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Los neoliberales del cretácico

TRIBUNA

Apropósito de los dinosaurios en el sistema universitario público de Bolivia que han generado un debate nacional sobre la caducidad de la legislación universitaria, quiero advertir que existen, también, dinosaurios neoliberales cuyas ideas caducas están en periodo de extinción, es decir, en el cretácico.

Estos personajes no hacen sino recitar las viejas consignas del siglo pasado: “reglas fiscales”, “austeridad”, “privatización”, “liberalización”, “inversión extranjera directa”, etc. La única variable que no encaja en su credo es la inflación porque, actualmente, los precios no solo son estables, sino, además, esto ha sido reconocido y valorado por distintos medios y organismos internacionales.

Quizá uno de los representantes más icónicos de esta banda en extinción es el señor Gonzalo Chávez, que no desaprovecha la oportunidad para aferrarse a sus creencias anacrónicas. Reclama que no lo pueden rebatir con datos. Refresquemos un poco la memoria de su pasado como director de Política Económica y Social del ministro de la “privatización” de las empresas públicas Samuel Doria Medina —político de derecha y aliado del gobierno de facto de Áñez—. Aquel periodo, entre 1989 y 1993, estuvo marcado por constantes y crecientes déficits fiscales; ¿será que estos déficits atormentan tanto a Chávez, como pecado para el purgatorio, que no puede sino repetir ad infinitumque los déficits son malos? Sin embargo, eso no fue lo peor, durante ese periodo la desigualdad medida por el índice de Gini pasó de 0,49 en 1989 a 0,52 en 1993. No hay secreto ni subjetividad en estos datos, por esos resultados el modelo neoliberal fracasó; lo realmente alarmante es que exista una miopía histórica —en Chávez y otros— que quiere negar la realidad y se aferra a las viejas y añejas recetas.

A su vez, los neoliberales insisten en su ataque irracional a las empresas públicas, su argumento dice que “el Estado es ineficiente”; el mismo argumento lo utilizaron Samuel Doria Medina y el caudillo de los neoliberales Gonzalo Sánchez de Lozada para privatizar las empresas públicas estratégicas en los años 90. La realidad es una bofetada a este fundamentalismo de mercado. Las empresas públicas estratégicas, incluyendo las nacionalizadas, generaron utilidades desde 2006; en 2021 las utilidades ascienden a Bs 2.800 millones, recursos que garantizan los bonos sociales para las familias y la reinversión para la industrialización. En 2020, durante el gobierno de facto, se registraron los primeros números negativos, no solo por la pandemia sino, también, por la ideología neoliberal que solo enfocó la política económica en las empresas privadas y el mercado externo. Además, este credo saboteó la gestión de las empresas públicas para forzar una ineficiencia que daría argumento a la privatización; esto sucedió, particularmente, con la planta de urea de YPFB y con la aerolínea BoA.

Por cierto, en 2020 el señor Chávez decía a viva voz que estas medidas económicas del gobierno de facto iban por la “línea correcta”, enfatizando que el déficit en balanza de pagos era una señal, junto al déficit fiscal, de un manejo inadecuado de la economía en la gestión del expresidente Evo Morales. Si esto es cierto, retomando el periodo 1989-1993, efectivamente el señor Chávez se aplazó como director de Política Económica y Social porque cerró el periodo con un déficit en balanza de pagos de $us 368 millones que, sumados a los constantes y crecientes déficits fiscales, no son sino un autogol.

La realidad es que un modelo económico tiene vitalidad cuando responde a las energías colectivas de una sociedad, por eso el modelo neoliberal pensado para otras realidades fracasó. En efecto, el modelo económico boliviano que tanto atacan se ha adelantado a este tiempo demandante de justicia social y de alternativas al neoliberalismo desde la realidad y las necesidades de la población boliviana; este modelo permitió salir de la pobreza a más de 4 millones de personas entre 2006 y 2019. Pero, en el provinciano cretácico los dinosaurios neoliberales aún no se han enterado del meteorito que ha hecho que incluso los países del G7 e instituciones como el FMI hayan abandonado las viejas recetas del Consenso de Washington.

Ariel Ibáñez Choque es economista, crítico de la economía y la sociedad capitalista.