Bolivia, el país con la economía más sólida
Álvaro Nina Nina
La invasión rusa contra Ucrania promovió un considerable cambio geopolítico, el cual inevitablemente condicionará la realidad mundial a largo plazo, habiéndose promovido además la transformación de la agenda internacional. Ante este escenario, es propicio mencionar que la historia refleja que algo similar ocurrió con la caída del Muro de Berlín allá por 1989 y la desaparición del bloque soviético en 1991, el atentado contra las Torres Gemelas en 2001 y la crisis financiera global de 2008. Si bien con el hecho más reciente pareciera emerger un mundo más incierto, tanto económica como geopolíticamente, se pueden avizorar espacios de oportunidad para terceros países, y un ejemplo claro de ello son los de América Latina.
En ese entendido, la actual coyuntura ha vuelto a conceder cierto protagonismo a los países latinoamericanos, los cuales han afrontado diversos efectos directamente vinculados con el conflicto bélico. Desde el punto de vista económico, un hecho perceptible es el incremento del precio de los hidrocarburos y de otras materias primas, lo que ha beneficiado a los países productores y castigado a los consumidores. Asimismo, se ha podido constatar importantes tensiones inflacionarias.
Es evidente que la invasión rusa a Ucrania ha reactivado la incertidumbre mundial, deteriorando las expectativas de crecimiento económico y dificultando aún más la salida de la crisis pospandemia en América Latina. Sin embargo, la subida del precio del petróleo es un aliciente para los países productores con problemas de inflación o caída de recursos, o que han experimentado un deterioro de sus cuentas fiscales. En este escenario, el aumento de los precios de las materias primas que comenzó en 2021 y cobró un mayor impulso a causa de la crisis ucraniana, podría promover a las economías latinoamericanas que dependen de las exportaciones de dichos insumos. Sin embargo, esto repercute en la interrogante de si el auge actual de las materias primas podría incentivar a contraer tasas de crecimiento más rápidas en una región que ha estado en un modo de crecimiento lento desde el último auge de las materias primas en 2014.
Quedando establecido que existe una fuerte correlación entre los precios de las materias primas y el crecimiento económico de los países latinoamericanos. El auge de estos insumos, fomentado por una fuerte demanda mundial, ha sido un factor clave del crecimiento económico en una región que continúa dependiendo de las exportaciones de productos básicos. Ante tal escenario, es importante reconocer que la dependencia de los países latinoamericanos de las materias primas para impulsar el crecimiento los deja vulnerable a las crisis de precios y ciclos económicos. Lo cual se pudo constatar de forma evidente en gran parte de la región, posterior al último auge de las materias primas en 2014.
Ante esta coyuntura, la revista Economist Intelligence Unit (EIU) realizó un estudio denominado Las perspectivas para América Latina en medio de la guerra de Ucrania, que tuvo la particular intención de medir qué países de esta región del mundo están mejor posicionados respecto a otros para resistir e incluso prosperar en el entorno global actual, para lo cual tuvieron a bien diseñar un mapa de calor (diseñado en una escala de 1 a 5, donde la proximidad a 1 muestra una mejor posición) que evalúa el desempeño de la región en el ámbito de siete indicadores clave, tales como la inflación, la deuda pública, los pagos de intereses/ingresos del sector público, el ratio de las exportaciones de materias primas respecto a las exportaciones totales, balanza por cuenta corriente (% del PIB, 2021), riesgo de estabilidad política y el riesgo legal y regulatorio.
Los resultados de dicho estudio demuestran que Bolivia es el país mejor posicionado entre los cinco menos vulnerables de la región, con una puntuación de 2,14, seguido por Ecuador, Paraguay, Chile y Perú. El otro lado de la moneda son El Salvador, República Dominicana, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Todos están entrando en crisis con niveles relativamente altos de deuda pública, desequilibrios externos sustanciales y alta inflación, y ninguno es un importante exportador de materias primas.
Este suceso refleja una vez más, ante constantes críticas carentes de fundamentos reales, la eficiencia del Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP) diseñado e implementado por el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce. Es un hecho destacable que el MESCP sí funciona y prueba de ello es que ha logrado estabilizar la economía boliviana ante escenarios bastante adversos, obteniendo como resultado perspectivas favorables para la población boliviana en el ámbito interno y externo.
Álvaro Nina Nina es economista.