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Sunday 26 Mar 2023 | Actualizado a 12:18 PM

Confintea VII: tiempo de propuestas

/ 1 de abril de 2022 / 01:16

Como mencionamos en un anterior artículo, la Educación de Personas Jóvenes y Adultos (EPJA) está en debate y en proceso de construcción de propuestas a propósito de la realización de la séptima Conferencia Internacional de Educación de Adultos (Confintea VII) convocada por la Unesco para el 15, 16 y 17 de junio de 2022. En este contexto, estamos retados a generar recomendaciones para que el derecho a la educación con calidad, pertinencia y relevancia de personas jóvenes y adultas se haga efectiva. Así, desde la reflexión del contexto de crisis civilizatoria, efectos de la sindemia y velada arremetida de la cuarta revolución industrial, así como la lectura de la situación, estudios y experiencias de la EPJA en América Latina y el Caribe, la “Plataforma de Redes Regionales por la EPJA hacia la Confintea VII”, presenta a continuación un conjunto de 10 propuestas para el futuro de la educación de personas jóvenes y adultos en el mundo, teniendo como premisa que es tiempo de grandes transformaciones de la educación.

1) En tiempos actuales, requerimos una EPJA en, de y para la vida, incluyente, en armonía con la naturaleza, antipatriarcal, descolonizadora y antirracista, orientada a la participación ciudadana, protección de la salud, trabajo digno, seguridad alimentaria y producción, apropiación y uso del conocimiento de toda la población para contribuir a la transformación de las personas y la construcción de una sociedad justa y democrática. 2) Asumir a la EPJA como un derecho humano fundamental a lo largo y ancho de la vida, exigible, irrenunciable, indivisible y autodeterminado para crecer en dignidad y un ejercicio de derechos de todos, que responda a contextos cambiantes y modalidades alternativas. 3) El sentido de la EPJA exige una nueva institucionalidad, gestión integral de los sistemas educativos con espacios formales y no formales, políticas públicas intersectoriales y coordinación interministerial, en el marco de la participación de toda la sociedad. 4) Los Estados tienen que garantizar un financiamiento público y justo para la EPJA, así como transparencia en el uso de los recursos y la cooperación internacional solidaria. 5) La EPJA ha de ser incluyente y diversa, adecuada a los contextos, comunidades, culturas, territorios y poblaciones con diversidades y necesidades específicas: mujeres, jóvenes, adultas/os mayores, población LGTBIQ+; afrodescendientes, indígenas, campesinas/os rurales; personas con discapacidad, privadas/os de libertad, migrantes y refugiadas, teniendo en cuenta la interseccionalidad de sus necesidades y su diversidad cultural.

6) La EPJA tiene que ser intracultural, intercultural y comunitaria, en la que sus procesos formativos valoren y fortalezcan las identidades, cosmovisión, saberes y conocimientos de los pueblos indígenas y comunidades afrodescendientes, así como la convivencia en igualdad de oportunidades con otras culturas, en el marco de la justicia epistémica y el diálogo inter-ciencias. 7) La EPJA debe ser productiva, técnica y territorial, orientada a la producción material e intelectual, al trabajo creativo y creador, a la dinamización de las economías populares, solidarias y de las regiones; en armonía con la naturaleza y sistemas de vida. 8) Se debe garantizar el derecho al uso y conectividad universal y gratuita de las TIC en la EPJA desde la educación popular, evitando el incremento de las desigualdades socioeducativas, culturales y comunicacionales, superando su uso instrumental y la sobrevaloración de la educación virtual; la educación virtual debe asumirse como complementaria de los procesos presenciales y como factor de enriquecimiento de los aprendizajes. 9) Los educadores de la EPJA deben ser reconocidos con condiciones de trabajo dignas, salarios justos y planes de carrera. Asimismo, se debe priorizar su formación y profesionalización, en alianza con las universidades, otras instancias de educación superior y entidades de la sociedad civil. 10) Es vital que se produzcan datos de calidad, diagnósticos amplios y fiables para la EPJA, priorizar la investigación y sistematización de experiencias para la evaluación de las políticas públicas, así como de los acuerdos internacionales; compartir experiencias, la rendición de cuentas, conocer la realidad, introducir mejoras en las prácticas. Contar con observatorios regionales y/o nacionales de la EPJA, así como con la creación de una relatoría especial. ¡Tiempo de propuestas!

Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.

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Primera infancia

/ 17 de marzo de 2023 / 01:39

Raffi Cavoukian, activista canadiense, al referirse a la primera infancia sostiene: “Si cambiamos el comienzo de la historia, cambiamos la historia entera”. En la actualidad, como producto de los distintos estudios realizados en los últimos años, fundamentalmente por los avances de la neurociencia y obviamente por la experiencia cotidiana, esa afirmación es inobjetable. Cuando la niñez está sana, segura y aprende bien, sus posibilidades de alcanzar su pleno potencial son mayores. Este periodo de la vida es muy importante para el desarrollo biológico, psicológico, cultural y social, y puede coadyuvar de manera significativa a disminuir las brechas de desigualdad, romper el ciclo intergeneracional de la pobreza y promover mayor equidad de género. La atención, educación y desarrollo de la primera infancia pueden construir y determinar una vida futura plena de la niñez, en consecuencia, del conjunto de la sociedad. Sin embargo, en la práctica social no se comprende esta situación, menos se da la valoración que merece. A propósito de ello, Unicef afirma: “Los primeros momentos de vida ofrecen una oportunidad única de formar el cerebro de los niños que construirán el futuro, pero es una oportunidad que se desaprovecha con demasiada frecuencia. No invertir en la infancia tiene un costo para los países: los niños sufren un peor estado de salud, disponen de menos aptitudes de aprendizaje y sus capacidades de ingreso son limitadas. Redunda en una economía más frágil e impone una mayor carga sobre los sistemas de salud, educación y bienestar.”

Es más, los avances que se lograron respecto a la atención de la primera infancia, debido a la expansión del COVID-19 y sus efectos, que se extendieron más allá de la problemática de salud, han dejado por fuera de los centros de cuidado infantil y de los programas educativos y sociales a la gran mayoría de los niños del planeta. Además, por la situación de crisis en las propias familias y el aislamiento social como respuesta a la pandemia se ha generado un estado de inseguridad e incertidumbre que acrecienta la problemática existente en periodos previos. La pandemia, según la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI, 2023), “supone un riesgo elevado para la calidad de la educación en la primera infancia, … el riesgo de que la inversión en educación para la primera infancia disminuya radicalmente es alto, lo que nos sitúa ante un panorama complejo y retador (a nivel mundial, solamente el 6,6% del presupuesto educativo estaba destinado a esta etapa previo a la pandemia). Por ello, las iniciativas orientadas a la primera infancia deben enfocarse claramente hacia aspectos clave, de elevado impacto, para conseguir objetivos con mayor eficacia en articulación y coordinación con socios estratégicos, además de responder a las demandas de los países y la región.”

Ante ese panorama, es conveniente desarrollar programas para la primera infancia y la educación infantil, en los países y la región para cumplir con el reto planteado por la Agenda de Desarrollo Sostenible que, para 2030, en la Meta 4.2. compromete “Velar por que todas las niñas y todos los niños tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y a una enseñanza preescolar de calidad…” Una vez más nos enfrentamos a un dilema y a retos trascendentales para la sociedad, ¿nos seguimos llenando de declaraciones de buena voluntad o generamos —de manera participativa y efectiva— respuestas estratégicas destinadas a resolver causas y problemas relacionados con la primera infancia?

Es prioritario fortalecer las capacidades del personal que desarrolla funciones con relación a la primera infancia, en unos casos, de educadores, directivos y familias, y en otros, de responsables de la gestión con base en una política pública de formación de recursos humanos, “a través de estrategias de formación, movilidad, creación de redes y generación de conocimientos” (OEI, 2023). Es necesario diseñar e implementar programas de atención a la primera infancia; fortalecer la cooperación y la acción coordinada entre las distintas instituciones y organizaciones vinculadas al área; y fundamentalmente, restablecer la relación de la atención, educación y desarrollo integral de la primera infancia con la comunidad, educadora por excelencia de la niñez y medio substancial para preservar la identidad cultural. ¿Entenderemos estos retos y actuaremos en consecuencia? Escribamos la historia entera.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo. Director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos en Bolivia.

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Educación y tecnología en tiempos de crisis

/ 3 de marzo de 2023 / 02:33

Como argumenta Marco Raúl Mejía (2020), la sindemia de “una crisis sanitaria (pandemia) devino en económica, política, social y educativa, lo cual exige explicar integralmente los problemas de la sociedad, así como los elementos correspondientes a la ciencia y tecnología, los cuales no se dan sin las relaciones sociales que las constituyen.” La sindemia visibilizó con mayor crudeza los problemas estructurales de la educación en el mundo, mientras que en la región dejó un contexto marcado por el crecimiento de la “pobreza de aprendizaje”, el incremento de las tasas de abandono escolar y la exclusión de millones de jóvenes, niñas y niños, la disminución de las probabilidades de conclusión de la secundaria, así como profundizó las brechas existentes (“pandemia en la sombra”), expresadas fundamentalmente en las brechas económicas, sociales y de género (OEI, 2022). Pero, además, a título de “educación en casa”, “educación virtual”, “educación a distancia”, “enseñanza remota”, la educación recibió los embates de la irrupción de la tecnología ligada a las corporaciones tecnológicas globales que si bien contribuyó a dar continuidad a las actividades escolares, también evidenció que la “fragilidad digital es más profunda que la económica.” (Mejía, 2020) La sindemia hizo que los estudiantes sean estratificados según sus posibilidades sociales y económicas para el acceso a la tecnología, internet, equipos y plataformas, y acompañamiento profesional en los procesos de aprendizajes.

En la actualidad, lo evidente es que países y organismos internacionales, a su manera y según su orientación, están buscando soluciones a esta problemática. Además, un tema se ha constituido en el centro del debate: la tecnología como parte de la vida social en general y de la educación en particular. Veamos algunos de los aspectos centrales de este debate en relación a la educación.

Uno, la tecnología en educación, las más de las veces, solo es considerada en su carácter instrumental. La cuestión de la tecnología en educación se restringe a dotarse de equipos y contar con acceso al internet y a las plataformas digitales, así pasamos “simplemente a ser ‘ferreteros’ de una educación que convierte los aparatos en lo digital sin comprender sus lenguajes, sus lógicas y las maneras como construyen sociedad con sus mediaciones…” (Mejía, 2021) Es más, la necesidad de sostener la educación durante la pandemia de COVID-19 ha hecho que la incorporación de la tecnología en educación “se ha producido ignorando la historia, no cuestionando su supuesta neutralidad, sin tener en cuenta las complejidades sociales, políticas, económicas y culturales de la tecnología, y desoyendo las escasas voces que nos instaban a reflexionar y discutir sobre el papel que queremos para la tecnología en educación antes de tomar decisiones.” (Carlos Magro, 2021) No es posible seguir desarrollando la educación tradicional ahora con medios virtuales sin mayor reflexión, es tiempo de plantear pedagogías orientadas a la formación integral, a la generación de “pensamiento crítico, creatividad, compromiso solidario y justicia social” (Luis Bonilla, 2022), a la construcción de sociedades sostenibles, con equidad e igualdad y democracia participativa. Como propone José Cedrón, secretario de Estado de Educación de España (2023), “comencemos a preguntarnos qué tipo de educación queremos y luego cómo puede ayudar la tecnología a ese objetivo”.

Dos, cabe preguntarnos si queremos una tecnología que contribuya a combatir las desigualdades en educación o a incrementar las brechas existentes. Referirnos a la tecnología en educación “no es hablar de dispositivos, ni de hardware y software, ni tampoco de datos, analítica y eficiencia, sino que tiene que ver sobre todo con prácticas, contextos, culturas y usos, es decir, con lo que podríamos denominar los aspectos humanos de la tecnología y de la educación” (Magro, 2021) Tres, también es necesario discutir sobre el rol que pretende tener el “capitalismo cognitivo, el cual realiza sus grandes acumulaciones en el conocimiento y la ciencia convertidos en fuerza productiva, diferenciando entre los países centrales y los de la periferia…” (Mejía, 2021) Por lo tanto, tenemos que debatir sobre la prevalencia de la educación presencial, virtual o híbrida más allá de los recursos e instrumentos, desde la producción de conocimientos propios a nuestras realidades, desde la soberanía tecnológica.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo.

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Infoxicación, desinformación y lectura

/ 17 de febrero de 2023 / 01:35

Hace unos años, conseguir determinada información especializada y relativamente actualizada realmente era una aventura, ni qué decir cuando era “un trabajo de investigación” solicitado por docentes. Las bibliotecas, los préstamos de compañeros de estudios, las fotocopias e inclusive el recorte de un periódico eran los medios que ayudaban a conseguir el texto buscado.

En la actualidad, de esa “pobreza” de información pasamos a la sobresaturación. Principalmente como efecto de la red de internet, podemos acceder a una infinidad de libros, videos, charlas, blogs, etc., además al instante y desde cualquier lugar. Como dice Daniel Cassany (2021), “hemos pasado en muy poco tiempo de una falta de recursos a una sobresaturación o incluso infoxicación.

Hoy el problema no es acceder a la información sino lo contrario: la infoxicación (información + intoxicación). De golpe hemos tenido que lidiar, sin formación, con el problema de saber elegir lo más fiable y útil entre todo lo disponible.”

Además, en el contexto actual, la desinformación ha cobrado mayor influencia en nuestras vidas. Por ejemplo, crear una “nueva” narrativa y hasta imaginarios, procurando que el mensaje cale en la sociedad para hacer creer una realidad desde la interpretación de hechos y argumentos — aún sean distorsionados— es un mecanismo cada vez más común en estos tiempos. Hoy, desde nuestros territorios locales, con la red, nos suponemos “ciudadanos del mundo”, creemos conocer y admirar cierta región, personaje público o hecho social, es más, en lo cotidiano, día a día, vemos la novela producida en el otro extremo del planeta y comenzamos a copiar comportamientos, pero no nos preguntamos qué ideologías, culturas y situación social están por detrás de esta información. Por otro lado, estamos en un mundo donde cualquiera puede publicar lo que quiera, con medios reducidos. “Vivir en un mundo con libertad de expresión genera toda esta sobresaturación de basura y engaños que debemos aprender a gestionar.” (Cassany, 2021) Esta situación está marcada por los medios mediáticos; Gérard Imbert, en 2004, manifiesta: “La televisión (lo mismo se puede decir de otros medios masivos) no refleja el mundo, no reproduce la realidad, sino que genera un doble de la realidad que vale más que el original”.

En todo este panorama, además hay que tener en cuenta que “La inmersión de las tecnologías (las TIC) en la vida cotidiana ha generado la integración y convergencia de nuevos medios, lenguajes y entornos de comunicación y aprendizaje; la información aumenta y se transforma a gran velocidad; los contenidos se vuelven más complejos y cada día aparecen nuevos soportes, contenidos y formatos textuales. En esta transformación hay un proceso que se ha modificado: la lectura.” (Márquez y Valenzuela, 2018)

Se modifica la lectura, pero la capacidad de leer se mantiene sin cambios. Las constataciones de distintos estudios y de carácter empírico ponen en evidencia que parte de la población tiene pocas habilidades lingüísticas, dificultades en inferir el sentido de los textos y escasa capacidad crítica. Eso explica por qué ante situaciones críticas, antes que los argumentos sólidos priman los puntos de vista subjetivos y dogmáticos. Por supuesto, esta situación incide en construcción de una sociedad democrática y participativa, además en el desempeño como estudiante o en funciones laborales. Ante estas circunstancias, una “respuesta educativa posible es la necesidad de formar a una ciudadanía autónoma y democrática que tenga habilidades críticas de lectura, escritura y pensamiento”. (Cassany, 2003)

Estos son tiempos en los que la lectura no es un asunto solo de la escuela, es del conjunto de la sociedad. Tenemos que fortalecer nuestros hábitos de lectura para que se realice por propia iniciativa y gusto, que vaya pasando de leer desde el significado literal (leer las líneas) a deducir e inferir los textos (leer entre líneas) para transcurrir al plano de la lectura crítica, comprender la cosmovisión, ideología, intención y posición del autor del texto y su entorno (leer detrás de las líneas). Tenemos que leer para comprender y pensar críticamente. “Leer no es solo un proceso psicobiológico realizado con unidades lingüísticas y capacidades mentales. También es una práctica cultural insertada en una comunidad en particular, que posee una historia, una tradición, unos hábitos y unas prácticas comunicativas especiales.” (Cassany, 2006)

¿Sabemos leer?

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo. Director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos en Bolivia.

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Educación es vida

/ 3 de febrero de 2023 / 02:23

Paulo Freire, uno de los más grandes educadores de América Latina y el Caribe, en el libro El grito manso dice que las personas “somos seres históricos que se hacen y rehacen socialmente” y “en cuanto seres históricos, somos seres incompletos, inacabados o inconclusos”. Además, a diferencia de otro ser vivo, “conseguimos hacer de nuestra existencia algo que es meramente vivir” y es en este momento que nos “sabemos que somos inacabados, en esta radicalidad de la experiencia humana reside la posibilidad de la educación. La conciencia del inacabamiento… (es) lo que llamamos la ‘educabilidad del ser’. La educación es entonces una especificidad humana”. También señala que los seres humanos constantemente estamos “leyendo el mundo”, es decir que “Muchos siglos antes de saber leer y escribir, los hombres y las mujeres han estado ‘inteligiendo’ el mundo, captándolo, comprendiéndolo… Esa capacidad de captar la objetividad del mundo proviene de una característica de la experiencia vital que nosotros llamamos curiosidad. La curiosidad es, junto con la conciencia del inacabamiento, el motor esencial del conocimiento.” Es más, “la curiosidad nos empuja, nos motiva a develar la realidad a través de la acción.” Es un “movimiento constante de búsqueda” que necesariamente está ligada a la esperanza, por lo que los seres humanos “son esperanzados, no por obstinados, sino como seres buscadores. Es la condición del buscar humano: hacerlo con esperanza. La búsqueda y la esperanza forman parte de la naturaleza humana.” La esperanza no supone “esperar que las cosas ocurran”, es un compromiso y militancia con la rebelión, emancipación y liberación, se trata de construir el realismo esperanzado y crítico que “es un imperativo existencial e histórico necesario, pero no suficiente. La esperanza sola no transforma el mundo, pero no es posible prescindir de ella si se quiere cambiarlo.”

Estas reflexiones tienen un corolario con otro planteamiento de Paulo Freire, esta vez en su libro Pedagogía de la autonomía, en el que manifiesta: “En verdad, el inacabamiento del ser o su inconclusión es propio de la experiencia vital. Donde hay vida, hay inacabamiento.”

Asumiendo los planteamientos de Freire, la educación es propia de la especificidad humana, de tener conciencia que somos seres inacabados y como tal estamos en constante búsqueda del sentido de nuestras vidas y en permanente construcción de esperanzas críticas y emancipadoras. Parafraseando, donde hay vida, hay conciencia y ética de las y los humanos que somos seres inacabados, hay búsqueda y esperanza, hay educación.

Entonces, ¿tiene algún sentido seguir pensando que la educación es sinónimo de escuela? La escuela no supone solo la educación primaria sino el espacio formativo donde hay cronogramas y horarios establecidos, currículo previamente definido, un maestro que enseña y estudiantes que aprenden, evaluaciones y calificaciones que son de dominio del profesor, etc. Estas “escuelas” existen en la primaria, secundaria, universidad e inclusive en instituciones que dicen ofrecer una “educación de alta tecnología”. La educación es mucho más que escuela, más en los tiempos actuales. La educación se realiza en el sistema escolarizado y también en los hogares, en el taller, en los lugares de siembra, por medio de los medios de comunicación, las redes sociales, los amigos del barrio, cuando cultivamos deportes o artes. La educación puede ser formal y también permanente, popular y comunitaria, está en todos los espacios de la vida. Es parte de la dinámica de las sociedades que se construyen y deconstruyen permanentemente, depende en gran parte de su “lectura del mundo”, su accionar y de todo lo que hagan los actores involucrados para reproducir o transformar la sociedad.

La educación es a lo largo y ancho de la vida. Se puede y debe aprender en cualquier edad, y se realiza en todos los contextos de la vida y a través de distintas modalidades y medios. Reconoce, valora y desarrolla procesos formativos pertinentes a la diversidad de la población, sea por criterios de género, capacidad, contexto socioeconómico, identidad cultural, etc.

La educación es el “latido” de la sociedad, mientras haya vida habrá educación. Implica, en consecuencia, cambios profundos en la manera convencional de entender y organizar la educación, la política y práctica educativa, así como la transformación de la educación. Es una invitación a asumir derechos y también responsabilidades.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo.

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Día Internacional de la Educación

/ 20 de enero de 2023 / 01:51

“Reconociendo que la educación desempeña un papel fundamental en la creación de sociedades sostenibles y resilientes y contribuye al logro de todos los demás Objetivos de Desarrollo Sostenible; aumenta la productividad de las personas y el potencial de crecimiento económico, desarrolla las competencias necesarias para el trabajo decente y las aptitudes profesionales necesarias para el desarrollo sostenible, en particular en las esferas del agua y el saneamiento, la energía ecológica y la conservación de los recursos naturales, ayuda a erradicar la pobreza y el hambre, contribuye a mejorar la salud, promueve la igualdad entre los géneros y puede reducir la desigualdad, y promueve la paz, el estado de derecho y el respeto de los derechos humanos… también la importancia de adoptar medidas para garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad a todos los niveles…” (Resolución A/RES/73/25 de la ONU de 03/12/2018), en diciembre de 2018, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 24 de enero como el Día Internacional de la Educación.

Es así que, el próximo 24 de enero de 2023, bajo el lema “Invertir en las personas, priorizar la educación”, se celebrará el quinto Día Internacional de la Educación que estará determinado por los resultados de la Cumbre de la ONU sobre la Transformación de la Educación de septiembre de 2022, evento convocado en respuesta a la crisis mundial de la educación acrecentada por la sindemia del COVID-19 con un efecto devastador en el futuro de todos los estudiantes y también por la necesidad de dar prioridad a la educación para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible que no avanzan a la velocidad ni en la escala necesarias. El Día Internacional de la Educación, además, estará retado por una crisis en la educación a nivel mundial, difícil de negar. Bastará tener en cuenta que, en el mundo, “En la actualidad, 244 millones de niños y jóvenes están sin escolarizar y 771 millones de adultos son analfabetos. Su derecho a la educación está siendo violado y es inaceptable” (Unesco, 2023). Es más, como señala la OEI, siendo Iberoamérica la región del mundo con más tiempo de actividad educativa presencial cerrado como efecto de la sindemia. “La desescolarización forzada ha puesto en evidencia, con la mayor crudeza, la falta de calidad, equidad e inclusión en nuestros sistemas”, generando además lo que en la actualidad llaman los organismos internacionales: “pobreza de aprendizajes”.

Así, está claro que más que discursos de conmemoración u otros aspectos protocolares, es necesario pasar de la retórica a la acción. Como dice Unesco, “es hora de transformar la educación”.

Siendo la educación una parte substancial de la vida y tan inmanente a la humanidad, no es posible aceptar que siga siendo considerada un gasto, un asunto suplementario de otras políticas públicas, que no se desarrolle en, de y para la vida. Siendo la educación un derecho humano y un bien público, es inaceptable que siga siendo un factor de exclusión y discriminación, menos la causa de las brechas sociales y educativas como las generadas por la abrupta irrupción de la tecnología en la educación. Siendo la educación un concepto que abarca a la formación integral de las personas no tiene sentido que siga atendiendo solo lo cognitivo y que solo se concentre en la educación escolarizada, formalizada o regular olvidando el valor y sentido social de la educación comunitaria, permanente, intercultural y popular. Siendo la educación un hecho social no se puede dudar sobre su sentido transformador y liberador, tampoco a título de calidad educativa no podemos quedarnos únicamente en los logros de carácter académico, además de ello tenemos que considerar la pertinencia cultural, es decir, la diversidad de la población, y la relevancia social, ¿qué educación puede ser de calidad si no contribuye a la convivencia en la familia, comunidad, país y planeta, y no coadyuva a la construcción de una sociedad justa y equitativa? Siendo la educación un hecho que se consuma cuando los conocimientos son llevados a la práctica tiene que ser promotor del cambio de estructuras y de la creación/creatividad material e intelectual. Siendo el saber y conocimiento un hecho que se expresa en todas las acciones de la vida, ¿por qué se sostiene el colonialismo del saber?

Los días especiales no solo se celebran, se reflexionan y se actúa en consecuencia, cuestión de ética.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo. Director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos en Bolivia.

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