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¿Vacaciones de invierno?

TRIBUNA

Al igual que en otras áreas de las acciones de los seres humanos, a fuerza de costumbre, en educación aparecen términos y por detrás de ellos conceptos comprendidos insuficientemente o mal entendidos. Ese es el caso de las llamadas “vacaciones de invierno”, que en realidad se refieren a un “descanso pedagógico”, para ser precisos a un “descanso académico” para los estudiantes. Resulta que las personas, principalmente cuando realizamos actividades de carácter cognitivo, a medida que pasa el tiempo perdemos la capacidad de concentración y una forma de paliar ese efecto, llamado “habituación”, es la realización de un periodo de descanso de las actividades académicas, aunque también hay otras formas de resolver esta situación como, por ejemplo, recurriendo a metodologías participativas, dialógicas y dinámicas, así como a entornos de trabajo educativo distintos.

El descanso pedagógico es un tiempo en el que las formalidades del sistema escolarizado o formal, como los horarios, el currículo, los contenidos, los roles tradicionales de quienes enseñan y aprenden, las tareas, los exámenes, etc., adquieren una pausa para ayudar a los estudiantes a “reciclar” capacidades y motivaciones, dando paso a la educación en su sentido más amplio. Por eso, aunque se dice “los maestros no deben dar tareas a los estudiantes en periodo de vacaciones”, de lo que se trata es que damos una pausa a los procesos de aprendizajes formales de los estudiantes para emprender luego un nuevo periodo formativo en mejores condiciones. Nos referimos a un tiempo de descanso académico y no al descanso educativo, porque lo educativo también se realiza en el mundo escolarizado.

Entonces, en el periodo de descanso académico debemos concentrarnos prioritariamente en el cómo se desarrolla este periodo, énfasis que le puede dar sentido a un alto valor pedagógico. Es tiempo de hacer actividades distintas, que no dejan de ser educativas, y que tienen alto valor e importancia; por ejemplo, el juego, que bien llevado puede ayudarnos a desarrollar el sentido comunitario de nuestras acciones, el aporte de lo lúdico para la formación integral; a aprender a resolver distintos hechos; a actuar en corresponsabilidad, etc. Es un tiempo en el que se puede dormir un poco más, visitar otros lugares y aprender del entorno natural, hechos que son estimulantes para las funciones cerebrales. El tiempo de descanso pedagógico es propicio para compartir con los padres, abuelos, habitantes del barrio o del pueblo, con los amigos, en el que los horarios dejan de tener prioridad y dan paso al afecto, al servicio y a la vida en comunidad. Es un tiempo para leer libros por propia elección y gusto, en el ritmo que uno puede marcar desde su interés antes que por el tradicional cumplimiento de una tarea por cumplir. Éste es un periodo en el que la creatividad, solución de problemas y contribución a la comunidad y a las familias debe aflorar. Éste también es un periodo en el que las familias cumplen con mayor intensidad su rol de educadoras, no se trata de repetir el rol de los maestros, sino el de educar desde su amor, valores, principios y experiencias.

El descanso pedagógico también es un periodo en el que hay que tomar ciertas previsiones para no tener efectos contrarios en el desarrollo personal y sus respectivas comunidades, no es posible que a título de vacaciones los estudiantes queden enganchados todo el tiempo al televisor, celular, tablet, computadora, etc. También se debe tener cuidado en afirmar que el descanso pedagógico es el mismo sin considerar la edad y condiciones de vida de los estudiantes.

Lo de cuidar a los estudiantes por el periodo de invierno o por su salud, es un tema de alta importancia, pero no necesariamente debe ser parte del descanso pedagógico. Es más, al respecto existen normas que cuidan el bienestar de los estudiantes, pero no necesariamente se tienen que aplicar en el conjunto del país. En cuanto a la duración del descanso pedagógico, si bien no existen estudios con resultados contundentes, téngase en cuenta que su prolongación podría también incidir en la continuidad de los aprendizajes.

En una sociedad en la que cada vez más la acumulación y el disfrute de bienes materiales nos están haciendo olvidar nuestra identidad de seres humanos, es tiempo de volver a revalorizar nuestra identidad de seres sociales, históricos, con identidad cultural, etc., es ahí donde también es valioso el descanso pedagógico.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.