Icono del sitio La Razón

Tiempos de resistir el retroceso

ARCILLA DE PAPEL

El 2 de mayo, la revista Politico publicó un borrador filtrado del texto del juez Samuel Alito en que se define como “error flagrante” una histórica decisión emitida por la propia Corte Suprema en 1973, que lleva por nombre Roe vs Wade y que protege el aborto como un derecho constitucional. Esto implica que el Tribunal Supremo de Estados Unidos está a punto de acabar con el derecho constitucional al aborto a nivel nacional.

Días después el máximo tribunal confirmó que el documento filtrado es auténtico, pero aclaró que no representa una decisión formal de la Corte. Sin embargo, todo indica que esta definición y su intensidad es solo cuestión de días. Debido a la exitosa toma de posesión del sistema judicial por parte de los republicanos, la criminalización del aborto por parte del Tribunal Supremo está cerca, se espera su publicación en julio.

Esta noticia es solo la cara visible de todo un proceso silencioso de retroceso en torno a los derechos sexuales y reproductivos. Una vez más, los cuerpos de las mujeres son el campo de batalla de una guerra geopolítica y civilizatoria. Estados Unidos no es una excepción. En Europa, el discurso público se centra cada vez más en el declive demográfico. Una vez más, hermosas madres blancas con hermosos bebés blancos inundan costosas vallas publicitarias en Hungría, Polonia, Alemania, Dinamarca, Rusia y Serbia para promover la maternidad occidental y condenar el aborto.

Desde hace 10 años que se viene gestando este retroceso en relación a los derechos reproductivos, interconectado con otros niveles cruciales de retrocesos discursivos que podrían bloquear los avances en la igualdad de género. Uno de ellos es la captura institucional; por ejemplo, el Tribunal Supremo de Estados Unidos, así como la creación de instituciones alternativas. En ese sentido, los últimos años se ha creado una red transnacional de organizaciones no gubernamentales que impulsan el Congreso Mundial de Familias que ya ha organizado cuatro “cumbres demográficas” donde se reúnen políticos con líderes religiosos para compartir estrategias destinadas a aumentar las tasas de natalidad. En octubre de 2020, se firmó la Declaración de Consenso de Ginebra sobre la Promoción de la Salud de la Mujer y el Fortalecimiento de la Familia, que pretende ser una alternativa conservadora a documentos como la Convención sobre todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).

El racismo también se encuentra con discursos demográficos en oposición al derecho al aborto. La popular teoría de la conspiración derechista conocida como el “Gran Reemplazo” advierte que las personas nacidas en Estados Unidos están siendo reemplazadas por inmigrantes no blancos. Prohibir el aborto es una forma de mantener altas las tasas de natalidad en Estados Unidos.

Por último, una estrategia cada vez más potente es la sustitución de los discursos sobre los derechos humanos por un nuevo lenguaje sobre la reproducción: el maternalismo y la familia. Muchas personas anhelan el regreso a una estructura social conservadora en la que todos se casan jóvenes y forman una familia nuclear encabezada por un varón.

Cuando Latinoamérica no ha terminado de celebrar su marea verde, parece que ya tendremos que salir nuevamente a las calles para resistir este nuevo retroceso conservador. Son muchas las cosas que están en juego. Como amenaza latente, solo basta ver a las mujeres en Afganistán que, tras la llegada de los talibanes al poder, temen perder todo lo que lograron en su vida.

Lourdes Montero es cientista social.