Los fantasmas del pasado
Verlo caminar tomado de la mano de alguien más me dejó anonadada. Hasta hace unos meses él y yo habíamos sido algo más que amigos y fue justamente en esa calle donde nos habíamos dicho adiós. No lo esperaba. No quería verlo. Pero a veces (la mayoría de las veces) la vida nos pone en situaciones tan insólitas como ella misma.
Mientras lo veía, me puse a meditar sobre si es posible dejar ir el ayer, pensar en el presente y avanzar. Y recordé cómo constantemente los seres humanos mantenemos vivos esos fantasmas del pasado, entre una mezcla de añoranza y desolación.
Esto ocurre a todo nivel, no solo en asuntos del corazón. Me animaría a decir que incluso la economía se embebe de esta añoranza. Prueba de ello son quienes por décadas pregonan que “el pasado siempre fue mejor”, que cualquier medida del siglo pasado tiene más sentido que lo que actualmente se ejecuta en los distintos niveles de la cosa pública.
¿Será así? ¿Podemos decir que lo que se aplicaba en los años 90 es aplicable a un escenario actual? ¿No será que de la misma forma que en la que muchos nos aferramos al amor, también algunos se aferran a políticas económicas?
No, no digo que hay que olvidar o borrar el pasado, solo aprender de él, pero sin vanagloriarlo. Esto va más allá de la ideología. Considero que mientras mejor sepamos apreciar críticamente el presente, solo así lograremos construir el futuro. Fuera de esas pulsiones románticas, y hablando más específicamente de la economía del país, se hace imprescindible basarnos en datos.
Los embates de la guerra, la pandemia, los conflictos sociales han hecho estragos en muchas economías, y aún se están analizando y cuantificando los efectos, como muestra un reciente informe de la CEPAL publicado en junio de este año. En este contexto, paradójicamente Bolivia se encuentra en un escenario estable, con un porcentaje bajo de inflación y perspectivas de crecimiento dadas tanto por las cifras gubernamentales, como por medios y analistas internacionales.
Como es de esperarse, nuestra primera impresión será dudar de esos datos. Bolivia pocas veces alcanza los primeros lugares a nivel mundial, pero cuando lo hace deberíamos sentirnos orgullosos e intentar entender mejor cómo llegamos hasta aquí. La situación económica que vivimos actualmente no es fruto del azar. Sería ingenuo pensarlo.
Cambiar de paradigma es difícil, pero no imposible. Que recibiremos impactos por la situación mundial es algo innegable, pero esos impactos serán mucho menos dañinos que los que están recibiendo otros países. Dejemos de ver con nostalgia el lejano pasado y construyamos con bien el presente. Ver las posibilidades de lo que es y de lo que podrá ser es algo realmente emocionante.
Sin aferrarnos al pasado, debemos mirar de frente, sacudir el polvo y avanzar hacia el futuro. Es necesario dejar ir a los fantasmas. Al final, solo eso son, fantasmas.
Judith Apaza es auditora financiera.