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La ciudad y la arquitectura en la era informacional

AQUÍ Y AHORA

En los últimos años del siglo anterior quedaron en statu quo las propuestas por las que transitarían las ciudades en el nuevo siglo, ya que los principios vigentes hasta ese entonces terminaron obsoletos. Y fue precisamente a inicios del siglo XXI que estudiosos de lo urbano afirmaron la necesidad de “repensar la ciudad”.

Fueron momentos en los que nacieron reflexiones sobre el futuro y su necesidad de encaminar a la ciudad a una transformación acorde a la era informacional, pues el espacio de los flujos, de los lugares y la producción de significado urbano exigían nuevos conceptos para su desarrollo. Una realidad por demás complicada para ciertas ciudades, las cuales hasta hoy “no siempre reflejan a su sociedad, sin embargo la expresan”.

Mucho más, las grandes metrópolis muestran hoy cómo las constelaciones urbanas que las conforman son territorios funcionalmente integrados, pero socialmente diferenciados. Eso significa que cuentan con una estructura proyectada sobre la base de distintos centros urbanos, los cuales son cualificados acorde a la cultura de su población. Así, esas inmensas capitales encarnan a la ciudad de la era informacional, aquella que sabe complementar cada vez más lo local con lo global.

Un ejemplo de aquello está en la ciudad de Nueva York: el China Town, uno de los barrios más antiguos y auténticos de Manhattan, que si bien muestra la fuerza de la cultura china, su planificación está acorde al desarrollo de ese país. Resultado de todo ello, lo que se observa es un área híbrida, producto del entrecruzamiento de los lugares y de los flujos.

En cuanto a la arquitectura, desde siempre ésta se vinculó a su tiempo. Y es en esa línea que a partir del siglo XXI se manifestó la necesidad de crear nuevos conceptos que sean extraídos de tareas vivas, como es el caso del procesamiento de lo informacional, que se convirtió en un elemento central de la proyección al futuro de cualquier actividad humana.

De ese modo, la sociedad informacional irradia diferentes conceptos que son la base para el nacimiento de una arquitectura con criterios más abiertos y que busque la transformación, por ejemplo, de la vivienda.

Este hecho posiblemente exija el salto de una modernidad absorbente, que duró más de un siglo, a una transformación cuyo sentido busque abiertamente el sustento entre la nueva conceptualización y la reestructuración de la vivienda, exigido por la vida en red.

Así, la casa en la era informacional representaría una dualidad: el espacio de intimidad y el lugar de encuentro, apoyado este último por lo virtual. Una evolución del lugar privado y de relacionamiento de una familia que se daría como consecuencia de la modificación de determinados hábitos sociales. Con esto, su interior podría partir aceptando nuevos tópicos que colaboren no solo en crear mayor flexibilidad en la función de la vivienda, sino que denoten que están en plena evolución. Todo eso sin que se pierda el entorno doméstico y menos la intimidad del hogar.

Empero, no se debiera omitir la estética formal, pues ésta reafirma la existencia de un interés singular en incorporar aspectos renovados pero sutiles que formen parte de su expresión formal, sin olvidar a otros tantos, los desconcertantes.

Evidentemente, lo complejo del momento exige mucha creatividad para convertir lo urbano y la arquitectura en fuentes de riqueza imaginativa. Esta última, aun “dentro de una visión tecnológica, debiera contribuir con cánones de innovación estética”.

Patricia Vargas es arquitecta.