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Despatriarcalizar el Censo

SERENDIPIA

Los gobiernos necesitan obtener y actualizar datos socioeconómicos de la totalidad de sus habitantes para diseñar o modificar políticas públicas, para eso son los censos. Sin embargo, este ejercicio estadístico estatal es un campo de disputa en tanto contenedor de “números fríos” que expresan la realidad de un país. Por supuesto, la realidad de las mujeres y hombres que habitan el país.

Al país le urge esto porque el Censo mostró tal cosa. En el país se malgasta en esto porque el censo evidenció que no es necesaria tal cosa. Es imprescindible que el Gobierno apunte a esto porque los números del Censo son claros. Muchos etcéteras similares van y vienen luego de conocidos los números oficiales. Es una consecuencia lógica y esperada.

Los censos poblacionales y de vivienda en cuanto al sentido común tienen doble carácter: son performativos y son receptores de condiciones sociales existentes. De hecho, después del Censo 2002, ciertamente el debate político público cambió para dolor de cabeza de los conservadores. El 62% de la población que se autoidentificó con los pueblos indígenas significó una constatación de lo que se venía gritando desde las periferias, lo cual básicamente se puede resumir en que la Bolivia a la que representaban los políticos poderosos y trasnochados no existía, excepto en sus clubes sociales.

De ahí que hoy los políticos retrógrados insistan en incorporar la categoría “mestizo” al Censo, con el objetivo de subestimar la plurinacionalidad, objetivo que, dicho sea de paso, está completamente determinado por el racismo y por pretensiones de blanquitud, propias de la estructura patriarcal. Pareciera que aquellos desconocen que inclusive la CEPAL recomienda prescindir de esta categoría por ser poco específica y ambigua y, de hecho, recomienda específicamente registrar la pertenencia (en sentido ampliado) a pueblos indígenas. Sí, otra vez trasnoche conservador.

Sin embargo, llama la atención que ese sea el único debate público promovido por los políticos y patrocinado por los medios de comunicación hegemónicos. El contexto actual demanda una planificación estatal con nuevas perspectivas capaces de encarar la(s) pandemia(s), la virtualidad y por último — aunque no menos importante— las violencias machistas. Al respecto cabe apuntar que hace varios años que ha quedado clara la urgencia de conocer objetivamente los números devenidos de la economía del cuidado. ¿Cuándo será la conferencia de prensa en la que los voceros de los partidos presenten su interés en el tema?

El enfoque de género en el Censo de población es imprescindible. Hoy más que nunca el país requiere diseñar más y mejores políticas públicas que apunten a reducir las inequidades entre hombres y mujeres. Los hombres en 2022 tienen mayores accesos a los recursos, al bienestar y a la autonomía y esto debe ser reconocido en cifras oficiales, como recomienda la CEPAL, pero desde una perspectiva despatriarcalizadora, es decir, con el objetivo de visibilizar la brecha y no de maquillarla. Cambiar la categoría patriarcal de “jefe de hogar” por “jefatura compartida” o “persona de referencia” puede visibilizar una importante realidad encubierta.

El Censo de 2022 es una gran oportunidad para el año de la despatriarcalización determinado por el Gobierno nacional. Es plenamente posible llevar a cabo un censo que evite sesgos sexistas, tanto en la elaboración de preguntas, en las respuestas, en las capacitaciones a las personas encuestadoras para el abordaje de las preguntas y, por supuesto, en la política de difusión que se plantee para preparar a la gente. Las sociedades cambian y los Estados están en la obligación de garantizar derechos de manera progresiva en función de los cambios.

No es necesario ir muy lejos, el vecino país de Argentina ha aprobado la incorporación de la categoría “identidad de género” para su Censo del año en curso. Este es el primer censo después de la promulgación de la Ley de Identidad de Género en ese país y, lógicamente, la incorporación de la categoría corresponde, justo igual que en Bolivia.

No hay dónde perderse, el Censo poblacional y de vivienda es un espacio de disputa, no está mal. Mas se espera que la disputa abarque más de lo nuevo y menos de los debates ya visitados y, de hecho, ya superados.

Valeria Silva Guzmán es analista política feminista. Twitter: @ValeQinaya.