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Conspiración planificada

PUNCHAY

La Memoria de los hechos del proceso de pacificación de Bolivia (octubre 2019-enero 2020) que presentó la Conferencia Episcopal Boliviana CEB, revela con precisión la forma, el lugar y los actores que participaron en la conspiración, este informe tiene sintonía con las declaraciones de Jeanine Áñez en el juicio oral por el caso Golpe de Estado II.

La Memoria de la CEB informa que la reunión se desarrolló el 10 de noviembre en la universidad privada UCB, participaron por: “CEB Mons. Aurelio Pesoa, Mons. Eugenio Scarpellini, Mons. Giovani Arana, P. José Fuentes Cano y Juan Carlos Núñez de la ONG Caritas; por el cuerpo diplomático: el embajador de Brasil, Octavio Henrique Cortes; el embajador de la Unión Europea, León de la Torre; el embajador de España, Emilio Pérez de Ágreda, y el exembajador de España Carmelo Angulo; por los comités cívicos estuvo presente Jerjes Justiniano, por el Conade, Waldo Albarracín y, por parte de Comunidad Ciudadana, Ricardo Paz” (sic).

El artículo 7 de la CPE define que “la soberanía reside en el pueblo, se ejerce de forma directa y delegada. De ella emanan por delegación, las funciones y atribuciones de los órganos del poder público; es inalienable e imprescriptible”, este principio se materializa en el sistema de gobierno republicano, en la democracia representativa “por medio de la elección de representantes por voto universal, secreto y directo” (artículo 11-II); es decir que la representación es un hecho de legitimidad que nace del soberano a través de la manifestación democrática y no es la reunión de un club de amigos con injerencia extranjera.

La CEB precisa la decisión que tomaron en la designación de presidenta y la comunicación para que asuma el cargo: “Después se analizó la posibilidad de que la presidente de la Cámara de Senadores asumiera la presidencia del Estado mientras se llamaba a nuevas elecciones y en el cargo se encontraba la senadora Jeanine Áñez… Desde la sala de reunión, ante las dudas de todos y a petición de los presentes, Ricardo Paz tomó contacto con la senadora Jeanine Áñez, vía telefónica y con micrófono abierto, y le preguntó acerca de su disponibilidad para asumir la presidencia del Estado. Ella respondió: Si es para servir al país, aquí estoy” (sic).

De facto, al igual que en el siglo pasado: los militares en un cuartel definían qué general será presidente, ahora un grupo de sacerdotes, civiles y extranjeros definieron la titularidad política del poder.

En el juicio oral, Áñez expresa: “En ese momento ya había instituciones que buscaban pacificar al país y se realizaron reuniones, como la de la Universidad Católica. En ese momento no salió mi nombre, sino el de la segunda vicepresidencia. Me dijeron —respetando la sucesión constitucional— si asumiría el poder. Respondí que si tengo el apoyo, por qué no me voy a imponer y la asumí como tal”.

Pero cuál debería ser la base que sustente la “constitucionalidad” del gobierno, la CEB confiesa en la Memoria: “Considerando la Declaración Constitucional DC 003/2001 según la cual la sucesión constitucional se produce ipso facto para evitar el vacío de poder en el Estado, se planteó sugerir a la Asamblea Legislativa dispusiese la sucesión constitucional de Jeanine Áñez para asumir la presidencia” (sic). Esta DC tenía que validar a la presidenta, para ello el grupo de la UCB articuló con miembros del Tribunal Constitucional para que a minutos de la autoproclamación e ingreso al Palacio Quemado con la Biblia, el TCP publique el comunicado sobre que era “aplicable la DC003/2001 para la sucesión ipso facto de Áñez.

La conspiración no es un acto espontáneo, sino la planificación política para apropiarse del poder. Lo que sucedió entre el 10 y 12 de noviembre, descrito por la CEB y la expresidenta de facto, es la culminación de una serie de actos secuenciales elaborados en laboratorios externos, ejecutados sistemáticamente para construir, en la subjetividad principalmente urbana, el ideal falso de una narrativa como verdad, es la sinrazón para validar los múltiples actos de violencia política, racial, social con la bendición celestial.

Lo trágico de la comedia del club de amigos que conspiraron es que se reclaman defensores de la República, desconociendo los principios del republicanismo liberal que emergió con la revolución francesa plasmada en nuestra CPE. En su aparente racionalidad política, a la conspiración para apropiarse del poder la denominan “ante el vacío de poder para superar la crisis”, es decir que tienen la capacidad con la complicidad mediática de inventar y forzar una realidad inexistente para posicionarla como la “verdad” y negar compulsivamente la violación de la CPE y de nuestra soberanía con la injerencia de diplomáticos extranjeros. A la conspiración planificada se le denominó “sucesión constitucional”.

César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.