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El origen es la injusticia

CON LA PUNTA DE LA AGUJA1

La práctica de la justicia es la gran preocupación del pueblo boliviano, por eso es que caer en un juicio es considerado como una de las grandes desgracias en la que una persona o familia podría caer. Gastar todos los ahorros, enfermarse con la preocupación, perder el tiempo en los juzgados, quedar sin energías para la vida misma y en la mayoría de las veces, finalmente, no conseguir justicia.

Vamos a hacer un recorrido por el origen de las prácticas sociales sobre la justicia. ¿Qué es la justicia? Es una palabra que resume la experiencia humana sobre cómo solucionar conflictos. También en esa palabra podemos decir que se sintetizan los deseos sobre cómo queremos vivir en una determinada sociedad y cultura. La justicia establece, a la vez, la forma de relacionarnos entre las personas en un determinado territorio.

En la base de las prácticas y concepciones de lo que hoy podemos nombrar como justicia —por contradictorio que parezca— en la base está la experiencia de la injusticia. En origen, la experiencia de la injusticia son sentires sentimientos; de humillación, exclusión, despojo y violencia. Vulnerabilidades, violencias por las cuales se reclama, pues hay responsables de causar esos sentimientos de violencias. Esa experiencia está presente en todos los pueblos del mundo. Podemos afirmar por lo tanto que en el origen de la construcción de los conceptos y prácticas de la justicia —en la base— está la experiencia de la injusticia, el reclamo por esos sentimientos que duelen, la exigencia de ubicar responsabilidades y, por lo tanto, determinar las formas de reparación, para tener un sentimiento sanador de ese dolor. Todo esto es la experiencia de lo que podemos llamar injusticia y también la experiencia de la construcción de la justicia.

Son los grupos de poder los que se apropiaron de todas estas experiencias, tanto de la injusticia como de la búsqueda de construir justicia desde los pueblos. Los grupos dominantes estructuraron, escribieron, institucionalizaron estas experiencias, que estuvieron y están en todas y todos. Son los Estados Nación, después de la Revolución Francesa y en la construcción de la República de Bolivia, los que se apropiaron de la justicia. Es a partir de este momento histórico que la oligarquía boliviana se apropia de la estructuración e institucionalización de la justicia, lejos de los pueblos. Es con el interés de garantizar sus privilegios, la impunidad en sus delitos y legitimar las violencias de estos grupos de poder en Bolivia.

Esa es la trampa de los pueblos, trampa en la que hoy se nos presenta la justicia como algo ajeno, de propiedad de abogados y abogadas, las y los llamados “especialistas o notables”. El proceso de cambio realizó un acto muy importante de descolonización y desmitificación de un aparato judicial para iniciar transformaciones fundamentales. Nos referimos a elegir magistrados con el voto popular. Sin embargo esa excelente medida no tuvo continuación, esta transformación quedó ahí. La revolución de la justicia tiene que ser un proceso profundo de responsabilidad social, de compromiso y no un acto clientelar que cae en lo mismo que se criticaba.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.