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Niñas y ciencia

Internet a la boliviana

La participación de las niñas en comparación a los niños en la creación tecnológica y la ciencia es marcadamente baja. La UNESCO en un informe de 2020 menciona que solo el 30% de investigadoras y científicas en el mundo son mujeres. Esto mismo ocurre en Bolivia, donde el 80% de inscritos y titulados de carreras tecnológicas, científicas, de ingeniería y matemáticas son hombres. ¿Por qué sucede esto?

Hay muchas situaciones que lo explican y pocas tienen que ver con que naturalmente las mujeres no gustan de esas carreras. No existe —al menos no se ha comprobado que exista— alguna característica biológica que haga que los hombres gusten más de las ciencias y la tecnología que las mujeres. Son más bien razones culturales y de frecuencia de contacto con elementos tecnológicos cotidianos, como la elección que las familias hacen acerca de quién usará preferentemente el único celular de la casa, por ejemplo, en cuyo caso el elegido suele ser el hijo hombre. Es decir, la sociedad elige dar un privilegio de familiaridad con la tecnología a los hombres desde que son jóvenes y le niega, de esta manera, a las mujeres el desarrollo de su curiosidad por la ciencia y la tecnología.

El 11 de febrero de todos los años se celebra el Día Internacional de las Niñas en las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación) y es un día para hacer notar estas diferencias y plantear soluciones.

La solución no solo pasa por promover la participación de más mujeres en edad universitaria en las carreras tecnológicas, científicas, ingenierías y ciencias puras, ya que como vimos en el ejemplo, cuando las niñas están por comenzar el estudio universitario, como sociedad ya estamos relativamente tarde para animarlas a elegir carreras científicas. La labor comienza antes, en la casa y en el colegio, facilitar el acceso equitativo a la tecnología es un paso pero también eliminar sexismos en los juguetes, imponer roles suaves, rosados y llorones a las mujeres, en vez de entender que niños y niñas están explorando y despertarán curiosidad tanto por aprender a cocinar como por deshacer un tanquecito para ver qué tiene dentro.

El aporte de una mirada de género en la creación científica enriquece a la ciencia en sí misma pero también amplía el horizonte científico para facilitar soluciones amplias para hombres y para mujeres desde sus propias perspectivas, pero también en una oferta cruzada, es decir, seres humanos con sus diversas experiencias e identidades pensando y resolviendo problemas para todos, sin importar el género.

Y, ante todo, una ciencia inclusiva permite y multiplica opciones para que las y los seres humanos sean plenos, felices, realizados en las actividades que decidan realizar.

Eliana Quiroz es ciberactivista y burócrata. blog: www.internetalaboliviana. wordpress. com