Icono del sitio La Razón

De Silvestre a Silveria

La A amante

En estos últimos días se abordó en clave de polarización el cierre temporal del bioparque Vesty Pakos, en la paceña Mallasa. El cierre por 15 días fue decisión de la municipalidad para que se despliegue la investigación institucional, además del caso que abrió la Policía por los decesos de 89 animales refugiados luego de la denuncia por biocidio de la activista animalista Silveria Laureano junto a otras dos personas contra la administradora del bioparque, Geraldine Durán, y otras personas. En la cadena de responsabilidades, los siguientes eslabones son el Director de Medio Ambiente y el Alcalde de La Paz. Papita para el lorito. Estamos ante un caso grave que no escapará a las estrategias políticas para caerle al municipio o bien atacar al MAS porque no se ocupa de los posibles incendios forestales, si seguimos el tosco ballet de las redes sociales.

Los animales, afortunadamente, no son ni pititas ni masistas, ni tienen una agenda oculta en esta nueva confrontación. Pero son las principales víctimas. Biocidio, mala administración, despido de funcionarios por el cambio del color político que ganó en la Alcaldía, falta de recursos, todo está sobre la mesa de evaluación que el propio Iván Arias se ocupó de organizar y comunicar. Son 88, 89 o 90 animales (según diferentes reportes) en cautiverio que murieron en lo que va del año. Las autoridades competentes negaron negligencia al tiempo de pedir un asesoramiento de expertos para mejorar el espacio. Reestructuración total, dicen desde Mallasa; investigación y sanción, dicen los defensores de los animales que murieron y de aquellos que en este mismo momento sufren un cautiverio que en la mayor parte de los casos es la cola de una vida de maltrato, de tráfico, de sufrimiento.

Silvestre Pakos fue el naturalista que le puso el nombre a este exzoológico, parque que se mudó del ruidoso centro paceño a un prometedor campo en la sureña Mallasa para convertirse en un centro de custodia de fauna silvestre. Vesty no imaginó en su vida dedicada, en gran parte, al amor hacia todo tipo de animales que volveríamos a repetir errores, mejor dicho, horrores con estos seres inocentes que dependen de nuestra bondad, de nuestra madurez como colectividad. En este reciente escándalo desatado por la ineficiencia, dejadez y falta de swing de los responsables en esta última gestión municipal se escucha de todo. Y mientras se argumenta que los animales ya habían llegado al refugio en penosas condiciones, mientras se apunta a la inexperiencia de los funcionarios, mientras se denuncia la falta de profesionales una vez retirados dos de tres veterinarios y retirados seis de siete biólogos, mientras políticos y medios complacientes buscan consuelo repitiendo que la mayoría de los animales muertos eran lagartijas (pobres lagartijas, ninguneadas en titulares de periódicos con aspiración a ser “independientes”), los maltratados huéspedes de Mallasa solo amanecen y anochecen sobre la cama de nuestra irresponsabilidad y peor todavía, de nuestra indolencia.

Solo queda esperar que el Comité Científico de Planificación y Seguimiento a las actividades del bioparque proponga varios nombres de profesionales con capacidad y con un noble corazón. Sería tan alentador contar con un comité científico o un comité de “corazones de oro” (como decía el Compadre Palenque) para evaluar otros centros de este tipo en el país; para sobrevolar la feria 16 de Julio en El Alto y poner un alto al tráfico insensible de perros, gatos, loros, conejos y otros que son ofrecidos como objetos en minúsculas jaulas; para patrullar en los barrios e identificar las viviendas donde maltratan a las mascotas; un comité que prohíba poner zapatos a los perros; un comité que sancione a quienes abandonan en la calle a sus animales, un comité que nos recuerde cada día que estos seres inocentes, cargados de ternura, leales a toda prueba son nuestros maravillosos acompañantes en este tren de la vida. Nos custodian en las buenas y en las malas, ponen color a nuestras soledades, sufren a nuestro lado en las guerras o confrontaciones que nos expulsan de nuestras casas, nos guían en deslizamientos de tierra o terremotos, nos abrigan cuando se van nuestros hijos o rompemos con nuestra pareja, limpian la energía de nuestro entorno, nos encantan con sus sorpresas, nos curan con sus miradas, nos vuelven mejores con su presencia. Porque todas las especies merecen nuestro respeto, nuestra empatía y nuestro reconocimiento, ayúdenme a gritar: ¡Justicia y amor para todos los animales del Vesty Pakos! ¿Cuándo? ¡Ahora! ¿Cuándo, carajo? ¡Ahora, carajo!.

Claudia Benavente es doctora en ciencias sociales y stronguista.