Los efectos de la guerra y las sanciones
Cuantificar los efectos de la guerra entre Ucrania y Rusia parece fácil utilizando modelos macro multisectoriales para medir el impacto negativo en el crecimiento del PIB mundial, en torno al 1%; los efectos en el aumento de la inflación mundial, un 2,5%, e incluso los impactos de una suspensión total de las importaciones de Alemania de gas desde Rusia, en torno al 2% del PIB alemán.
También EEUU utilizó modelos para cuantificar la cantidad de tropas y armamentos para ganar la guerra de Vietnam, pero aunque los modelos se han ido sofisticando, la terca realidad no es fácil de imitarla en los mejores modelos de simulación. Empero, la mayoría de los informes de organismos internacionales tratan de cuantificar los efectos comerciales y financieros de la guerra utilizando distintos modelos.
El problema es que la crisis mundial que atravesamos es mucho más compleja de lo que creemos los economistas, puesto que en realidad ya estábamos viviendo una crisis pospandémica cuando la mayoría de los países no se habían recuperado y vino el coletazo tremendo del contagio en Shanghái, el centro financiero de China, que tendrá efectos negativos en su economía y en el mundo puesto que se estimaba iba a crecer en 5% para 2022. Adicionalmente, se sumó una crisis autoprovocada resultante de la guerra entre Rusia y Ucrania, que generó inicialmente una crisis alimentaria y en los combustibles, pero con impactos aún no conocidos en las cadenas globales de suministros ni sus efectos en cascada en países y sectores. Por último y aún en forma latente, está en ciernes una crisis resultante de la “normalización monetaria”, es decir del fin de las tasas de interés bajas o cercanas a cero prevalecientes en los últimos años, que tendrá impactos en la elevada deuda mundial y en la de los países en desarrollo y emergentes.
El problema de jugar con fuego en el polvorín de la guerra puede ser el posible default provocado o no pago obligado del servicio de la deuda por parte de Rusia debido a las sanciones financieras del congelamiento de $us 350.000 millones, resultante de la suma de sus activos emitidos en euros, dólares y libras que representan el 55% del total de las reservas internacionales que posee el banco central de Rusia.
Es necesario recordar que la crisis de la deuda externa en 1982 se inició con el anuncio unilateral de México de una moratoria de los pagos de su deuda externa, a la que se fueron sumando más de 30 países imposibilitados de honrar sus compromisos de deuda gatillados por el abrupto y fuerte incremento de las tasas de interés internacionales que generaron un proceso largo de condonaciones y renegociaciones.
El mundo financiero no es transparente, es opaco y la información es asimétrica. La irracionalidad es parte inherente de los mercados financieros, como la exuberancia irracional que dio lugar a la burbuja “punto-com” de fines de los 90 y a la crisis financiera de 2008 y que, incluso, se manifestó en las primeras reacciones de pánico en marzo de 2020 con la crisis del COVID-19. Resulta que, en entornos complejos, inciertos y volátiles como el que vivimos, se magnifican las respuestas irracionales en las decisiones de los agentes económicos, puesto que las decisiones humanas se pueden apartar sistemáticamente de aquellas que predice la teoría económica tradicional, como en el caso del comportamiento de manada que significa replicar los movimientos de un grupo. El problema de los riesgos elevados para la deuda soberana, ya alertó el FMI, postulando un enfoque cooperativo global para alcanzar una resolución ordenada de los problemas de deuda y prevenir los incumplimientos. Por tanto, pareciera que están todos los ingredientes para que una sola chispa pueda detonar el arsenal de la deuda.
Lo que necesitamos es que vuelva Keynes, pero no para ayudar a aumentar el gasto militar sino para que les diga a los gobernantes de EEUU, Reino Unido, Europa y Rusia, como sucedió con el Tratado de Versalles en 1919 que condenó a Alemania a pagar las reparaciones de la guerra, que sus decisiones son equivocadas. Es necesario que los organismos internacionales alerten de los peligros de la barbarie militar, humana, ecológica y económica a la que nos están empujando y no se limiten solo a cuantificar algunos impactos en el PIB, la inflación y el comercio. ¡No a las invasiones ni sanciones!
Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.