Censo, identidades y sus heridas
En estos últimos días se ha suscitado una avalancha de opiniones sobre el término “mestizo”. Existe la versión oficial de no incluir en la boleta censal esa palabra, a utilizarse en noviembre de este año. Algunos opinan que hay que hacerlo. En un país como el nuestro, heredero de procesos de colonización racializada, que aún no termina, es sumamente complejo quedar atrapado en un término como mestizo.
Es llamativo que las ciencias sociales y humanas que se reproducen en las universidades de Bolivia se hayan soslayado del análisis profundo de las categorías socioculturales identitarias nuestras. A excepción de algunos investigadores, la gran mayoría ha optado por utilizar términos banales como clase media, clase alta, clase baja, hasta popular, etc., que no explica la clasificación colonizada y sus múltiples complejidades.
Si queremos tener una real cartografía identitaria del país hay que recurrir a conceptos conocidos, claros, y que es utilizada por la misma población, aunque esté sujeta a varios cambios históricos. Por ejemplo, el término “camba” fue apropiado en los últimos años por las élites de la región amazónica, cruceña y chaqueña. Hace 100 años identificaba solo al/a camba que era sinónimo de indio de las tierras bajas. Hoy los pueblos ancestrales de la amazonía, el chaco y el oriente se autodenominan más como indígenas que cambas. ¿Cómo fue el proceso de apropiación de la gente “blanca”? ¿Cómo se dio el desarraigo de los indios cambas?
Pero términos como q’ara en la región andina (literalmente quiere decir pelado) y karayana en las tierras bajas, no han sufrido grandes modificaciones. ¿Hoy quién es el q’ara/ karayana? ¿Será posible que, en el Censo de noviembre, se autoidentifiquen los/as q’aras/ karayanas como tal? Aunque en el caso de las mujeres, la segregación es mucho más explícita. Palabras como señorita, chota, birlocha, incluso chola, apuntan a procesos sociales complejos en toda la esfera societal del país.
Indudablemente la palabra mestizo (misti cuando es aymarizado o quechuizado) es mucho más ambiguo. Esta palabra es un escape social porque es una denominación con muchas derivaciones. El mestizo puede estar cerca del indio/india, pero no admite esa situación. El mestizo, muchas veces se siente parte de los q’aras, en una idea arribista y por lo tanto muy lejos de los indios/as.
Si queremos saber cómo nos identificamos, es preciso recurrir a la autoidentificación identitaria, aunque ese recurso sea cambiante, según las coyunturas sociales y políticas. ¿Es posible la autoidentificación? Parece muy sencillo hacerlo, pero es muy complejo concebirlo. Un joven posiblemente no lo haga de manera inmediata, sobre ¿quién es? Una persona mayor seguramente tenga mayor facilidad de autoidentificarse, aunque puede ya estar atravesado por varias identidades como ser aymara/quechua, pero ya citadino y por lo tanto indio urbano, aunque para el q’ara/karayana común será ya un mestizo o cholo. La gran dificultad para autoidentificarse tiene que ver con la presión social de los factores del colonialismo interno y externo, donde lo indio/a y sus derivaciones, incluso lo urbano popular, siguen siendo como realidades negativas y para desarraigarse. A pesar que en estos últimos años ha relucido tenuemente el orgullo ancestral indio, es un factor que también recibe el contraataque colonial que hace re-pensar que siguen siendo sociedades del atraso, incluso de gente salvaje. Por esta situación, hoy un buen conglomerado se siente español, europeo, pero se camufla bajo el nombre de boliviano.
¿Qué sucede con las adscripciones identitarias? Es relativamente efímero, porque la permeabilidad en las sociedades coloniales, que casi son de castas, no lo permite. Traspasar de una clase a otra no es tan sencillo. Por esta razón, un/a q’ara no se convierte en indio o un indio/a tampoco se convierte en q’ara fácilmente.
Jichhurunakanxa wali mistinakat parlapxistu. Taqiniw mistixtanja, sasaw sapxistu. ¿Ukhamapachati?
Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.