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Trastornos de la economía internacional

CIUDAD FUTURA

Las consecuencias internacionales de la guerra en Ucrania serán de larga duración. En muchas interpretaciones no se aquilata suficientemente lo que está ocurriendo en la economía mundial ni las repercusiones de mediano y largo plazo que ya se anuncian. Los escenarios probables a mediano plazo no incluyen la posibilidad de un retorno a la situación prevaleciente antes del 24 de febrero. Además, nada hace pensar que se pueda restablecer las reglas de la globalización anterior, ni siquiera en un espacio geográfico más reducido.

No se debe olvidar que con anterioridad a la invasión de Ucrania por parte de Rusia ya se desplegaba la guerra comercial entre Estados Unidos y la China, con sanciones recíprocas, pero iniciadas por parte de los Estados Unidos bajo el supuesto de que la China representaba un rival estratégico para el ejercicio de su hegemonía internacional. La expansión de la influencia de China mediante el proyecto de La Nueva Ruta de la Seda corrobora tal interpretación, reforzada ahora por el hecho de que la China en ningún momento se ha alineado con las sanciones de todo tipo aplicadas por Estados Unidos y los demás países miembros de la OTAN a Rusia. China y Rusia postulan ciertamente importantes cambios en el orden internacional, pero cada uno sobre aspectos diferentes.

La inflación que se ha instalado en Estados Unidos y varios países de la Unión Europea debe atribuirse en primer lugar al exceso de liquidez inyectada a las economías respectivas durante las cuarentenas del COVID-19, con el objetivo de proteger las actividades económicas y el empleo. Dichos recursos constituyen ahora una formidable fuente de demanda en los mercados de bienes de consumo, los cuales confrontan, entre otras cosas, falta de mano de obra y la interrupción de las cadenas de suministro, debido al congestionamiento de los buques de containers en los puertos de China, Europa y Estados Unidos. El descongestionamiento de dichos puertos tomará todavía varios meses, y mientras tanto los fletes del transporte marítimo han escalado en ocho veces. Por lo tanto, se trata de una severa crisis de oferta que enfrenta una demanda líquida en gran escala.

A ello se añade que, por motivo de las sanciones comerciales y financieras aplicadas a Rusia, los precios internacionales del petróleo y del gas han aumentado hasta ubicarse en niveles por encima de los $us 100 por barril de petróleo equivalente.

Por lo tanto, el cambio de la matriz energética acordado entre los temas referidos al cambio climático se aleja en el tiempo, lo que agrava por supuesto las repercusiones correspondientes en materia de desastres naturales.

La nueva carrera armamentista, la necesidad de atender a un enorme contingente de refugiados y la reconversión de varias industrias de los países de la Unión Europea determinan a su turno un cambio importante en las prioridades del gasto fiscal de los países de la OTAN, lo cual implica que muchos programas de ayuda al desarrollo para los países del Sur global tendrán que ser postergados sin fecha fija.

El alza de las tasas de interés para enfrentar la propagación de la inflación, elevará los costos de financiamiento, en particular para aquellos países que están urgidos de reprogramar sus deudas internacionales para no caer en situaciones de insolvencia.

La mayor parte de estos trastornos e inconvenientes que se anticipan para el futuro inmediato de los países latinoamericanos, podrían atenderse mucho mejor si se retoma en serio la iniciativa de establecer un sistema financiero regional relativamente independiente, que incluya a entidades financieras regionales como la CAF, el BCIE, el FLAR. A tal efecto, bastaría que se establezcan acuerdos circunscritos a cuestiones financieras, y se superen por ende las actuales incompatibilidades ideológicas.

Horst Grebe es economista.