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Qué lindo que es el fútbol, pibe

/ 25 de junio de 2022 / 02:47

La célebre frase de un locutor deportivo, “qué lindo que es el fútbol, pibe”, hace referencia a la magia que crea este deporte en los aficionados al balompié: un hincha acérrimo del club The Strongest publicó en su cuenta de Facebook “qué lindo es tener estadio”, en directa alusión a su rival de la acera del frente.

Qué lindo que mi país no esté en guerra o qué lindo que las mujeres de mi país puedan salir a la calle con libertad, o qué lindo es que las “caseritas” del mercado llamen tu atención con frases como “ven joven lindo, te voy a yapar”, “caserito churro, cómprame pues”, o qué lindo es despreocuparse cuando nuestros hijos asisten a sus centros de estudio…, son cosas obvias para muchos que hemos tenido la suerte de nacer en esta parte del mundo; pero esto se debe también a que se está implementando una serie de medidas para mejorar la calidad de vida de la población, referidas a vacunas gratuitas para prevenir el coronavirus, que en algunos casos ya cuentan con una cuarta dosis; o el aumento de las rentas mensuales que perciben los adultos mayores jubilados; o el incremento del salario mínimo nacional que procura establecer un nivel base para trabajadores asalariados; o medidas económicas que posibilitan la devolución de aportes efectuados a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP); o niveles inflacionarios bajos que permiten mantener el poder adquisitivo de los recursos familiares; o el refinanciamiento/ reprogramación de créditos de acuerdo a la capacidad de pago; o la implementación de mejoras tecnológicas como la Subasta Electrónica, el mercado virtual, el Compro Hecho en Bolivia… que pretenden impulsar la producción nacional y, por ende, la demanda agregada.

Estas medidas soberanas son implementadas en un escenario donde los precios se mantienen estables, pese a las presiones inflacionarias externas, lo que reduce la incertidumbre de la población sobre el poder adquisitivo de sus recursos y, por ello, en su forma de vida.

La situación del país, la forma de vida de sus habitantes, el abastecimiento de los mercados — a pesar de un contexto internacional desfavorable—, la estabilidad económica, entre otras, son consecuencia del trabajo desarrollado por servidores públicos comprometidos con la visión de un Estado pacifista con igualdad de derechos entre hombres y mujeres, que en su trabajo diario, independientemente de su jerarquía, aportan ese granito de arena para concebir, analizar e implementar medidas que permitan al colectivo general despreocuparse de un conflicto bélico, o de la forma de su vestimenta, o de la expresión de sus ideas sin reparo alguno, o asistir a un espectáculo en el que pueda decir “qué lindo que es el fútbol, pibe”.

En consecuencia, comparando nuestro contexto con el mediático internacional, podemos señalar “qué linda que es mi Bolivia”.

Carlos Silva es economista.

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¿Subvención o gasolinazo?

/ 15 de julio de 2023 / 08:22

La estabilidad económica es un factor poco debatido en momentos de certidumbre y tranquilidad; en nuestro país se da porque a pesar de afrontar eventos adversos como la pandemia ocasionada por el COVID-19 y el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, los precios de los combustibles se mantienen sin variaciones. ¿Cómo se mantienen estables los precios de los combustibles? Esta pregunta nos lleva a analizar básicamente la subvención a los hidrocarburos, lo que significa que el Gobierno asume una parte importante del costo real de la producción y distribución de los carburantes.

Con el principal objetivo de proporcionar combustibles asequibles a la población boliviana y apoyar el desarrollo económico del país. ¿Quién compra combustible? La respuesta obvia es aquella persona que posee un vehículo, desde un motoquero que realiza distribución de comida, el taxista, el conductor de minibús, micro o flota de pasajeros; también adquieren combustibles las empresas del sector industrial o el pequeño productor que posee un tractor o equipo agrícola; las empresas de la construcción que trabajan con niveladoras, volquetas o mezcladoras.

El jardinero para su desbrozadora o máquina corta césped, comunidades que extraen agua con bomba a motor a diésel o gasolina; aquellos que poseen una barcaza para cruzar el río… la lista es interminable de personas, empresas o industrias que compran combustible subvencionado y muchos de los lectores poseen una máquina que les da el sustento a sus familias o les permite el transporte de ellos mismos o de sus productos.

A este “favorecido grupo” de compradores de combustible subvencionado, debemos añadir a los usuarios que se benefician del transporte, a los consumidores de alimentos que vienen del campo o productos industriales, a los que adquieren servicios… otra lista extensa que engloba a la población boliviana; en consecuencia, ¿a quién beneficia la subvención de los combustibles? La respuesta la dejo para el lector.

A pesar de estos beneficios y beneficiarios, ¿por qué existen críticas a la subvención de los combustibles? Las mismas apuntan al costo fiscal, que dado el caso se entiende como el gasto público que debe asumir un gobierno para mantener estables los precios de los carburantes. ¿Qué implicaría dejar de subvencionar los combustibles en el país?

El Gobierno contaría con recursos disponibles para encarar otras actividades como educación, salud o vivienda, entre otras, esa es la cara bonita de la moneda.

Sin embargo, el efecto inmediato obviamente es el encarecimiento de las gasolinas y del diésel, para mencionar lo conocido; por consiguiente, el “favorecido grupo” ya no lo sería tanto porque pagaría más para llenar su tanque de combustible; incrementando sus costos y afectando su economía.

Para compensar este aumento de precios, indudablemente el conductor de transporte público debe cobrar un mayor precio por pasaje. Eso afecta al resto de la población, y por consiguiente, los comerciantes también incrementarán el precio de los productos y servicios que ofrecen o los trabajadores demandarán un aumento en sus salarios… este resultado se constituye en una bola de nieve que va creciendo o como llamamos los economistas, un efecto multiplicador, que desencadenaría en la tan temible inflación y desestabilización económica.

En consecuencia, luego de este simple ejercicio, pongamos en la balanza por un lado a la subvención y en el otro al incremento de precios de los combustibles (gasolinazo), ¿qué es lo que nos conviene?, la respuesta la tiene usted amable lector.

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Campeones mundiales

/ 22 de diciembre de 2022 / 02:27

Qué felicidad sería gritar “somos campeones mundiales de fútbol”, pero sí somos campeones mundiales en ráquetbol, con figuras muy destacadas tanto en varones como en mujeres, una alegría y orgullo para el deporte boliviano, noticia visible en los medios de comunicación nacional. También podemos señalar que estamos en el primer lugar con relación al menor índice de inflación en la región y otros logros en la economía con la actual estabilidad que vivimos, unos mejor que otros indudablemente, pero en general la percepción es de “tranquilidad”.

Muchos se preguntarán qué sería “intranquilidad”, la respuesta es simple para los que vivimos la década de los años 80, tiempo en el que por las mañanas debíamos madrugar para conseguir unos cuantos panes de manera controlada, o cobrar el sueldo y no tener certeza de su valor al día siguiente, o la incertidumbre sobre la continuidad de las clases o que el año educativo sería suspendido en las aulas de los niños o en las universidades, o que los tanques y militares circulen fuertemente armados por las calles de nuestras ciudades.

Tal vez en esta etapa de pandemia provocada por el coronavirus vivamos con intranquilidad por la salud, pero se debe a un virus que por suerte va remitiendo su poder letal cada día, además contamos con pruebas de detección, medicamentos y conocimiento para su tratamiento; a pesar de este enemigo invisible ya podemos salir de nuestros hogares a trabajar, a pasar clases y los “privilegiados”, a hacer deporte y por supuesto entrenar para conseguir un mejor futuro o grandes logros como nuestros campeones mundiales de ráquetbol.

Alcanzar logros y metas en el deporte requiere de preparación en base a un programa, lo mismo ocurre en la economía de un país que pretende conseguir objetivos, como el índice de inflación —el menor de la región— destacado por organismos internacionales: en el programa económico se deben estimar los ingresos y gastos que efectuarán las entidades públicas, en el caso boliviano se traduce en el Presupuesto General del Estado 2023, que incluye cifras ampliamente difundidas: 10,8% en educación, 10,1% en salud, 2% en defensa, 2,2% en gobierno del total presupuestado o $us 4.006 millones en inversión pública, datos que nos muestran el trabajo de las entidades públicas para desarrollar sus actividades y que en última instancia beneficiarán al conjunto de la población boliviana.

En consecuencia, ¿a qué se debe la mágica fórmula de esta “tranquilidad” en la que tenemos el privilegio de vivir? La respuesta es simple, como en el deporte, se debe a la preparación y al esfuerzo, al trabajo de todos los bolivianos que con el sudor de su frente y el pago de sus impuestos contribuyen de manera solidaria a sostener la economía, administrada por un gobierno que, mediante estrategias de subsidio a los combustibles, alimentos, entre otros productos y servicios, permiten a los bolivianos vivir en esta “tranquilidad” y festejar los campeonatos mundiales de los nuestros, en esta actual coyuntura de fútbol mundial.

Carlos Silva es economista.

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