Más allá del PIB: rebote no vale
Una de las discusiones de los economistas en 2021 fue si el brote inflacionario era de carácter transitorio o persistente. La mayoría de los bancos centrales se alineaban en el equipo transitorio y pocos economistas, como Nouriel Roubini y Lawrence Summer, exsecretario del Tesoro, en el equipo de inflación persistente. En mi artículo de fines de diciembre también me había inclinado a este equipo. La disputa parece resolverse en lo que va en el transcurso de este año hasta fines de mayo con la persistencia de la inflación, puesto que a veces no hay nada más permanente que lo transitorio.
La Reserva Federal aceptó que la inflación no iba a retornar a su tasa del 2% y empezó a subir su tasa de interés de referencia y se espera que continúe hasta fin de año. Sin embargo, a diferencia de 2021, el fantasma que está rondando es el de la recesión, después de conocerse la caída del PIB de EEUU en el primer trimestre en 1,5%.
La palabra recesión, ninguna autoridad oficial se atreve a mencionarla, como se cuenta en la anécdota de la última reunión del Foro Económico Mundial de Davos, cuando bajo la presidencia de Carter se le dijo al asesor de inflación Alfred Kahn: “No use la palabra R., asusta a la gente”. Entonces, cambió la palabra recesión por “plátano”. Y ahora parece, como van las cosas, podría haber una mezcla de inflación con plátano.
En el caso de los EEUU, existe el Comité del Ciclo Económico del NBER (National Bureau of Economic Research), que decide cuándo empieza y termina una recesión o una expansión económica. Señala que una recesión es el periodo entre un peak o máximo de actividad económica y su posterior mínimo, o punto más bajo. El peak más reciente ocurrió en febrero de 2020 y el mínimo en abril de 2020, como en el caso de pandemia de COVID-19, siendo la recesión más corta registrada en EEUU. El problema es que las decisiones del Comité del Ciclo Económico se conocen varios meses después de que dan por empezada y terminada una recesión, como la de abril de 2020, que se anunció oficialmente en julio de 2021.
Para el Comité del Ciclo Económico del NBER, una recesión implica una disminución significativa en la actividad económica que se extiende por toda la economía y dura más de unos pocos meses, por lo cual se basa en una serie de medidas mensuales de la actividad económica real agregada como las siguientes: ingresos personales reales menos transferencias, empleo de nómina no agrícola, empleo medido por la encuesta de hogares, gastos reales de consumo personal, ventas al por mayor y al por menor ajustadas por los cambios de precios y la producción industrial. Sin embargo, señala el comité que los dos indicadores en los que han puesto más peso son los ingresos personales reales y el empleo de nómina no agrícola. Si fuera así, la tasa de desempleo a abril de este año estaba en 3,6%, por lo que sería prematuro hablar de recesión en EEUU.
En nuestra aldea boliviana no estamos en el mundo de la estanflación y más bien seguimos con un solo indicador mágico, como es el PIB, para tomar nuestras decisiones, como fue por ejemplo en el caso del segundo aguinaldo, creado por el Decreto Supremo 1802 “Esfuerzo por Bolivia”, que estipula su pago “cuando el crecimiento del PIB supere el 4,5%”. Probablemente a junio 2022-julio 2021, el crecimiento interanual del PIB sea en torno al 4,5%, lo que cabría pensar que comparado con junio 2021-julio 2020, medio periodo de pandemia, no sea un buen indicador de la recuperación del PIB. Me hace recordar la célebre frase de “rebote no vale”, porque la verdadera recuperación habría que comparar con un periodo sin pandemia, como fue junio 2019- julio 2018.
Mi sugerencia es un comité para revisar el premio por el esfuerzo por Bolivia con base en indicadores que reflejen el comportamiento del conjunto de la actividad de la economía y no solo de un sector, como el minero en 2021, que explicó el crecimiento del PIB. También es importante tomar un periodo antes del COVID-19, para determinar si recuperamos el nivel precrisis. Así por ejemplo, el crecimiento del PIB en 2021 de 6,1% fue respecto al nivel de 2020, pero si comparamos con el nivel precrisis de 2019, no hemos crecido sino disminuido en 3,2%. Vale la pena el esfuerzo.
Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.