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Con justicia colonial no se detendrán las rebeldías

DE FRENTE EN EL PACHAKUTI

Una de las disciplinas del conocimiento y de las más antiguas que justificó siempre toda forma de colonialismo fue el Derecho, y mucho más cuando de su seno surgió el derecho internacional para argumentar intervenciones en diferentes continentes del mundo por países hegemónicos y sobre todo capitalistas. Este legado ha continuado a lo largo de los años y por eso muy difícil que surja un derecho anticolonial. Fiel a este principio, la formación de muchos abogados/as en nuestro país —habrá algunas excepciones— es absolutamente pro colonial. ¿A qué vienen estos antecedentes?

El 2 de agosto de 2021, un grupo de jóvenes aymaras (hombres y mujeres), y particularmente Santiago Mamani, se subió a la cabeza de la estatua de Cristóbal Colón situada en el paseo de El Prado de la ciudad de La Paz y estropeó su nariz. La Policía arrestó a seis personas en aquella jornada y la Alcaldía cercó el monumento con calaminas para evitar nuevas agresiones de los indios. El gobierno municipal de La Paz activó la denuncia y cinco meses después se emitió la imputación para cuatro involucrados por el maltrato del monumento.

¿Cómo juzgamos el deterioro al patrimonio colonial a personas que no se representan en esos monumentos impuestos por la colonización? Ahí el gran vacío jurídico. Aunque la Constitución Política de 2009 reconoce a la justicia indígena, campesina originaria, pero en la práctica está supeditada a la tradicional colonial. Cuando se fundó Bolivia, se pensó que se había dejado atrás el sistema colonial, aun hasta hoy existe esa mentalidad. Pero en realidad, nos quedamos con muchos legados, desde las atrocidades de los colonizadores como el exterminio de millones de indios, la reducción a la esclavitud a decenas de millones de africanos, el hambre y las epidemias, las represiones sangrientas a todo acto de libertad, son algunos atributos de ese colonialismo interno que no ha terminado. Además, hay que añadir a los valores y representaciones impuestos. Uno de los grandes temas para reflexionar es el patrimonio, particularmente los monumentos en el país.

Samka Mamani, el joven infractor, está dispuesto a ser juzgado por el derecho indígena reconocido en nuestra Constitución plurinacional de 2009. Sin embargo, el juez ya ha dispuesto sancionar con $us 28.000, dice para la reparación de la estatua. Si enjuiciaran los pueblos colonizados del mundo a los países invasores, creo que no alcanzaría el dinero de la Europa hegemónica y capitalista para resarcir los grandes daños ocasionados al gran Abya Yala y el Caribe.

El dictamen del juez es pues una ridiculez, no sé si por falta de conocimiento o tal vez porque no quiere entender el problema, y quizás ni sepa lo que es la colonización; pero tampoco se descarta su ascendencia española o cuasi española que quiere venganza con un joven originario crítico.

Sería interesante en esta crisis del Poder Judicial que se contemple algún acápite como solución a los problemas irresueltos de la colonización, como el patrimonio. Sería una forma de reparación jurídica o justicia descolonial. El Ministerio de Culturas y Descolonización hasta ahora brilla por su ausencia, cuando de oficio debería estar defendiendo al joven Samka y posibilitando alguna ley que permita el retiro de los monumentos más detestados en el país.

Recuerdo a los jóvenes kataristas e indianistas de fines de los años 60 del siglo XX que se rebelaron contra el Estado de 1952, que pese a llamarlos ciudadanos los consideraban indios. Hoy a pesar del Estado Plurinacional, aparecen algunos resabios putrefactos del Estado nación republicano y sus defensores aún se aferran a los representantes colonizadores. Urge llegar a acuerdo mínimos societales, porque si no se encara con racionalidad la rebeldía crecerá con todo el derecho hasta eliminar los símbolos que han causado tanto dolor y muerte en nuestros pueblos ancestrales.

Samka Mamanirux ch’amanchañasawa. Uka waynanakan, tawaqunakan ch’axwawinakapax jiwasanakan ch’axwawinakaparakiwa. ¡Jipha, jipha!

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.