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Andantino de enero

A FUEGO LENTO

Conocí a Manuel Jiménez, el gran arpista chileno, en La Paz. Hablamos de nuestros pueblos sin nacionalismos retrógrados, auscultando nuestras potencialidades y nuestras limitaciones. Intereses imperiales y de casta manipularon nuestras historias y nos convirtieron en adversarios y no en vecinos que se ayudan para mejorar las condiciones humanas de los sectores más desfavorecidos, concluimos.

Me dijo algo que quedó resonando: Los jóvenes chilenos cambiarán nuestra historia, porque ahora ni los camarones son nuestros.

Conocimos el mar siendo niños, metidos en un camión que llevaba marraquetas a Arica, al percatarnos ahora de dicho contenido, me parece que llevábamos algo más. Cada vez que la ocasión es propicia, nos lanzamos a ver al gran mamífero con asma, cuya respiración apacigua a cualquier persona al unir su horizonte con el cielo y nos devuelve el sentido de elevación del ser humano que no es solo economía.

Las fronteras están cerradas otra vez por la pandemia, así que para conjurar la nostalgia nos fuimos de excursión gastronómica marina y ejercicio de contrabando hormiga al Desaguadero, la frontera con el Perú, que está a menos de tres horas de La Paz.

Durante el corto viaje hacíamos digresiones sobre las turbulencias imaginarias y reales en la economía chilena por la inminente asunción del joven presidente comunista Gabriel Borich, en marzo próximo. Los capitales acumulados por familias de las élites chilenas se han extendido a Perú, Bolivia y la Argentina; el costo fue generar una brecha de desigualdad con sus trabajadores y la población joven, creando bolsones de miseria, cuya muestra más cercana es el incendio de proporciones infernales que aconteció en la ciudad norteña de Iquique, en un barrio de obreros emigrantes y de chilenos empobrecidos.

Las grandes corporaciones y las FFAA chilenas esperan agazapadas esperando el destino del litio, cuyo desarrollo y posterior explotación tiene que ver con la estrategia del litio boliviano y argentino. Puede ser la gran oportunidad para ejercer una autonomía en el gran mercado internacional y su comercialización en condiciones favorables para toda la región. Existe un estudio de la CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) sobre un triángulo del litio conformado por los salares de Atacama, de Uyuni (el más extenso) de Olaruz Cauchari y Hombre Muerto.

Al llegar a nuestro cercano destino tuvimos que pasar en bote por un meandro del río, antes costaba dos bolivianos, ahora cobran cinco. El cambio de moneda se mantiene en casi dos bolivianos por un sol. Fuimos presurosos a ordenar el pantagruélico festín que sirven en el lado peruano y asistimos al galpón de remate de prendas de vestir. Allí casi todo cuesta a mitad de precio de lo que cuesta en La Paz, pero el efecto de este contrabando queda minimizado ante el de combustible. Hace una década advertimos una decena de gasolineras a lo largo de la carretera que conduce a la frontera y nos llamó la atención. Ahora contamos doce camiones de combustible varados por el cierre y dos de aceite vegetal de exportación. Esa asimetría es la que hiere más la economía, habida cuenta que los combustibles son subvencionados por el Estado para mantener su precio y al salir del territorio nacional, son revendidos a mayor precio. ¿Cómo lo hacen?

La actividad comercial en la frontera binacional es menor que hace tres años, en el lado peruano notamos avances en la infraestructura urbana: un paseo ordenado donde están los establecimientos de productos, muchas calles asfaltadas y anotamos un servicio de limpieza pública. Al frente, han crecido en tamaño los dos muladares y en la casi derruida plaza está la fuente con una pileta…sin agua. Un monumento al abandono.

En el tercer año de pandemia, nos enteramos con complacencia, que el alcalde Arias no tocó el presupuesto de la Secretaría de Culturas del Municipio de La Paz, aunque encajó a Turismo a la misma. En gestiones municipales pasadas, La Paz pudo ser nominada tres veces como Capital Iberoamericana de la Cultura, permitiendo posicionar atractivos patrimoniales, artísticos, gastronómicos y promover el turismo internacional, generando divisas limpias. Parece que entendió que la cultura y el arte no son gastos absurdos, como pregonaba su mentora. La economía siempre debe estar puesta al servicio de los seres humanos y no al revés.

Edgar Arandia Quiroga es artista y antropólogo.