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Friday 29 Mar 2024 | Actualizado a 08:19 AM

Un alto precio para mujeres y niñas

/ 8 de marzo de 2022 / 02:10

Más de un millón de personas, en su mayoría mujeres, niños y niñas, han huido ahora de sus hogares en Ucrania a países vecinos. Para ellas, el desplazamiento traerá una mayor vulnerabilidad a la violencia, el abuso sexual y la explotación. Por otra parte, muchas de estas mujeres están embarazadas y podrían necesitar atención médica o ayuda con embarazos complicados. La falta de acceso a servicios de salud en estas situaciones pone sus vidas en riesgo.

Los conflictos, los impactos climáticos y la prolongada pandemia de COVID-19 han profundizado las desigualdades de género. En la actualidad, un número récord de personas en el mundo entero se encuentran desplazadas y requieren asistencia humanitaria y acceso a servicios esenciales, y son las mujeres y las niñas las que están pagando el precio más alto.

A pesar de que el conflicto en Yemen ha escapado de la atención mundial, siete años de lucha han diezmado su sistema de salud, y se estima que ha dejado a 5 millones de mujeres y niñas sin acceso a servicios de salud sexual y reproductiva vitales. Hoy en día, una mujer muere durante el parto cada dos horas en ese país por causas que se podrían evitar casi por completo.

Para millones de mujeres y niñas que han vivido a la sombra del conflicto en el este de Ucrania durante los últimos ocho años, es probable que la violencia de género, que ya es una realidad cotidiana, empeore. Para algunas mujeres y niñas en Siria, la violencia y el abuso son lo único que siempre han conocido.

En pocas palabras, a las mujeres y las niñas que viven en emergencias en todo el mundo se les priva de la capacidad de asumir el control de sus cuerpos, vidas y futuros. Su sufrimiento es inmenso; es injustificado e innecesario.

El notable avance mundial que se ha logrado durante las últimas dos décadas en el ámbito de la salud y los derechos sexuales y reproductivos está en peligro en los entornos frágiles y de conflicto en el mundo entero. Vimos cómo, con gran rapidez, avances logrados con tanto esfuerzo a favor de las mujeres y las niñas se perdieron a consecuencia de la crisis en Afganistán. En Tigray, en el norte de Etiopía, y en Cox’s Bazar, en Bangladesh, las mujeres y las niñas continúan pagando el alto costo del conflicto y sus secuelas.

En las Filipinas, lo mismo que en Haití, Tonga y otros pequeños Estados insulares en desarrollo, los impactos de la crisis climática y la intensificación de los desastres naturales puso presión en los medios de subsistencia de las mujeres y su capacidad de acceso a alimentos, agua y otras necesidades básicas, lo cual las ha vuelto más vulnerables a situaciones de discriminación, explotación y abuso.

El día de hoy, con motivo del Día Internacional de la Mujer, hago un llamado a la comunidad internacional a garantizar la salud, los derechos y la dignidad de las mujeres y las niñas, y a proteger la infraestructura crítica en todos los países afectados por conflictos y crisis. Los servicios de salud sexual y reproductiva no deben ser una ocurrencia tardía durante las emergencias. En el caso de la mujer a punto de dar a luz, o la adolescente sometida a abuso sexual, estos servicios son tan vitales como los alimentos, el agua y los albergues y pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Debemos escuchar las voces de las mujeres e invertir en su liderazgo y resiliencia. Las mujeres unen a las comunidades; las mujeres lideran esfuerzos para mitigar y adaptarse al cambio climático; y las mujeres pueden impulsar la conciliación y garantizar una paz duradera.

En todo conflicto o crisis, cada día es un día más que nos aleja de la posibilidad de crear el futuro mejor, más sostenible y equitativo que queremos. Las mujeres y las niñas en el mundo entero necesitan y merecen la paz.

Natalia Kanem es directora del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

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Parteras y obstetrices ante la COVID-19

Conmemoramos a las parteras y enfermeras obstetrices, las heroínas anónimas en la primera línea de respuesta a la crisis del coronavirus

/ 6 de mayo de 2020 / 06:21

A medida que el planeta entero libra una batalla contra la COVID-19, las mujeres continúan quedando embarazadas y siguen naciendo bebés. Los partos no se detienen ante la pandemia, y el trabajo de las parteras, tampoco. Ellas se encuentran trabajando de manera incansable en la primera línea de la respuesta en maternidades, centros de salud y albergues para mujeres en el mundo entero, en donde arriesgan su vida y su bienestar para salvar las vidas de mujeres y recién nacidos.

En muchos de los países que se han visto severamente afectados por la crisis de la COVID-19 existen parteras que están muriendo a causa de la falta de equipo de protección personal (EPP) y la falta de apoyo en general. En muchos establecimientos de salud se ha reubicado a las parteras para integrarlas a la respuesta al virus, lo cual deja a las mujeres sin acceso a servicios vitales en los que el factor tiempo es decisivo. En el marco de la respuesta general del sector sanitario ante la pandemia, la salud materna y neonatal debe ser una prioridad.

En el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) aplaudimos la labor de todas las parteras, y nos comprometemos a apoyarlas a través de nuestra colaboración con los gobiernos nacionales con el fin de protegerlas de la COVID-19. Las parteras son la columna vertebral de los sistemas de salud materna, ya que realizan tareas que van mucho más allá de atender partos. Esta crisis ofrece una oportunidad para que todas y todos hagamos más para contribuir a los esfuerzos de las parteras y a la salud y los derechos sexuales y reproductivos de todas las mujeres en todas partes.

En los países en los que estos derechos y opciones se cuestionan o se encuentran bajo amenaza, las parteras están levantando la voz para visibilizar las muertes maternas evitables y la falta de acceso a la planificación familiar. También están dando la voz de alarma en relación con la violencia por razón de género y las prácticas nocivas, como la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil. Se han constituido en agentes de cambio en aras de la igualdad de género.

Las parteras brindan apoyo a las mujeres en sus momentos más vulnerables. Día tras día, defienden el derecho humano de las mujeres a tener un embarazo y un parto seguros, a pesar de que ellas mismas a menudo enfrentan situaciones de discriminación, acoso sexual y desigualdad salarial. Ahora, estos desafíos se ven exacerbados por el miedo y la incertidumbre que provoca la COVID-19.

Tradicionalmente, las parteras han jugado un papel vital en la respuesta a las pandemias. En un momento en el que los sistemas de salud de muchos países están completamente saturados, las parteras están demostrando su valor y resiliencia a seguir ayudando a las mujeres en edad de procrear, incluso en las circunstancias más adversas.

UNFPA está apoyando a las parteras que se encuentran en la primera línea de respuesta a la COVID-19 en todo el mundo, proporcionándoles insumos y equipo de protección personal; fortaleciendo la capacidad de los sistemas de salud de modo que los servicios de maternidad no sean dejados atrás; y asegurándose de que las mujeres embarazadas y lactantes (incluidas aquellas que están en cuarentena) reciban la atención que necesitan en el momento en que la necesitan.

Ahora más que nunca debemos emprender acciones para lograr el reconocimiento de las parteras como promotoras incansables de la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas. He aquí tres maneras en las que usted puede contribuir a esta causa durante este 2020, el Año Internacional del Personal de Enfermería y Partería.

i) Demuestre su apoyo: reconozca e informe a otras personas acerca de la función vital del personal de partería en la disminución de la morbimortalidad materna y neonatal. Sin las parteras, muchas mujeres y bebés más morirán durante el parto por causas prevenibles durante la pandemia.

ii) Celebre los logros de las parteras y su contribución al mejoramiento de la salud sexual, reproductiva, materna y neonatal. Hágales sentirse orgullosas de formar parte del personal sanitario que se encuentra en la primera línea de respuesta a la COVID-19.

iii) Invite a los encargados de formular políticas a introducir cambios. Para ello es necesario insistir en el reconocimiento al personal de partería como profesionales excepcionales, a las que además se les debe proporcionar recursos suficientes. También es necesario exigir inversiones en la partería y honrar su contribución a la salud materna y neonatal.

Hagamos un frente común, con y a favor de las parteras, para priorizar y proteger la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, incluso en estos momentos tan difíciles.

(NdE. Este artículo fue publicado en ocasión del Día Internacional de la Partera, que se celebra el 5 de mayo).

Natalia Kanem, directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

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El poder de decidir

Ningún país puede afirmar haber hecho realidad el ejercicio de los derechos reproductivos.

/ 21 de octubre de 2018 / 04:15

La posibilidad de decidir puede cambiar el mundo. Puede mejorar rápidamente el bienestar de las mujeres y las niñas, transformar familias y sociedades, y acelerar el desarrollo mundial. La medida en que las parejas y las personas disfrutan de la posibilidad real de decidir si tener o no hijos, y cuándo y cuántos tener, también repercute directamente en los niveles de fecundidad. Cuando las personas pueden tomar esas decisiones por sí mismas, tienden a elegir familias más pequeñas. En los casos en que sus opciones son limitadas, suelen formar familias grandes o muy pequeñas, a veces incluso sin hijos.

Ningún país puede afirmar haber hecho realidad el ejercicio de los derechos reproductivos de todas las personas. La falta de opciones afecta a demasiadas mujeres en todo el mundo. Es decir, todavía hay millones de personas que tienen más o menos hijos de los que desean; y esta situación encierra consecuencias que trascienden el plano individual y alcanzan a las comunidades, las instituciones, las economías, los mercados de trabajo y hasta a naciones enteras.

Para algunas, el ejercicio de los derechos reproductivos se ve frustrado por sistemas de salud que no brindan servicios esenciales como el acceso a anticonceptivos. Para otras, las barreras económicas, incluidos los trabajos de mala calidad y mal remunerados, y la ausencia de servicios de cuidado del niño, hacen que sea casi imposible formar o ampliar una familia.

Una de las causas subyacentes de estos y otros obstáculos es la persistente desigualdad de género, que niega a las mujeres el poder de tomar decisiones fundamentales sobre su vida. En el Programa de Acción de 1994 de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, los gobiernos se comprometieron a garantizar el derecho de las personas a tomar decisiones informadas sobre su salud sexual y reproductiva como una cuestión de derechos humanos fundamentales. Ahora, casi 25 años después de ese evento internacional, sigue siendo necesario asegurar que las personas tengan acceso a los medios oportunos para decidir libre y responsablemente el número, el momento y el espaciamiento de los embarazos.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible consagra estos principios al hacer de la salud y los derechos reproductivos un objetivo específico. De hecho, los derechos reproductivos son fundamentales para la consecución de todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En esto consiste el poder de decidir.

El camino que debemos seguir es el ejercicio pleno de los derechos reproductivos de cada persona y de cada pareja, sin importar dónde o cómo viven ni cuánto ganan. Por tanto, debemos eliminar todas las barreras, ya sean económicas, sociales o institucionales, que impiden el derecho a decidir de manera libre y fundamentada sobre este ámbito.

Al final, nuestro éxito no solo se basará en alcanzar lo que consideremos que es la fecundidad óptima. La verdadera medida del progreso son las personas, especialmente el bienestar de las mujeres y las niñas, el disfrute de sus derechos y la igualdad plena, y la posibilidad de tomar decisiones libres en la vida.

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La planificación familiar es un derecho humano

La planificación es fundamental para el empoderamiento de las mujeres y poder alcanzar el desarrollo sostenible.

/ 11 de julio de 2018 / 04:00

Hace 50 años, el mundo declaró que “los padres tienen el derecho humano básico de decidir, de manera libre y responsable, el número y el espaciamiento de sus hijos”, durante la Conferencia Internacional sobre los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que se celebró en Teherán, el 13 de mayo de 1968.

La planificación familiar no solo es un asunto de derechos humanos, también es fundamental para el empoderamiento de las mujeres, la reducción de la pobreza y poder alcanzar el desarrollo sostenible.

No obstante, en las regiones en vías de desarrollo, cerca de 214 millones de mujeres aún carecen de acceso a métodos de planificación familiar seguros y eficaces, por razones que van desde la falta de información o servicios, hasta la falta de apoyo de sus parejas o comunidades. Esta situación amenaza su capacidad para construir un mejor futuro para ellas mismas, para sus familias y sus comunidades.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) contribuye a ampliar el acceso a la planificación familiar en los países en vías de desarrollo a través de estrategias dirigidas a garantizar un suministro confiable de una amplia gama de anticonceptivos modernos, fortalecer los sistemas nacionales de salud y promover la igualdad de género.

UNFPA está plenamente comprometido en apoyar de manera sostenida los esfuerzos de los países para hacer valer el derecho de las personas, especialmente de las mujeres, a planear una familia. Estamos trabajando arduamente para poner fin a la necesidad insatisfecha de la planificación familiar voluntaria en los países en vías de desarrollo para el 2030.

Sin embargo, no podemos hacerlo solos. Los gobiernos, los legisladores, el sector privado y la sociedad civil deben unir esfuerzos para hacer de este objetivo una realidad. Para comenzar, los países desarrollados podrían reducir la brecha del financiamiento para servicios de planificación familiar si aportaran tan solo 20 centavos de dólar por persona por año. Si tomamos en consideración los beneficios potenciales para las familias, las sociedades y las naciones, ese esfuerzo resultaría una inversión en el futuro del mundo, estratégica y totalmente factible.

Hoy, en ocasión del Día Mundial de la Población, UNFPA hace un llamado a los gobiernos a cumplir sus compromisos con el fin de garantizar el acceso universal a la atención de la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos, incluidos la información y los servicios de planificación familiar, tal como fue acordado por la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de 1994 y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Las inversiones en planificación familiar que se hagan hoy serán inversiones en la salud y el bienestar de millones de mujeres pertenecientes a las generaciones futuras. *(Mensaje en el Día Mundial de la Población).

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