Criptomonedas y NFT

Para entender la última encarnación de las colosales estafas en criptomonedas que siguen plagando internet, supongo que deberíamos empezar por todos esos simios aburridos, porque ¿cómo no hacerlo? No me refiero a los simios reales: poco de lo que hay en esta columna tiene que ver con cosas que podrían llamarse “reales” en algún sentido tangible. Más bien, me refiero a la colección de arte digital conocida como Bored Ape Yacht Club. Creada hace un año por un cuarteto de misteriosos entusiastas de las criptomonedas con pseudónimos, Bored Ape es una colección de miles de dibujos hipercoloridos “generados mediante programación” de primates desaliñados pero con onda, de esos que no le llevarías a tu mamá a su casa.
Por la simple razón de que en internet pasan cosas bizarras, los simios aburridos se han convertido en un producto de moda en el mercado de los tokens no fungibles, o NFT. Hasta la semana pasada, el NFT de Bored Ape más barato disponible —una especie de certificado digital que otorga a su poseedor la propiedad nebulosa de la ilustración del mono— se vendía por el equivalente a unos $us 340.000; el año pasado, un NFT de un mono aburrido muy raro, uno de los pocos con pelaje dorado, se subastó en Sotheby’s por $us 3,4 millones.
¿Vamos bien hasta ahora? La gente en internet está enloqueciendo por lo que en esencia son primates estilo Pokémon. Quizá se pregunten qué hacen los simios y por qué la gente paga tanto por derechos jurídicamente inciertos sobre ellos y cómo fue que ustedes se volvieron tan viejos y anticuados. Todas son buenas preguntas, pero ya estamos más allá de ellas.
En el último año, Yuga Labs, la empresa emergente con buen financiamiento que fabrica los Bored Apes, se ha embarcado en un desfile de nuevos y aún más vanguardistas derivados digitales de sus simios. Sus más recientes emprendimientos hacen gala de la vibra desconcertante, despilfarradora y como de casino descompuesto de la tendencia non plus ultra de internet. Las criptomonedas, las cadenas de bloques, los NFT y la constelación de tecnologías alabadas que se conocen como la web3 se han aclamado como una forma de liberar internet de los gigantes tecnológicos que controlan la red en este momento. Pero lo que está ocurriendo con Bored Apes sugiere que están haciendo lo contrario: contaminar el mundo digital con una espesa niebla de errores, estafas y especulación financiera costosa y en gran medida no regulada que acaba con la poca confianza que aún quedaba en la web.
Molly White, una desarrolladora de software que dirige Web 3 Is Going Just Great, un sitio web y un canal de Twitter que documenta los desastres espectaculares que al parecer ocurren todos los días en el criptomundo, me dijo que se está engañando a muchas personas para que se conviertan en conejillos de Indias de un conjunto de nuevas tecnologías que son mucho menos sólidas de lo que reconocen sus promotores.
Los defensores de las criptomonedas y de las innovaciones asociadas a la web3 afirman que estas tecnologías pueden revertir la tendencia monopolística de internet. Aseguran que si construimos la próxima generación de aplicaciones de internet en cadenas de bloques —en esencia, libros de contabilidad públicos que pueden registrar transacciones monetarias y almacenar datos de manera descentralizada, lo cual significa no estar bajo el control de ningún gigante tecnológico—, podremos desestabilizar a los gigantes de internet de hoy. Los promotores de la web3 también señalan una variedad de virtudes que hasta ahora no se han materializado. Dicen que las criptomonedas nos liberarán de los grandes poderes financieros como Wall Street y la Reserva Federal, que permitirán a la gente enviar y recibir dinero de forma barata o que incorporarán a los millones de personas “no bancarizadas” del mundo al sistema financiero moderno.
Sinceramente, hace tiempo que intento mantener la mente abierta a estas afirmaciones, porque me siento bastante consternado por la forma en que un puñado de empresas se ha apoderado de un internet que antes consideraba una fuente de innovación. Si realmente existe una nueva web que va a resolver todos los problemas de la vieja web, cuenten conmigo.
Tampoco vemos mucho de la descentralización prometida. Muchas compañías de la web3 están financiadas por las mismas personas que construyeron la web que ahora estamos tratando de reformar. El principal problema no es que estas tecnologías se conviertan en la base del futuro de la web. Está claro que no están preparadas para ello: como dijo White: “Si la web3 no puede manejar 55.000 NFT de Bored Ape, ¿cómo podrá manejar la tecnología a escala web?”.
Pero ¿cuánta gente más tiene que perder hasta la camisa para que nos demos cuenta de que la web3 no es la solución a ninguno de nuestros problemas?
Farhad Manjoo es columnista de The New York Times.