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Bajas laborales por menstruaciones dolorosas

SERENDIPIA

Si los hombres tuviéramos la regla esa baja hubiera llegado hace décadas. Ese es el problema. Literalmente versaba así un tuit el jueves pasado de Íñigo Errejón. No es la opinión de alguien que suele pasar desapercibido, es la de uno de los políticos españoles con mayor reconocimiento internacional por su nivel de ilustración y por su inteligente elocuencia. Sin tornasoles ni matices, sentó una posición clara respecto de una de las medidas más interesantes que a este día ha alcanzado un acuerdo positivo, liderado por la ministra de Igualdad, Irene Montero, de Unidas Podemos, en el gobierno de Pedro Sánchez.

La discusión se dio en el marco del proyecto de Ley de Aborto escrito por el Ministerio de Igualdad. Obviamente las reacciones abarcaron todas las posiciones políticas en lo que respecta a ampliación de derechos, incluso al interior del gobierno. De hecho, el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, del Partido Socialista, se mostró más de una vez públicamente reacio a otorgar permisos laborales a las mujeres por menstruaciones dolorosas, arguyendo variopintos discursos, desde la subjetividad del dolor hasta el efecto discriminador sobre las mujeres, que a su decir provocaría esta medida. Al frente del debate, junto a Montero se encontraba entre otras, Ángela Rodríguez, secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, quien con una precisión indiscutible elevó la discusión filosófica que algunos pretendían en torno al tema, afirmando que desde ningún punto de vista el derecho laboral puede ser neutro al género.

Finalmente, el proyecto determina que el Estado español, por medio de la seguridad social, se hará cargo de los costes que significan las bajas médicas para mujeres por dolores menstruales. Y por si fuera poco, la ley no prevé un límite de jornadas de baja, pues ésta debe estar determinada por las condiciones particulares de cada mujer. Hoy esta propuesta posiciona a España como el primer país de la Unión Europea que avanza en la materia con tanta contundencia. Mientras, en países como Alemania existe la posibilidad de baja por menstruación, mediada por el criterio médico.

En este lado del mundo, al otro lado del océano, el diputado argentino Lucas Godoy, apoyado por la Jefatura de Gabinete de Ministros de ese país, presentó el año pasado un proyecto de ley en la Cámara de Diputados en torno a esta necesidad. En este caso, la propuesta estaba dirigida para estudiantes y buscaba un día mensual de baja permitida. El objetivo era garantizar las condiciones de equidad e igualdad de oportunidades para el acceso y permanencia de las mujeres en los establecimientos educativos.

Todavía en Bolivia, lamentablemente, no se ha discutido ni someramente el tema. Sin embargo, queda claro que el Estado a través de estas acciones tiene la plena capacidad performativa de cambiar el esquema laboral inequitativo en el que se rige la población, inequitativo enfáticamente con las mujeres. Es preciso insistir en que el Año de la Despatriarcalización decretado por el Gobierno pueda anotar en sus logros más acciones puntuales como ésta.

Por todo esto la claridad del tuit de Errejón es una joya. Claro que la política feminista requiere de posiciones públicas contundentes que no vengan solo de las feministas, que no vengan incluso solo de las mujeres. Mientras más hombres sean capaces de ver hacia el futuro, mirando de frente los privilegios de género que la sociedad les confiere, más posibilidades habrá de fortalecer los derechos; o en términos más sencillos, más cerca estaremos de mejorar el mundo.

Valeria Silva Guzmán es analista política feminista. Twitter: @ValeQinaya