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Nuevos problemas, nuevas preguntas

ORDEN CAÓTICO

Le atribuyen a Einsten una frase que va más o menos así: para resolver un problema se necesita un estado mental distinto al que provocó el problema. Mi cita no es textual, pero más allá de la exactitud, lo que me interesa resaltar es que cuando tenemos problemas (crisis) como la que el mundo está viviendo en este momento, tener un nuevo enfoque mental puede hacer toda la diferencia para superar el embrollo y lograr un nuevo equilibrio.

Creo que estamos en un momento de abandono paulatino de las viejas certezas, pero el nuevo esquema mental para entender el mundo post-COVID que viene, está aún en estado embrionario. Como no hay certezas, hay preguntas.

El total de exportaciones en 2021 fue de $us 10.936 millones, de los cuales, 2.530 millones corresponden a oro metálico (mientras que las exportaciones de gas natural sumaron 2,233 millones). Los exportadores de oro (ni de ningún otro producto que no sea hidrocarburos) no tienen la obligación de entregar sus dólares al Banco Central. Calculo que una proporción importante de los dólares que ingresan por esa exportación seguramente irán a financiar las importaciones de maquinaria e insumos para el mismo sector, otro tanto circulará en la economía y financiará importaciones legales e ilegales de bienes duraderos y bienes de consumo inmediato. Pero hay una parte de esas divisas que queda en la economía, en lo que los economistas bolivianos denominamos el “Colchón Bank”.

Sería interesante conocer cuál es esa proporción, cuánto de eso se invierte —por ejemplo— en esquemas de estafa piramidal que ofrecen ganancias rápidas y qué tipo de instrumentos financieros más seguros y novedosos, de alguna manera más formales, podrían captar por lo menos una parte de esos dólares.

En otro orden de cosas, la guerra en Ucrania ha disparado los precios de los hidrocarburos al cielo; en lo que va del mes, el promedio ha estado alrededor de los $us 100 el barril y el gas ruso no solo se cotiza más caro para los consumidores europeos, sino que los importadores deben pagarle a Rusia en rublos. Mientras tanto, es la China que se ha convertido en el socio estratégico para absorber las exportaciones de gas y petróleo de Rusia.

Este es solo uno de los síntomas de un proceso que se venía gestando muy lentamente desde antes de la pandemia: seguimos viviendo en un mundo globalizado, pero ahora los intercambios comerciales regionales están empezando a ganar más fuerza, al mismo tiempo que se asumen ciertas restricciones al libre comercio de bienes y servicios en ciertas áreas geográficas —el mejor ejemplo, en su momento, fue el debate geopolítico acerca del 5G y hasta qué punto los europeos y estadounidenses limitaban el tendido de redes 5G de empresas chinas en sus territorios—.

Si unimos esta tendencia —que la guerra de Ucrania ha hecho más intensa— con los riesgos que los mercados financieros ven en la inflación estadounidense y su posible desenlace recesivo, se explican los movimientos de algunas economías (todavía no las más pesadas del mundo) para diversificar la composición de sus reservas internacionales y darle un poco más de peso al yuan chino. Esto está sucediendo con Israel y Brasil, actualmente.

Las noticias económicas internacionales dan señales cada vez más frecuentes de las conversaciones entre Arabia Saudita y China para pagar el petróleo en yuanes.

Por otro lado, actualmente el bitcoin es el noveno instrumento financiero del mundo en valor de mercado, superando a Facebook (Meta), a las transnacionales VISA, Mastercard, Shell, McDonald’s, IBM y otros titanes. Si bien el bitcoin no es corrientemente usado como medio de pago excepto en El Salvador, es legal poseer la criptomoneda como activo financiero en Europa y Estados Unidos. Con un abanico de detractores y otro de defensores, el bitcoin es hoy en día un elemento tan grande en el mercado financiero que no se puede esperar que desaparezca —salvo catástrofe imprevista. Y se usa en un conjunto de transacciones. ¿Llegará la casera de la esquina a aceptar bitcoins como pago por nuestras compras? El tiempo lo dirá.

Si bien es un tiempo de crisis, también es un tiempo para dar vuelta nuestras convicciones, analizar qué alternativas de salida puede haber para una economía mundial que será cada vez más un conjunto de economías regionales y cómo nos podemos preparar para los cambios que se vienen y que van a afectar la manera en que usamos y conocemos el dinero.

Pablo Rossell Arce es economista.