Icono del sitio La Razón

Los fantasmas de la IED

TRIBUNA

Durante los años 90, con la aplicación de las medidas de ajuste estructural que direccionaron la economía boliviana hacia un modelo de mercado en el cual la participación del Estado era reducida, la Inversión Extranjera Directa (IED) se constituyó en el elemento central dentro de la llamada “capitalización” de las empresas públicas, que en el fondo se instituyó en una privatización disfrazada.

En el actual marco, de acuerdo con datos publicados por el Banco Central de Bolivia en el Reporte de Capital Privado Extranjero en Bolivia-Gestión 2021, de junio de 2022, la Inversión Extranjera Directa neta fue de $us 594 millones el pasado año, siendo que en términos brutos alcanzó los $us 1.048 millones en comparación a los $us 165 millones registrados en 2020, denotando una mejora significativa de la IED y la confianza de los inversionistas en sectores de la economía nacional.

Los flujos más importantes de la IED bruta se dirigieron al sector de la industria manufacturera con $us 382 millones (36% de participación), minería con $us 296 millones (28% de participación), hidrocarburos con $us 186 millones (18% de participación), comercio al por mayor y menor con $us 75 millones (7% de participación) e intermediación financiera con $us 68 millones (6% de participación), siendo estos sectores los más beneficiados.

En la gestión 2021, los recursos de la IED bruta provinieron de Suecia con $us 286 millones (27% de participación), Perú con $us 250 millones (24% de participación), España con $us 159 millones (15% de participación), Países Bajos con $us 74 millones (7% de participación), Suiza con $us 69 millones (7% de participación), entre los que más recursos de inversión inyectaron a nuestro país.

Las partes numérica y estadística son muy claras y certeras, reflejando datos concretos, medibles y comparables, que no dan margen a ningún tipo de interpretación y que muestran la realidad de este tipo de inversión en el Estado Plurinacional de Bolivia.

La confianza demostrada por los inversionistas denota el desempeño económico boliviano, considerando que los mismos realizan una evaluación exhaustiva con relación a los riesgos que puedan asumir sus capitales; la aversión o no al riesgo que puedan afrontar, el nivel de rentabilidad que le permita al inversionista la recuperación de su inversión, los flujos de fondos, la tasa de retorno y seguridad jurídica, entre otros aspectos que son considerados por cualquier inversionista, previo a la toma de decisiones para la respectiva transferencia de recursos.

La economía boliviana está en pleno tránsito hacia la reactivación, reflejado en la estabilidad de los principales indicadores macroeconómicos, elemento necesario para generar certidumbre entre los inversionistas que decidan transferir sus recursos a los diferentes sectores de la actividad económica nacional o iniciar nuevos emprendimientos estratégicos.

La Inversión Extrajera Directa dejó un sinsabor en el país, en la época donde las empresas bolivianas se transferían al sector privado a precios subvaluados, con diversos argumentos que descalificaban y cuestionaban al Estado como un buen administrador, así como la necesidad de que las grandes empresas inyecten capitales que permitan fortalecer las empresas “capitalizadas”, situación que no ocurrió plenamente.

Las señales de estabilidad que se están generando atraen nuevas inversiones de diferentes países y empresas internacionales, es de esperar que la confianza demostrada por parte de los inversionistas se incremente, desmontando de esta manera los viejos resabios contrarios a los fantasmas que aún rodean a la Inversión Extranjera Directa; controladora y depredadora de las empresas nacionales, faceta mostrada en tiempos de la mal llamada “capitalización”.

Gustavo Gómez es economista.