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Los modelos de desarrollo económico

CIUDAD FUTURA

La discusión sobre los modelos de desarrollo fue muy fecunda en América Latina en las dos décadas subsiguientes a la Segunda Guerra Mundial. Los países latinoamericanos enfrentaban a la sazón el agotamiento de los impulsos dinámicos originados en la transformación estructural generada por la industrialización en las décadas anteriores.

El modelo de sustitución de importaciones tuvo su justificación en la necesidad de responder al cierre de las fuentes de abastecimiento externo emergente de la Gran Depresión de los años 30 y de la Segunda Guerra Mundial. Hasta entonces, América Latina había participado en la división internacional del trabajo como proveedora de materias primas a cambio de manufacturas y bienes de capital. Para ilustrar dicha configuración de las relaciones económicas internacionales, la CEPAL acuñó el término de sistema Centro- Periferia, a fin de justificar la necesidad práctica de la conducción estatal de la economía, en vista de las diferencias estructurales entre los países industrializados y los países agrarios y mineros. A tal efecto, hubo que explicar la concentración sistemática del excedente en las economías industrializadas del Centro, en perjuicio de las economías primario-exportadoras de la Periferia. La sustitución de importaciones en las economías periféricas estaba destinada a retener el excedente y revertir el deterioro secular de los términos del intercambio entre ambos tipos de economías. Respondía por consiguiente a una configuración histórica particular de la economía mundial, y mucho menos a opciones doctrinales.

Por otra parte, en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial el trasiego hegemónico de Inglaterra a los Estados Unidos trajo consigo un cambio drástico en el funcionamiento de los flujos internacionales, en vista de que Inglaterra era una economía abierta con un coeficiente de importaciones cercano al 50% de su oferta interna, mientras que los Estados Unidos era (y sigue siendo) una economía cerrada con un coeficiente de importaciones menor al 5% de su oferta interna. De aquí derivó la necesidad de un formidable ajuste en las economías periféricas.

Traigo a colación esta referencia a los cambios estructurales del sistema internacional de comercio e inversiones en las décadas de los años 50, para fortalecer el argumento de que el modelo de sustitución de importaciones de América Latina respondió a una constelación histórica compuesta por un drástico cambio del orden económico internacional; una estructura económico, social y política sostenida por una coalición compuesta por la burguesía y los obreros de la industria y los partidos nacionalistas en el poder, que impulsó la trasferencia del excedente desde los sectores primarios, agrarios y mineros al sector de la industria manufacturera, protegido con instrumentos arancelarios, cambiarios y salariales.

La crítica que se desplegó desde las trincheras neoliberales de la academia y los organismos financieros fue desde entonces implacable, pero injusta en la medida que argumentó con doctrinas lo que en realidad fueron decisiones pragmáticas impuestas por las condiciones concretas de la época.

Conviene reflexionar sobre estas cuestiones, puesto que las políticas económicas aplicadas por el presidente Arce son nombradas con términos que evocan experiencias pasadas bien conocidas, pero que han sido largamente superadas en el curso de las pasadas siete décadas.

La conducción de las políticas públicas requiere ciertamente un modelo económico bien designado que contemple los objetivos, las fuentes de financiamiento, el destino de las inversiones y la articulación entre sectores y regiones, y que tenga como prioridad el aumento sistemático de la productividad y la sostenibilidad social y ambiental.

Horst Grebe es economista