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Sunday 16 Jun 2024 | Actualizado a 20:37 PM

Detectar la próxima variante del coronavirus

Rick Bright

/ 4 de febrero de 2022 / 02:16

Cuando los científicos de Sudáfrica notaron un aumento en los casos de COVID- 19 en la provincia de Gauteng en noviembre de 2021, comenzaron a investigar el origen. Estos investigadores y otros más en Botsuana descubrieron con rapidez la variante Ómicron y compartieron su descubrimiento con el resto del mundo. Pero era demasiado tarde: Ómicron ya estaba infectando a gran velocidad a personas en todo el mundo.

La pregunta para un mundo que intenta sobrellevar el vertiginoso paso de Ómicron es ésta: ¿cómo podemos descubrir la siguiente variante lo suficientemente rápido como para detener su propagación? En este momento, la búsqueda de variantes de coronavirus es muy lenta y esporádica. Los científicos de unos cuantos países (Sudáfrica, Botsuana, Estados Unidos y otros) monitorean patrones en el conteo de casos y secuencian con regularidad muestras del virus de personas infectadas para ver si hay cambios genéticos importantes. Los resultados de estos análisis se pueden compartir en una red global, como la GISAID —una comunidad internacional de científicos que comparten abiertamente datos sobre variantes de distintas enfermedades— para comparar secuencias de coronavirus en todo el mundo.

Pero para cuando eso sucede, a menudo las variantes ya se están propagando en una comunidad y probablemente ya se han extendido a otros sitios.

Pero hay lugares que podrían ayudar a los científicos a encontrar nuevas variantes aún más rápido: las aguas residuales y el aire. Hay rastros del coronavirus en las heces y en el aliento exhalado de las personas. Y, por lo tanto, el virus se puede detectar antes de que las personas se hayan hecho una prueba o hayan desarrollado síntomas.

Científicos de Nueva York, Boston y otras partes han utilizado el monitoreo de aguas residuales en la ola de Ómicron. Así han podido identificar aumentos abruptos de casos en vecindarios específicos incluso antes de que se haya identificado una variante a partir de pruebas individuales con hisopos. También ayudan a detectar disminuciones de casos: funcionarios en Minneapolis y Saint Paul, Minnesota, por ejemplo, vieron una disminución en la cantidad de virus en las aguas residuales y pronosticaron que el pico de Ómicron ya había pasado.

Se le ha prestado mucha menos atención a las muestras de aire. Funcionarios en China han desarrollado un sistema de detección que usarán para recolectar y analizar muestras de aire de las instalaciones de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín. En Estados Unidos, una alianza entre la ciudad de Davis, California, y la Universidad de California en Davis está monitoreando los filtros de aire en las escuelas primarias para detectar el virus.

Hasta ahora, los científicos han utilizado en buena medida muestras ambientales como éstas para rastrear tendencias en las concentraciones de coronavirus e identificar puntos críticos. Pero estas muestras también pueden ser una ventana al modo en el que una nueva variante de preocupación se comporta en la comunidad.

Hay, sin embargo, algunos desafíos prácticos. Las muestras ambientales pueden contener mucho ruido de fondo: muchos otros virus, bacterias y hongos que se encuentran en los desechos humanos. Determinar qué es importante y qué no lo es puede ser difícil. La coordinación es otro problema: el mundo necesita desarrollar un consenso sobre cómo analizar las secuencias ambientales y crear un centro que permita compartir información y conocimientos casi en tiempo real entre los países.

A medida que estas iniciativas se busquen y financien, también es importante que el público conozca cómo funcionan las pruebas ambientales y la secuenciación para evitar parte de la desinformación y los malentendidos que han afectado la percepción de otras medidas de salud, como las vacunas. Quienes implementen esos análisis deben dejar en claro que las muestras ambientales son anónimas: no confirman qué persona tuvo el virus, solo indican si el coronavirus está en una comunidad.

Probar y secuenciar muestras de virus que se encuentran en aguas residuales o en el aire no es una solución singular; se utiliza mejor junto con otras fuentes de datos para establecer una visión más amplia y holística de la propagación de un patógeno en una comunidad y en todo el mundo. Pero debido a que es la forma más rápida de detectar variantes, puede ayudar a los líderes a prepararse y, potencialmente, prevenir la próxima ola de coronavirus, y, con suerte, la próxima pandemia.

Rick Bright es inmunólogo, virólogo y experto en vacunas.

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El nuevo caso humano de gripe aviar

Rick Bright

/ 4 de junio de 2024 / 06:56

El tercer caso humano de H5N1, reportado el jueves en un trabajador agrícola en Michigan que experimentaba síntomas respiratorios, nos dice que la situación actual de la gripe aviar se encuentra en un peligroso punto de inflexión. El virus se está adaptando de maneras predecibles que aumentan su riesgo para los humanos, lo que refleja nuestra incapacidad para contenerlo desde el principio. Las soluciones a esta crisis que se está gestando, como las pruebas integrales, han estado ahí desde siempre y se están volviendo cada vez más importantes. Si seguimos ignorando las señales de advertencia, solo nosotros tenemos la culpa.

El H5N1 ha sido durante mucho tiempo más que un problema de aves. El virus ha llegado al ganado lechero en nueve estados y ha afectado a 69 rebaños que conocemos. De los tres casos humanos de H5N1 que se han identificado, todos involucran a trabajadores agrícolas que estuvieron en contacto directo con vacas o leche infectadas. Los dos primeros casos fueron relativamente leves y presentaron síntomas como irritación ocular o conjuntivitis. Sin embargo, el caso más reciente ha mostrado signos más preocupantes, incluida la tos.

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La aparición de síntomas respiratorios es desconcertante porque indica un cambio potencial en la forma en que el virus afecta a los humanos. La tos puede propagar virus más fácilmente que la irritación de los ojos. Se deben esperar nuevos síntomas a medida que el virus continúa propagándose y adaptándose a los humanos. Sin embargo, nuestra respuesta a este peligro inminente ha sido lamentablemente inadecuada, particularmente en el área de las pruebas.

Los casos no detectados de H5N1 significan que las personas infectadas pueden seguir propagando el virus sin saberlo. Esto es especialmente peligroso en comunidades agrícolas donde es común el contacto cercano con animales y otros trabajadores. Cada caso perdido es un eslabón potencial en una cadena de transmisión que podría conducir a un brote más amplio.

Es por eso que necesitamos una estrategia nacional sólida de pruebas, coordinada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, que incluya pruebas de diagnóstico y serológicas. Esto debería ir acompañado de esfuerzos de extensión de los departamentos de salud estatales y locales para garantizar que los trabajadores agrícolas tengan acceso a las pruebas y se sientan seguros al utilizarlas.

Estados Unidos también debe mejorar la vigilancia y la recopilación de datos para tener una imagen más clara del brote. Esto incluye aumentar las pruebas en áreas con infecciones conocidas, realizar exámenes periódicos de las poblaciones en riesgo por parte de los departamentos de salud estatales y locales y utilizar enfoques innovadores como la vigilancia de las aguas residuales para detectar el virus en las comunidades de manera temprana.

Para nublar aún más nuestra comprensión del brote, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha tardado en compartir datos de secuencia viral de importancia crítica de animales infectados con el virus H5N1. Si bien varios estados informan continuamente sobre nuevas infecciones en vacas, el USDA no ha compartido una secuencia de virus recolectada de una vaca en varias semanas.

Este brote de H5N1 es una advertencia. El reporte de síntomas respiratorios no es una buena señal y esta no es una buena forma de prevenir una pandemia.

TRIBUNA 2

(*) Rick Bright es columnista de The New York Times

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