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Desigualdades y pobreza: ¡se acaba el tiempo!

TRIBUNA

Con el título Las desigualdades matan, OXFAM —Confederación internacional formada por 19 organizaciones no gubernamentales que en 90 países contribuyen a la resolución de la pobreza y desigualdad—, en enero 2022, presentó un informe sobre el incremento de las desigualdades producidas por el COVID-19. Una de las principales conclusiones del informe señala: “Los diez hombres más ricos del mundo han duplicado sus fortunas mientras que, según se estima, más de 160 millones de personas han caído en la pobreza. Mientras tanto, se calcula que cerca de 17 millones de personas han perdido la vida a causa del COVID-19, una magnitud de muertes sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Estos problemas forman parte de una misma enfermedad, aún más profunda: las desigualdades que fragmentan nuestras sociedades y sesgan vidas, y la violencia enquistada en nuestros modelos económicos […] La desigualdad de ingresos resulta más determinante que la edad a la hora de estimar si alguien perderá la vida a causa del COVID-19.” Es más, el informe denuncia que como producto de las desigualdades, en el mundo, una persona muere cada 4 segundos; que la riqueza que poseen las 252 personas más ricas del planeta es mayor a la que poseen las mil millones de mujeres y niñas de África, América Latina y el Caribe; que las emisiones de dióxido de carbono que produce cada uno de los 20 millonarios más ricos del mundo es 800 veces superior a la que emite cualquier persona de entre los mil millones más pobres del planeta.

Dicho en otras palabras, aunque la realidad duela, para el buen lector, OXFAM revela: 1) Que en pandemia, mientras aparecían más pobres los 10 hombres más ricos del mundo duplicaron sus fortunas, ¿quién dijo que la pandemia afectó a todos por igual?; 2) Que la población con mayor cantidad de muertos por la COVID-19 fueron los que tenían menos ingresos económicos, que las desigualdades no solo son carencias materiales sino que afectan a la propia existencia de la humanidad; 3) Que los modelos económicos predominantes en el mundo en lugar de contribuir a solucionar las desigualdades son parte de las “enfermedades” de carácter social, además que niegan el concepto básico de economía que es una “forma de administrar los recursos disponibles para satisfacer las necesidades humanas”, ¿de grupos privilegiados?; 4) Que las desigualdades acrecientan la inequidad de género, afectando con mayor intensidad a mujeres y niñas; 5) Que los más ricos producen mayores efectos contra la naturaleza, por lo tanto, contribuyen de manera determinante a la crisis ecológica. Todo este panorama demuestra que las desigualdades han provocado que la pandemia de coronavirus resulte más letal, más prolongada, más cruenta y más dañina para la vida de los seres humanos y el medio natural.

Confirma que la pandemia se convirtió en sindemia, no solo enfrentamos una enfermedad de carácter biológico sino también a una enfermedad social expresada en pobreza y desigualdad. Sindemia que no es ningún hecho casual, es una expresión de una crisis civilizatoria que está afectando al propio planeta. “Las crecientes desigualdades económicas, raciales y de género, así como la desigualdad existente entre países, están fracturando nuestro mundo. Esto nunca ha sido fruto del azar, sino el resultado de decisiones deliberadas: la ‘violencia económica’ tiene lugar cuando las decisiones políticas a nivel estructural están diseñadas para favorecer a los más ricos y poderosos, lo que perjudica de una manera directa al conjunto de la población y, especialmente, a las personas en mayor situación de pobreza, las mujeres y las niñas, y las personas racializadas.” (Informe OXFAM, 2022) Así no se puede seguir… no hay más tiempo…

Está claro que requerimos cambios estructurales y soluciones sistémicas como revertir la economía centrada en la producción y el consumismo bajo el modelo de “progreso permanente” y la explotación injusta e ilimitada de la naturaleza y los trabajadores, transformar la manera tradicional de cómo se estructura y concentra el capital financiero, políticas fiscales redistributivas que eviten la concentración de la riqueza en pocas manos, privadas y de las multinacionales, asumir que los llamados servicios básicos no son recursos para la mercantilización sino derechos fundamentales para preservar la vida, etc. Es tiempo de repensar, capitalismo y neoliberalismo.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.