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¿Qué hay más allá de la paridad?

SAUDADE

La paridad es un dispositivo político- institucional. Expresa una conquista de derechos de las mujeres. Es también un valioso resultado (al menos numérico). Antes de la paridad hubo cuotas: acciones afirmativas que, en su momento, pese a los límites, significaron un avance respecto a la exclusión. Ha sido, continúa siendo, un largo camino sembrado de obstáculos. Y después de la paridad, ¿qué hay?, ¿qué sigue? Hay una buena idea, sigue un horizonte en construcción.

De esta cuestión trata ampliamente el informe La paridad más allá de la paridad. Participación política de las mujeres en el largo camino hacia la democracia paritaria intercultural en Bolivia, que acaba de publicarse. El estudio propone no solo una puesta al día en la materia, sino una apuesta radical: que la paridad sea intercultural, que la interculturalidad sea paritaria. Ello implica articular la equivalencia de condiciones y la demodiversidad, principios ineludibles.

Claro que para trascender la paridad se requiere asumir desafíos que abonen un proyecto de transformación política. Un proyecto con igualdad sustantiva en el que converjan las luchas de despatriarcalización y de descolonización. Un proyecto para transformar las relaciones de poder. Nada menos. Cierto que hay avances, pero las barreras persisten. Las normas, en camino incremental, produjeron resultados. No bastan. Es necesaria una nueva generación de reformas.

Allende las reglas, prevalecen obstáculos que limitan el acceso y la permanencia de las mujeres en el campo político. Ahí continúan, impunes, el acoso y la violencia. Pesa también el trabajo de cuidados, sin corresponsabilidad. Y los prejuicios sobre las mujeres políticas: son sensibles, carecen de experiencia, se pelean entre ellas, en fin, no son “merecedoras”. En el núcleo, teñidos de androcentrismo, están los partidos muralla. Y en las asambleas la paridad tropieza en su ejercicio.

Celebramos la paridad democrática, que llegó para quedarse. ¿Y después? Cuenta el para qué. Importa el después. Y es aquí donde el informe impulsado por Oxfam en Bolivia, la Coordinadora de la Mujer y el CESUUMSS quintuplica la apuesta. El camino andado ha sido largo y difícil, el camino por venir también: ir más allá de la paridad, ocupar nuevos espacios, despejar obstáculos, democratizar las organizaciones políticas, generar condiciones paritarias. Tenemos luchas para rato.

Más allá de la paridad habita una buena idea. O mejor: un horizonte en construcción (y en disputa) llamado democracia paritaria intercultural. Hay que radicalizar la paridad. Es imprescindible radicalizar las democracias.

FadoCracia antivacunal

1. A la primera dosis le sigue, obviamente, la segunda. Por si fuera poco, se inventaron una tercera, dizque de refuerzo. Luego piensan inyectarnos un chip. Ah, cabrones. Y al final nos van a robotizar. 2. Todas estas vacunas aparecieron en tiempo récord: millonario negocio de las farmacéuticas. Y experimentan con nosotros. ¿Qué carajo somos? ¿Sus ratones de laboratorio? 3. Uno se vacuna para no contagiarse. ¿No ve? Pero igual el bicho te cae encima. Ahora quieren que nos vacunemos apenas para no morir. 4. Nuestro cuerpo es sagrado. Dios lo hizo así. Y no quiere que lo profanemos con agujas. Vade retro, marca de la bestia. 5. Los gobiernos nunca hicieron nada por nuestra salud. Ahora están ansiosos por vacunarnos. Hay un complot mundial. No les creemos. 6. Es mi decisión personal. Nadie puede obligarme. Respeten mi libertad. Con mis hijos no te metas. 7. La vacuna no protege. Prefiero la inmunidad natural, el consumo diario de dióxido de cloro, la covirginidad. Que su carnet de vacunación se vaya un poquito a la mierda. Y amén.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.