Por qué retiré mi pódcast de Spotify

A veces veo un programa de telerrealidad llamado Construcciones remotas, sobre personas que deciden construir casas en lugares apartados donde puedan llevar vidas sustentables. A lo largo de una hora, veo a alguien construir una yurta o una choza de barro con paredes de mazorca de maíz. Está claro que lo que buscan estos ermitaños contemporáneos es una existencia aislada, en la que nada les afecte y ellos no afecten nada más allá de las fronteras de su hogar. Eso es una ilusión, sin duda, pero entiendo el atractivo de la idea.
Soy escritora. Suelo escribir sobre mis opiniones y sé que no puedo hacer eso de manera aislada, por tentador que a veces parezca. Creo que debemos estar expuestos a una multitud de ideas y perspectivas interesantes, incluso aquellas que desafían nuestras creencias más arraigadas.
Joe Rogan es una persona de mente curiosa. Recuerdo haberlo visto en otro programa de telerrealidad, Fear Factor, del cual fue anfitrión en los primeros años de este siglo. En la actualidad es anfitrión de un pódcast muy popular en Spotify, The Joe Rogan Experience, para el cual afirma que se prepara muy poco. Los episodios son largos y dispersos, pues Rogan reflexiona sobre cualquier tema que ocupe su mente, como afirmaciones falsas de que las vacunas contra la COVID son “en esencia, una genoterapia”, por ejemplo. Sus invitados suelen ser personas que rondan la periferia intelectual y proveen información errónea y peligrosa sobre la COVID y otros temas. Rogan dice que es de mente curiosa, que solo le interesa hacer preguntas. Una manera conveniente de esquivar la responsabilidad de confundir a las personas a la hora de tomar decisiones de salud.
Rogan ha sido recompensado por estos esfuerzos, pues se dice que firmó un contrato de alrededor de 100 millones de dólares cuando trasladó su pódcast a Spotify.
Frente a las protestas y los boicots iniciados por los músicos Neil Young y Joni Mitchell, tanto la empresa como Rogan han ofrecido gestos conciliatorios. La semana pasada, el director ejecutivo y cofundador de Spotify, Daniel Ek, defendió los esfuerzos de la compañía para combatir la desinformación, que incluyen la creación de advertencias de contenido para programas que hablen sobre la COVID-19, pero no la eliminación del pódcast de Rogan de la plataforma.
Spotify no existe en un mundo aislado, y las decisiones que toma sobre el contenido que aloja tienen consecuencias. Decir que Rogan quizá no debería tener acceso ilimitado a los más de 400 millones de usuarios de Spotify no equivale a censura, equivale a una selección.
La desinformación ha llevado a decenas de millones de personas a creer que a Donald Trump le robaron su victoria en las elecciones de 2020; contribuyó a la insurrección del 6 de enero; ha ayudado a prolongar la pandemia de COVID-19.
Tengo un pódcast en el que converso con personas interesantes. Hasta el primer día de febrero estuvo en Spotify, pero he decidido tomar una postura firme. Me uní a Young, Mitchell y un creciente grupo de creadores, y retiré The Roxane Gay Agenda y todos sus archivos de Spotify, aunque seguirá disponible en otras plataformas.
No estoy tratando de coartar la libertad de expresión de nadie. Joe Rogan y otros como él pueden seguir difundiendo información errónea e intolerancia con orgullo en audiencias enormes. Las plataformas que compartan esas recompensas pueden seguir haciéndose los desentendidos. Pero, al menos ahora, yo no lo haré.
Roxane Gay Es colaboradora de Opinión de The New York Times