La defensa de la ciudad pensada
Las ciudades hoy en día están en constante observación. Esto, porque si bien son una fuente sostenible de ideas, requieren una permanente evolución dentro de principios contemporáneos relacionados con el vivir en constante movimiento y velocidad. Tampoco cabe duda de que hoy se percibe la necesidad de llevarlas a un futuro más vivible, debido a que el presente se muestra con una carga de nuevas realidades que hacen complicada la vida del habitante. Tanto es así que hasta presidentes como el chileno en sus últimas declaraciones recordó a quienes dirigen la sede de gobierno de ese país, que se debiera “recuperar los espacios públicos existentes y abandonados, con actividades culturales, comunitarias y sociales que convoquen a todos y todas”. Una proclama indiscutible para recuperar y revitalizar el espacio público.
Kant señalaba que “el imaginar que su amigo Pedro era la imaginación reproductora” determinaba que el tiempo y el espacio debieran mostrar —conforme al concepto que conllevan— un acto productor. Una realidad que hace necesaria una mirada permanente a todo cambio de configuración de la ciudad, lo que no significa que se deban repetir ideas o imaginarios externos, sino que se cuide que las determinaciones espacio-temporales estén en correspondencia con las conceptuales. En otras palabras, la vida urbana poco vivible debiera llevar a reflexionar sobre cómo se podría enfrentar el desafío de su realidad presente.
Actualmente, ciertas metrópolis —con una vida urbana acelerada y desenvuelta en hechos programados— viven en permanente transformación hasta proponer cambios radicales. Ahora, si bien se muestra la ejecución desbordante de grandes innovaciones, pareciera que éstas se deben programar con un norte que capte y organice su cumplimiento dentro de las distintas etapas que requiere toda evolución. Esto por la desaparición desmedida de áreas con tradiciones propias. La defensa de la vida de las ciudades pensadas actualmente ingresó en un momento singular, el cual se desarrolla al interior de una evolución acorde a estos tiempos. Un escenario irreversible que no debiera negar la importancia de que las urbes demandan cambios acordes y en paralelo a la atención del vivir humano. Un hecho que urge pensar que aquellas personas con una vida estresante necesitan lugares de esparcimiento, no solo para el disfrute de la naturaleza, sino para tener contacto con otros ciudadanos.
La necesidad de habilitar un mayor número de sectores verdes y de recreación para la población está llegando al punto en que ciertas ciudades europeas planean cerrar ciertas avenidas para transformarlas en espacios verdes y peatonales de importantes dimensiones, sin olvidar el lugar de juegos para los niños. Hermosos jardines al medio de la urbe que de seguro contarán con áreas destinadas a parqueos, los cuales probablemente estén construidos debajo de esos grandes espacios recreativos. Todo en busca de elevar la calidad de la vida urbana. Un contexto que demuestra cómo ciertos países aprovechan de sus potencialidades para proyectar a sus ciudades al futuro inmediato.
La defensa de la vida del habitante de toda ciudad invita a acercarse a las ideas de Kant sobre el imaginario. Él afirmaba que “la imaginación ya no es la facultad por la cual se producen solo imágenes, sino es la facultad por la cual se determina un espacio y un tiempo conforme a un concepto o ideal de vida”. Una ciudad pensada no debe responder solo al estudio de propuestas urbanas, sino que éstas deben estar inspiradas en las necesidades del personaje más importante de una ciudad, el habitante.
Patricia Vargas es arquitecta.