Icono del sitio La Razón

El presente y el futuro del trabajo

ORDEN CAÓTICO

Prácticamente toda acción humana que pretende modificar el entorno natural puede ser catalogada como una aplicación de tecnología, empezando por el básico encendido del fuego, que ningún otro animal puede realizar en la naturaleza y muy pocos humanos tienen las competencias para lograrlo sin el concurso de encendedores ni fósforos.

Es pertinente aclarar estos detalles para quienes creen que la tecnología se reduce al internet, los smartphones y las apps.

Desde el inicio de la revolución industrial, la introducción de tecnología en los procesos productivos ha sido motivo de preocupación social, especialmente en la población trabajadora. Los luditas de la primera revolución industrial saboteaban con violencia la aparición de nueva maquinaria multiplicadora de la productividad porque la percibían como ahorradora de puestos de trabajo. La historia demostró que la realidad tenía muchos más matices.

Con el arrollador avance de la informática y las Tecnologías de la Información y Comunicación, una nueva preocupación se ha instalado en la mente de las y los estudiosos del empleo, que se preguntan cómo va a modificarse la demanda laboral (vale decir, la necesidad que tienen los empresarios de contratar trabajadores/ as) en la medida en la que se incorpora más tecnología de nueva generación para la producción de todo tipo de bienes y servicios.

Un interesante artículo del último número de la revista de la CEPAL, escrito por Ignacio Apella y Gonzalo Zunino, muestra las tendencias del empleo en América Latina en relación a la introducción de nuevas tecnologías, bajo la hipótesis de que la introducción de nuevas tecnologías genera dos grupos en la población trabajadora: uno, altamente calificado, bien pagado, productivo e intensivo en tareas cognitivas, y el otro, con baja cualificación, ingresos bajos y altamente intensivo en tareas manuales rutinarias.

En el medio, queda el grupo de trabajadores con cualificaciones medias y especializados en tareas manuales no rutinarias.

La teoría dice que los dos primeros grupos tienden a tener mayor demanda y el tercero, tiene la tendencia a reducirse en la proporción total del empleo.

Apella y Zunino señalan que esta tendencia está presente en América Latina, pero con matices: Bolivia presenta ligeros aumentos en el empleo intensivo en actividades manuales rutinarias y República Dominicana disminuye el empleo en actividades intensivas en conocimiento.

El contexto económico mundial que fue consecuencia de la pandemia multiplicó los usos de las tecnologías de última generación y los ejemplos forman una larguísima lista, desde la vigilancia de la población contagiada hasta la multiplicación de plataformas de delivery.

Hoy en día, la frontera tecnológica está en la inteligencia artificial. Pese a estar recién en las fases iniciales de su desarrollo, cualquiera con conexión a internet puede encontrar aplicaciones gratuitas para realizar transcripciones, captura de datos, dibujos animados, marketing, escritura de ensayos y hasta diseño.

Por otro lado, se han abierto decenas de opciones para que jóvenes con habilidades y destrezas digitales se inserten en un mercado de trabajo global, siempre y cuando tengan la curiosidad y las ganas de explorar. Cientos de historias de gente que aprende nuevos oficios mediante herramientas virtuales de aprendizaje lo corroboran.

Por supuesto, la primera condición indispensable es tener curiosidad y ganas de explorar. La segunda condición es contar con una conexión de internet medianamente decente. La tercera condición es tener un nivel mínimo de lectoescritura y razonamiento matemático. Este tercer elemento brilla por su ausencia en el sistema educativo boliviano, gracias a las condiciones —también sistémicas— de gobernabilidad entre sindicatos de maestros y Gobierno. Los últimos acontecimientos de la cúpula del CEUB son una vitrina de la situación de la educación superior en el país.

Afortunadamente, se han multiplicado las oportunidades que existen en internet: un puñado de destacados profesores han volcado una encomiable vocación de servicio en el desarrollo de contenidos educativos —especialmente en matemáticas— en varios canales de YouTube, entre los que resaltan, por el capricho de mi particular algoritmo de búsqueda: Cristian Apaza, el profe Marco Bolivia y el profe Santiago Velasquez (según el nombre de sus respectivos canales).

Para quienes buscan educación técnica existen cientos de opciones con cursos cortos de profesionalización, muchos de ellos gratuitos y con opción a un certificado oficial. Por su lado, Google ha desarrollado un portal de formación en materias que van desde el marketing digital hasta el desarrollo de apps móviles, pasando por comercio electrónico, computación en la nube y decenas de otros cursos.

Con esto, vemos un tímido inicio de un amplio abanico de oportunidades de desarrollo profesional, potencialmente más inclusivo en el futuro.

Pablo Rossell Arce es economista.