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¿Qué está sucediendo en Santa Cruz?

SERENDIPIA

Es evidente que el mundo está viviendo una arremetida conservadora y fascista muy potente. La homofobia, el racismo y el clasismo son algunos de los principales rasgos que caracterizan esta impronta. Eventualmente hay la sensación de que los derechos y el progresismo van ganando la batalla, esto por los logros puntuales alcanzados en diversas latitudes referidos, por ejemplo, al matrimonio igualitario, a la despenalización del aborto o a la dominante presencia de mujeres en los gabinetes presidenciales. No tengo claro, en términos globales, cuál de estos dos polos es el dominante para esta época. El tira y afloja es constante y controvertido. Pero en ese escenario global hay lugares que se han convertido en trincheras de cada polo. Así, Santa Cruz de la Sierra representa hoy para Bolivia el poder y la vigencia del conservadurismo.

Pasan por tendencias en redes sociales, pero en lo profundo son signos fundamentales del estado de la sociedad cruceña. En un breve punteo se puede señalar los casos de Susana Figueroa, la mujer que hirió en el ojo al cajero de una hamburguesería; o de Paola Cronembold, quien fue filmada en estado de ebriedad agrediendo y amedrentando a policías; o de Andros Cochamanidis, el hombre que golpeó brutalmente en vía pública a un joven repartidor de pedidos. El último caso en los últimos días desató manifestaciones de cientos de trabajadores repartidores autoconvocados, luego de que el agresor haya sido puesto en libertad. Los dos primeros casos, aparentemente fueron olvidados pues no se han viralizado los puertos a los que habrían llegado las respectivas denuncias.

De otro lado, hace unos días fue noticia la destrucción de una exposición de arte en un museo municipal —público— a manos de grupos ultraconservadores. La exposición, ahora respuesta en el mismo museo, es parte de los eventos culturales a propósito del mes del orgullo LGBTTTI. Está claro que la homofobia no es patrimonio de ninguna ciudad, pero también está claro que no es normal ni cotidiano que grupos de personas rompan protocolos en exposiciones museísticas para desterrarlas, bajo discursos de odio. Felizmente, el nivel organizativo de los colectivos que impulsaron dicha exposición, más las adherencias progresistas luego del ataque a la exposición, lograron la reposición completa de las obras; y, de hecho, lo acontecido potenció la visita del público al museo.

No hay parangón ni se trata de cosas que puedan equipararse, pero en este contexto, es necesario pensar el doloroso asesinato de dos sargentos de policía y un voluntario GACIP. Las pericias policiales evidenciaron que los tres hombres fueron heridos de múltiples balas y que, de hecho, murieron estando de rodillas. Además, se hizo público que los asesinos usaron armas de alta tecnología. Este crimen tiene bemoles muy alarmantes. No es fortuito que Misael Nállar sea millonario y no sepa explicar el origen de su fortuna. No es fortuito que un hombre vaya escoltado por personas altamente armadas. Este crimen es otro signo del estado actual de la sociedad en la capital cruceña.

Mientras el mundo alternativo y progresista lucha por sobrevivir, el mundo conservador y fascista despliega sus tentáculos de manera apabullante. Mientras las familias trabajadoras luchan por sobrevivir, las logias cruceñas y las familias “de siempre” abusan, golpean, hieren y matan. ¿Qué está sucediendo en Santa Cruz?

Valeria Silva Guzmán es analista política feminista. Twitter: @ValeQinaya.