Nuevo orden o desorden mundial
Una de las lecciones que surge de la crisis del COVID19, la crisis económica y la crisis ambiental o emergencia climática mundial es que, si bien ha habido una respuesta relativamente oportuna de los gobiernos, la respuesta multilateral fue lenta y tímida.
El papel de la OMS en la pandemia debe ser evaluado, así como el de los organismos financieros como el FMI y el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio (OMC) y el de las instituciones de Naciones Unidas.
Una vez más la lección de la crisis pandémica y de la crisis ecológica mundial es que las respuestas unilaterales son por sí mismas insuficientes para resolver problemas públicos que van más allá de las fronteras nacionales como la salud pública y el medio ambiente.
Una de las enseñanzas de la economía es la de diferenciar los bienes públicos de los bienes privados, puesto que teóricamente están disponibles para todos, a diferencia de los bienes privados que solamente tienen acceso para algunos, es decir los bienes públicos “no son excluyentes”. Adicionalmente, tienen la característica de que teóricamente también se supone que pueden ser utilizados una y otra vez por cualquier persona sin que se reduzcan los beneficios que ofrecen a otros, lo que significaría que “no son bienes rivales”.
Sin embargo, a nivel local y nacional es más fácil administrar y proveer bienes públicos, como la cultura, la tecnología, pero a nivel mundial es mucho más difícil como en el caso del medio ambiente y la seguridad sanitaria, puesto que no hay entidades supranacionales con autoridad jurídica y con autonomía financiera para que puedan normar su uso y proveer a todos los países como, por ejemplo, las vacunas contra el COVID-19.
El problema del multilateralismo es de larga data puesto que, en la práctica, ha prevalecido un mundo bipolar o un mundo multipolar como el actual, pero donde se observa la lucha por la hegemonía o por ser el primero entre los relativamente iguales, el llamado primus inter pares.
Si bien los beneficios de la globalización se tienden a aceptar mientras significa la ausencia de obstáculos a los movimientos financieros y de capital, sus costos, como en el caso del deterioro del medio ambiente, no se aceptan puesto que significan compromisos sobre normas a cumplir y recursos a destinar.
Así, el caso de la salida de EEUU del Acuerdo de Paris (COP21 de diciembre de 2015) durante el gobierno de Trump, sobre medio ambiente, fue un claro ejemplo de que primero están los objetivos nacionales y después el resto de mundo. Empero, durante la Cumbre en octubre 2021 sobre la Acción Climática (COP26) convocada por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, 77 países y más de 100 ciudades se comprometieron a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a cero para 2050.
En la crisis sanitaria, la Organización Mundial de la Salud no tiene la autoridad global para imponer normas y reglas, ni siquiera para estandarizar los carnets sanitarios. No tiene los recursos para proveer de vacunas ni para investigar con laboratorios propios para no depender de las empresas farmacéuticas.
En el ámbito financiero, el FMI reaccionó proporcionando asistencia financiera a 87 países por el impacto económico de la pandemia de COVID-19, por un monto de $US 167.700 millones, concentrando en 20 países de la región de América Latina $US 117.000 millones, a través del financiamiento rápido, en los casos de Bolivia, inicialmente, Ecuador, Costa Rica y Panamá, así como los créditos flexibles en los casos de Chile, Colombia, Perú, México.
Realizó una nueva asignación a 190 países de Derechos Especiales de Giro (DEG), que complementa las reservas y proporciona apoyo de liquidez, aunque los países ricos fueron los más beneficiados porque fue en proporción a su participación en el capital del FMI.
Sin embargo, el rol de su directora ha sido duramente criticado. Kenneth Rogoff, que fue economista jefe del FMI, escribió que “En lugar de abrazar su rol tradicional… el FMI ha venido intentando transformarse en una agencia de ayuda”, defendiendo los tradicionales programas condicionados del FMI, papel que habría sido abandonado durante la pandemia al “Entregar financiamiento con pocos condicionamientos”.
Parece que lo que necesitamos es más orden a nivel mundial para dar una apropiada respuesta multilateral a las crisis.
Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.