de Soros, que los rusos, que los chinos y, por supuesto que el Gobierno. Tienen grupos de WhatsApp, grupos privados en Facebook y muchos links de dudosa procedencia como base de sus posiciones antivacunas radicales. Y cómo no mencionar el delirio de persecución que los posee.
Son como el virus mismo. Están en todos los lugares posibles. Manejan iglesias, editan periódicos, presentan noticias en televisión, dictaminan sentencias, algunos incluso entrenan a deportistas de alto rendimiento. Por lo general, son los mismos que en las fiestas de fin de año de 2020 reclutaban a compradores de dióxido de cloro; y con esa misma convicción en las fiestas de 2021 intentaron convencer a la familia de no completar esquema de vacunas. Seguro que todos los conocemos.
Obviamente, con las determinaciones recientes que las autoridades plantearon, han intensificado sus opiniones y sus emociones. Las de los antivacunas y las de los detractores del Gobierno que, a pesar de no ser propiamente antivacunas, les sirve cualquier coyuntura para apuntar sus miras contra el Gobierno. Aunque, valga la aclaración, existen también aquellas y aquellos que califican en ambos grupos, sí son una combinación tortuosa.
Uno de los mantras feministas más poderosos “mi cuerpo, mi decisión”, de hecho, está siendo abanderado con ímpetu por los antivacunas. Solo que en su lógica, que es al fin y al cabo una lógica conservadora, éste solo aplica en la guerra contra la inoculación. Que a nadie se le ocurra elevar esa máxima en temas como el aborto. No hay que olvidar que muchos de los personajes que hoy lideran el “movimiento” contra los controles vinculados a la bioseguridad son los mismos que lideraron los cuestionamientos a la ampliación de las causales de la despenalización del aborto en el marco de las abrogadas modificaciones al Código Penal. Antivacunas antiderechos, son ahora mismo indisolubles.
Ciertamente países como Italia están instalando la obligatoriedad de la vacunación paulatinamente. Y, de hecho, en los países de la Unión Europa se debate la problemática de la ocupación de Unidades de Terapia Intensiva por parte de ciudadanos COVID-19 no vacunados. El razonamiento es sencillo, los no vacunados están colapsando el sistema de salud y, además, están afectando a personas vulnerables por otras enfermedades de base.
Aunque el plazo para exigir el carnet de vacunas —o en su defecto el test con resultado negativo para COVID-19— se haya ampliado, el efecto de la medida es por demás ponderable. Solo en esta semana se han batido récords de vacunación. Hasta hoy, más del 51% de la población boliviana tiene al menos una vacuna y más del 41% tiene el esquema completo; adicionalmente, más del 5% tiene ya su dosis de refuerzo. Ojalá el ritmo de vacunación se sostenga y ojalá que la ampliación de plazo para el control riguroso no afecte en grandes medidas al sistema de salud. De momento, habrá que seguir pugnando el sentido común con aquellos a los que ni la ciencia ni el dolor por luto les motiva.
Valeria Silva Guzmán es analista política feminista. Twitter: @ValeQinaya.