Palestina siempre paga el precio de las guerras
La Primera Guerra Mundial concluyó con el cumplimiento de la promesa del primer ministro británico Balfour de crear un Estado judío en Palestina. Al finalizar dicha guerra, el mandato británico comenzó a facilitar la llegada de inmigrantes judíos de toda Europa hacia Palestina, construyéndoles asentamientos y entrenándoles militarmente para su nuevo destino.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, todos los vencedores dieron reconocimiento oficial al nuevo Estado de Israel que ocupaba más de la mitad de las tierras palestinas y comenzaron a ayudarle económicamente, a darle tecnología avanzada y a suministrarle armamento de última generación, incluido armamento nuclear y de destrucción masiva, aparte de la cobertura política en todas las organizaciones internacionales, incluida la ONU y su Consejo de Seguridad.
La ‘Tercera Guerra Mundial’ ha comenzado en el campo económico y espero que no llegue al campo militar. ¿Qué piensan hacer las potencias ganadoras de la Primera y Segunda Guerra Mundial con lo que queda de Palestina y su pueblo? ¿Volverá Palestina a ser la víctima que paga el precio de esta guerra? ¿Qué pasará? Al día de hoy ya han llegado a Tel-Aviv más de 12.000 refugiados judíos (de un total de 100.000) de los países del conflicto para ser instalados en nuevos asentamientos en la Cisjordania ocupada por el ejército israelí, además se le está dando al Gobierno israelí el importante papel de intermediario internacional para pacificar el conflicto y es el receptor de la fuga de billones de dólares a la banca israelí para fortalecer aún más su economía.
Lo determinante de las relaciones internacionales son los intereses nacionales, las normas de compromiso con la Carta de las Naciones Unidas y lo específicamente estipulado en el Pacto Internacional de Derechos Humanos, en especial el derecho a la autodeterminación, el derecho internacional y las resoluciones de la ONU relacionadas con las causas de los pueblos. Las buenas relaciones con todos se asientan sobre los cimientos de la verdad, la justicia y la dignidad nacional. Las relaciones no se basan únicamente en intereses comunes sin mirar los valores y principios que impulsan las políticas exteriores.
Palestina no tiene la capacidad, en el sentido económico o militar, para ser determinante en la defensa de sus intereses frente a ningún país, no tiene una base de producción excedentaria para la exportación ni los ingredientes para el intercambio comercial positivo en diferentes sectores como agricultura, gas, turismo, industrias pesadas, alta tecnología o industrias varias; Palestina no puede implementar mecanismos de desarrollo mientras haya una ocupación que se interponga como obstáculo para lograrlo, una ocupación que trabaja duramente para mantener su economía dependiente y apegada a pesar de los intentos por desvincularnos. Palestina todavía está en la etapa de liberación nacional, tiene a su favor los elementos para defender una causa nacional justa para un pueblo que aún está sujeto a las peores formas de colonialismo y de terrorismo de Estado por parte del Estado ocupante y de apartheid.
Del lado palestino están las fuerzas democráticas reales, las fuerzas del progreso, la justicia, la paz y la lucha contra el racismo en el mundo, apoyado por el derecho internacional que defiende los derechos políticos nacionales inalienables de su pueblo. Del otro lado están aquellos con doble moral o la hipocresía política a pesar de su apoyo verbal al principio de la solución de dos Estados. Dichas declaraciones y posiciones son insuficientes y su repetición sin ser puestas en práctica supone el vaciamiento de su verdadero contenido; con el paso del tiempo y fruto de esa repetición pierden brillo convirtiéndose en frases repetitivas utilizadas para librarse del bochorno mediático o político, especialmente a la luz de la escalada que está ejerciendo el estado de ocupación para profundizar y ampliar las operaciones de asentamientos e implementación de más proyectos coloniales expansionistas a expensas de la tierra del Estado de Palestina. Estas declaraciones a favor de los derechos del pueblo palestino deben traducirse en el terreno; debe reconocerse explícitamente el Estado de Palestina y hablar claramente sobre las fronteras del 4 de junio de 1967 y sobre Jerusalén Este como su capital.
El mundo no va a quedar tal y como ha estado durante las últimas décadas y los pueblos conquistarán sus derechos en el orden mundial multipolar.
Mahmoud Elalwani es embajador del Estado de Palestina en Bolivia.