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Reproducir pobres

SIMPLE Y CLARO

Venden de todo, dulces, chicles, barbijos, aerosoles de alcohol, pañuelos desechables, gelatinas, agua en bolsitas, cuidan autos, limpian parabrisas, se estiran y piden monedas, los niños y las niñas nuevamente están en las calles trabajando. El virus también nos ha dejado como secuela el trabajo infantil, la OIT y Unicef, en junio de 2021, estimaron que en Bolivia, debido a la pandemia, entre 31.000 y 92.000 niños, niñas y adolescentes (NNA) entrarían al mercado laboral. Sus padres quedaron desempleados, toda la familia buscó la manera de sobrevivir, la ocupación más inmediata: ser vendedor ambulante de lo que sea.

El trabajo infantil es un problema que aún no ha sido solucionado en el país. Costó mucho esfuerzo convencer que los conductores de minibuses no contraten a los niños voceadores, porque era un trabajo riesgoso por los accidentes a los que estaban expuestos, realizaban esa labor hasta altas horas de la noche, la mayoría no asistía a la escuela, frecuentemente eran maltratados por conductores y usuarios, engañados en el pago de sus remuneraciones y en las jornadas labores sin restricción. También se superó el trabajo infantil en las ladrilleras, principalmente en las más visibles ubicadas en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, no sabemos con exactitud qué sucede en otros lugares. Otro sector que avanzó con gran esfuerzo en la erradicación del trabajo infantil es el de la minería, aunque no de la misma manera en las cooperativas, donde el trabajo es familiar.

Los niños y niñas trabajadores no figuran en las estadísticas porque la normativa solo reconoce el trabajo a partir de los 14 años, pero ellos existen y están expuestos a todo tipo de peligros, sobrexplotación y abandono por parte del Estado. A pesar de tener fijado el Programa de Prevención y Protección Social para niños y niñas menores de 14 años de edad en actividad laboral, éste no se implementó. Es una tarea pendiente que debe realizarla una comisión conjunta entre los ministerios de Trabajo, de Justicia y de Planificación.

También debemos recordar que están pendientes las acciones a seguir para proteger a los huérfanos del feminicidio, quienes, según estudios realizados por entidades privadas, se convierten en población vulnerable; en todos los casos al menos uno de ellos termina en situación de calle, las niñas son sometidas a abuso sexual y pasan a ser madres solteras, repitiendo un círculo interminable de victimización y pobreza.

Mientras no solucionemos los problemas de indefensión y abandono de la población infantil y adolescente del país, no podemos hablar de erradicación de la pobreza en Bolivia. El trabajo infantil es una fábrica que reproduce población pobre, a la que se le niegan sus derechos humanos más elementales.

Lucía Sauma es periodista.