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El ejército de ocupación israelí: entre la mentalidad sangrienta y la movilización criminal

TRIBUNA

Las violaciones y los crímenes de las fuerzas de ocupación y de las milicias de colonos terroristas israelí contra los ciudadanos palestinos indefensos y sus tierras son una política sistemática israelí cuyo objetivo es destruir lo que queda de la cultura de paz en la conciencia de los ciudadanos palestinos; es una llamada explícita a la violencia y al caos para implementar el mapa de los intereses coloniales expansionistas de Israel en la tierra del Estado de Palestina. También se considera una incitación y obstrucción deliberada a cualquier esfuerzo internacional para reactivar el proceso de paz y las negociaciones de acuerdo con las referencias internacionales de paz, especialmente el principio de la solución de dos estados. La potencia ocupante continúa su rebelión contra el derecho internacional y se comporta como un estado por encima y al margen de la ley.

La cosecha de violaciones y crímenes cometidos por Israel contra nuestro pueblo durante el pasado año 2021 confirmó un aumento significativo en los niveles de agresión israelí contra el pueblo palestino, sus tierras, propiedades y lugares sagrados. Más de 2.800 arrestos en la ciudad de Jerusalén, la aprobación de la construcción de 12.000 nuevas unidades de asentamiento y la demolición de 177 viviendas palestinas, además del asesinato de 357 palestinos con una elevada tasa de niños y mujeres entre las víctimas.

La Comunidad Internacional no debe aceptar las declaraciones y posiciones engañosas del gobierno de ocupación y no debe perder de vista la realidad de lo que Israel está haciendo como potencia ocupante al imponer nuevos hechos sobre el terreno con el único fin de evitar un estado palestino independiente con Jerusalén Oriental como capital. La Corte Penal Internacional y todos los organismos internacionales, comenzando por el Secretario General de Naciones Unidas, la presidencia del Consejo de Seguridad, la presidencia de la Asamblea General de Naciones Unidas, el Consejo de Derechos Humanos, los líderes y funcionarios de los países de la comunidad internacional deben asumir sus responsabilidades legales y morales y deben esforzarse por refutar la justificación y narrativa engañosas de la ocupación a nivel internacional, deben revelar el verdadero rostro del gobierno israelí, un gobierno de asentamientos y colonos que presenta ante el mundo, de forma deliberada e intencionada, su debilidad en lo que respecta a los derechos palestinos y a la paz y, al mismo tiempo, muestra su gran fuerza con el robo de tierras palestinas y la construcción de asentamientos, con el objetivo de cambiar la realidad demográfica y geográfica del territorio palestino ocupado. La batalla debe dirigirse contra los asentamientos, la confiscación de tierras palestinas y la anexión progresiva y gradual de la Cisjordania ocupada.

El silencio y la parcialidad de la Comunidad Internacional hacia las autoridades de ocupación y la ausencia real del proceso de paz, que se encuentra completamente congelado y estancado, sin lograr ningún avance en el proceso de arreglo político, anima a Israel a seguir con su agresión. La Comunidad Internacional, haciendo uso de sus responsabilidades, debe tomar acciones urgentes para intervenir y detener todas las formas de genocidio y prácticas inhumanas que existen en Palestina, debe imponer sanciones apropiadas al estado ocupante, a su ejército y a sus líderes y poner fin a este terrorismo bárbaro practicado por el estado ocupante contra el pueblo palestino. La potencia ocupante debe rendir cuentas por estos crímenes y éstos no deben quedar impunes. Estas graves violaciones del derecho internacional alcanzan la categoría de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad.

Las posiciones de la Comunidad Internacional, hasta el momento, son insuficientes y no están a la altura de los ataques, crímenes y violaciones a los que está sometido el pueblo palestino a menos que vayan acompañadas de medidas prácticas y capaces para obligar a la potencia ocupante a detener todas sus actividades de asentamientos, demoliciones de casas y confiscación de tierras y obligándola a participar en un proceso de paz con negociaciones reales y serias bajo la supervisión del Cuarteto Internacional, dentro de un plazo específico para poner fin a la ocupación de la tierra del Estado de Palestina, con Jerusalén Este como capital.

A pesar de la inacción internacional, el pueblo palestino no convivirá con la ocupación y los colonos.

Mahmoud Elalwani es embajador del Estado de Palestina en Bolivia.