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El fracaso de Facebook

Voces

No han faltado explicaciones para la espectacular y repentina caída en el valor de las acciones de Facebook que ocurrió recientemente. En un informe de resultados, Meta, la empresa matriz de Facebook, señaló que su crecimiento de usuarios se había estancado. La gente joven, su sector demográfico más valioso, sigue pasando tiempo en TikTok, la irresistible aplicación de videos cortos que se ha vuelto la competencia más formidable de Facebook en años.

Las nuevas funciones de privacidad que agregó Apple al iPhone el año pasado también están obstaculizando las principales fuentes de ingresos de Facebook: los anuncios digitales focalizados. La empresa mencionó que los cambios de Apple podían costarle 10.000 millones de dólares en ingresos el próximo año. Además, Meta divulgó que el año pasado había gastado 10.000 millones de dólares en la construcción de su nuevo homónimo, el metaverso, el mundo fantástico de realidad virtual al que Facebook le está apostando como la próxima gran novedad de internet, pero que, hasta ahora, sigue siendo más virtual que realidad.

Los inversionistas se tambalearon. Hace un par de semanas, el valor de las acciones de Meta perdió más de 250.000 millones de dólares.

Pero al fondo de la gran cantidad de problemas costosos de Facebook se encuentra uno en particular que es más importante, una situación que ha asolado a la empresa durante más de una década, y que Mark Zuckerberg —el cofundador de Facebook— en realidad nunca ha sabido cómo enfrentar.

El problema es la innovación: Facebook parece incapaz de alcanzarla. La empresa simplemente no parece saber cómo inventar nuevas cosas que tengan éxito. La mayoría de sus más grandes logros —no solo dos de sus principales productos, Instagram y WhatsApp, sino muchas de sus funciones más usadas, como las historias de Instagram— fueron inventados en otras partes. Llegaron hasta Facebook ya sea por medio de adquisiciones o, cuando eso no funcionó, como copias descaradas.

Sin embargo, comprar y copiar otras ideas se ha vuelto cada vez más difícil para Facebook. Los reguladores de todo el mundo, recelosos del tamaño de Facebook y su poder sobre el mercado, están hartos de permitirle devorar a cualquier competencia potencial. Además, las aplicaciones más grandes de Facebook están tan atiborradas de funciones clonadas de otros lugares que se están volviendo caóticas y dispersas.

Mientras tanto, es fácil ver por qué los inversionistas podrían sentirse escépticos de que Facebook sea la empresa que inventará la siguiente gran novedad, ya sea el metaverso o cualquier otra cosa. Ha pasado mucho tiempo desde que Facebook creó algo verdaderamente revolucionario.

Durante muchos años, la estrategia de fotocopiar funcionó bien. Ni siquiera había realmente nada deshonroso al respecto: las mejores ideas en el mundo de la tecnología, o, en realidad, en la vida, a menudo son pastiches de muchas ideas di-ferentes. Como dijo Steve Jobs: “Los buenos artistas copian. Los grandes artistas roban”. La destreza de Facebook recae en su excelencia operativa más que en su originalidad.

Facebook no parece capaz de crear cosas nuevas. Su negocio de realidad virtual — construido a partir de su adquisición de la empresa emergente de realidad virtual Oculus en 2014— ha creado aparatos interesantes y su gasto en el metaverso podría producir nuevos y asombrosos mundos virtuales. Sin embargo, es razonable ser escéptico.

La gran pregunta sobre la inmensa apuesta de Facebook en la realidad virtual es si esta puede reavivar el espíritu innovador que tuvo la empresa en sus inicios. Facebook se ha colgado de los inventos de otras personas durante tanto tiempo que es muy difícil ver hacia dónde va ahora que su mimeógrafo se atascó. Tal vez llegó la hora de un nuevo eslogan corporativo inspiracional: Muévete rápido… y crea cosas.

Farhad Manjoo es columnista de Opinión.