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¿Estancamiento con inflación?

más allá de la coyuntura

Después de más de 40 años, la economía mundial se vuelve a preguntar si estamos ad portas de una fase de estancamiento del producto mundial junto con un proceso sostenido de aumento de precios llamada estanflación.

Los últimos datos de la economía de EEUU para el primer trimestre parecen confirmar esta situación al registrar una tasa de crecimiento negativa del PIB de – 1,4 %, la cual no significa técnicamente una recesión puesto que debe registrarse por dos trimestres consecutivos para ello. En cambio, la tasa de inflación, a 12 meses, a abril de este año fue del 8,3%, la cual sin el alza de los combustibles y alimentos, la denominada inflación subyacente, sigue siendo alta, del 6,2%, comparada con las tasas tradicionales del 2% anual.

Estos datos preocupantes se dan en un contexto de una etapa post-COVID-19 con una recuperación más rápida que la esperada, aunque a diferentes velocidades, del producto mundial y de los principales países avanzados en un contexto de baja inflación. Sin embargo, las pugnas geopolíticas y la estupidez de los líderes de las potencias mundiales nos han llevado a una crisis autoinfringida, ya que no podemos echar la culpa a virus exógenos sino a la fatal inoperancia del sistema multilateral.

Como alerté en anteriores artículos sobre la guerra y sus sanciones, los eventos económicos escapan del control del laboratorio de simulaciones y pronósticos de los organismos mundiales y nacionales, pues mutan constantemente en función de las deficiencias inmunológicas de la economía global y de cada país. Los agentes económicos o los spirit animals no son racionales ni tienen espíritu, son más parecidos a los animales puesto que reaccionan en manada frente a la presencia de riesgos. Como dijo Keynes, sus actividades “dependen más del optimismo espontáneo que de una expectativa matemática, ya sea moral, hedonista o económica”.

Hasta el viernes 13, los agentes económicos reaccionaron con fuertes caídas en las principales bolsas del mundo, por ejemplo el Standard and Poor’s (S&P500) cayó un 10% respecto a su nivel alcanzado hace un mes. Además, las crisis financieras empiezan por los activos más riesgosos del cual tratan de desprenderse los agentes “racionales”, como ocurrió con el mercado de las llamadas criptomonedas o monedas digitales sin respaldo de bancos centrales. Así la BBC Mundo tituló El criptomercado ya tiene su propio Lehman Brothers, en alusión al Fondo de Inversión detonante de la crisis financiera iniciada en 2007 con la “crisis de las hipotecas tóxicas”. En efecto, la principal moneda virtual, el Bitcoin, de un nivel registrado en noviembre de 2021 de $us 68.000 llegó a caer a $us 27.000 la semana pasada, reflejando una caída del 60% de su valor.

Estas perturbaciones financieras en las bolsas y en los activos más riesgosos se dan en un nuevo contexto derivado de la inflación, que se suponía transitoria, como es el aumento de las tasas de interés por una parte de los bancos centrales, como en el caso de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) que ya realizó dos ajustes elevando de un nivel cercano a cero a 1%, sumado al anuncio de que subirá en los próximos meses. Adicionalmente, la cereza del postre, la Fed apunta a una reducción de $us 1 billón (o 11%) en sus tenencias del Tesoro durante el próximo año con un impacto negativo en la deuda pública del Tesoro que se suma a los elevados gastos fiscales asociados a la reactivación y a los gastos militares; Daniel Arbess estima que “el déficit presupuestario federal actual de $us 3 billones aumentaría en casi un 20%, compensando con creces los ahorros del final de los ‘pagos de impacto económico’ de COVID”.

Así, los resultados económicos de las decisiones políticas tienen efectos que no se pueden prever y escapan al control de los líderes del G7 que están más preocupados en sancionar a la novia de Putin.

En cambio, en el país, nosotros estamos preocupados de otros temas mucho más importantes y ni siquiera miramos de reojo a los ciudadanos de países vecinos que están viviendo un aumento diario en el precio del pan, de los alimentos y de los combustibles. Parece que las cosas solo se valoran cuando se pierden.

Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.